En cambio, todo es alegría y felicidad en Selhurst Park. Igual tenía razón Jorge Valdano en que el fútbol es cuestión de estados de ánimo. Los Eagles hicieron un partido primoroso. Sólido, regular. Aumentando el ritmo cuando era necesario y aminorándolo cuando así lo exigía el guión. Metió el dedo en la llaga de los puntos débiles del equipo de Jose Mourinho entrando una y otra vez por el flanco defendido por Branislav Ivanovic y dificultando la salida de balón a través del doble pivote. El planteamiento de Pardew fue sencillamente descomunal.

 

El problema del Chelsea no son únicamente sus resultados, sino las sensaciones y problemas en el equipo. Adolecen de seguridad en la línea defensiva, el doble pivote formado por Cesc Fábregas y Nemanja Matic está ofreciendo un rendimiento mediocre y los hombres de arriba no aportan producción ofensiva. Eden Hazard sigue sin ser un líder, Diego Costa apenas remata a puerta y Willian cubre mucho campo de forma estéril.

 

Pero no es justo quitar mérito al Palace. Tuvo una consistencia sublime en defensa y se desplegó con profundidad y acierto por las bandas causando constantes problemas a la defensa rival. Jason Puncheon y Bakary Sako al espacio, y Connor Wickham aguantando el balón de espaldas para dar salida a los mediapuntas. Escoltados por un superlativo Yohan Cabaye en el mediocentro.

 

Hasta el descanso las tentativas fueron pocas. En el segundo tiempo, el Chelsea se volcó más en busca de la victoria y fue entonces cuando el Palace encontró más espacios e hizo más daño. Sako abría el marcador tras una internada y un remate a bocajarro. El flanco izquierdo de Branislav Ivanovic se ha convertido en la cabeza de turco de la defensa de los Blues. Desde la primera jornada, el serbio ha sufrido la habilidad y velocidad de sus rivales. Semana tras semana. Algo de culpa tiene Mourinho también dado que las superioridades de los rivales se producen por la ausencia de ayuda de los mediapuntas.

 

El entrenador portugués quiso revolucionar el encuentro con las entradas de Radamel Falcao, Ruben Loftus-Cheek y Kennedy, el reciente fichaje procedente del Fluminense. Y el parecer del conjunto cambió. Pero no a mejor. Fue diferente sumido en un caos de embestidas e irracionalidad en busca del empate. Pero no fue mejor que la versión anterior. Falcao se estrenó como goleador tras un centro desde la derecha de Pedro.

 

Pero cuando se daba por firmado el empate, el Palace tuvo que dar la última palabra. La réplica de la sentencia. Una nueva internada por la banda izquierda de Bolasie y un cabezazo hacia el punto de penalti, era definido por Joel Ward para definir y sellar una de las victorias más meritorias y prodigiosas de su historia. Y con total merecimiento.

 

El Palace no tuvo más el balón ni atacó más. Pero si hizo más cosas y las hizo mejor que el Chelsea. Su triunfo fue incontestable. Línea por línea respondió mejor que los Blues. Trabajó más, lucho más y compitió mejor. Llegó liberado y con la consigna de hacer un buen papel a través del trabajo. El Chelsea, con la presión (que estas dos semanas seguirá en aumento) se vino abajo ante el oficio del vecino trabajador. Es posible que sí, que el fútbol sean estados de ánimo.