El partido fue competido. Intenso. Tuvo alternativas y opciones para ambos. Correspondió a los requisitos de un encuentro de Liga de Campeones. El duelo arrancó con un atávico inicio del equipo local. Hábito asiduo en estos cruces. Un PSG, fuerte, con determinación y profundidad. Laurent Blanc buscó el caos en el sistema defensivo del Chelsea con Zlatan Ibrahimovic abandonando la posición de nueve y permitiendo la llegada de jugadores de segunda línea. O de los extremos, que jugaron a pie cambiado. Lucas Moura en la izquierda (aunque con tendencia a estar en el centro) y Ángel Di María en la derecha.

 

El Chelsea quiso siempre jugar en un ritmo de partido más lento. Con un bloque bajo, la línea defensiva cercana a la portería y buscando el despliegue a través de Diego Costa. Una vez maniatado el ferviente arranque del equipo francés, el equipo de Guus Hiddink tomó el mando del partido con paciencia y acierto. A punto estuvo de obtener recompensa esta costosa labor con un remate del propio costa al larguero desviado en primera instancia por Kevin Trapp.

 

Sin duda, esta eliminatoria es muy diferente a la del año pasado. El Chelsea no es el mismo, tiene un nivel inferior. El PSG tiene un mejor portero. Y el equipo londinense ya no tiene a Jose Mourinho. El mayor maestro de éstas eliminatorias. Además, los Blues están sumergidos en un bucle de negatividad y derrotismo con su mal papel en la Premier League. Mientras que el plantel de Laurent Blanc ya tiene la Ligue 1 resuelta.

 

Esta diferencia de contextos deja al conjunto galo como favorito en la eliminatoria. Y a pesar del buen trabajo del Chelsea, la pegada del combinado parisino se impuso. Aunque fuera a balón parado. Un libre directo de Ibrahimovic y desviado por John Obi Mikel dejaba en inútil la acción de Thibaut Courtois para desbaratar la tentativa del sueco. El balón entró por el centro de la portería. El PSG ganaba.

 

Pero el mismo protagonista enmendaría su error antes del descanso. Mikel remachaba a gol un córner mal defendido por Marquinhos que el nigeriano apovechaba para empatar la eliminatoria. Para la diferencia de nivel existente a día de hoy entre ambos, la empresa estaba siendo satisfactoria.

 

En el segundo tiempo el equipo francés se vino arriba. Di María empezó a participar mucho más en el juego de su equipo y el colectivo lo notó. El Fideo es un jugador desequilibrante, de gran calidad y con una soberbia visión de juego. Sin embargo, el resto del plantel no acompañó en demasía. Faltaba chispa a la hora de concretar las jugadas. Y el dominio resultaba estéril más allá de un remate franco de Blaise Matuidi estrellado en Branislav Ivanovic. Tuvo que salir Edinson Cavani del banquillo para desequilibrar el duelo.

 

El Matador, nada más entrar al campo, rompió la defensa del Chelsea y definió a la perfección ante la fallida aunque correcta intervención de Courtois. Es un delantero ambiociso, voraz. Casi codicioso de cara a gol. Tiene un gran olfato y un clarividente talento a la hora de rematar. Sin él, difícilmente la eliminatoria se hubiera decantado antes del partido de vuelta.

 

Así concluyo el encuentro en el Parque de los Príncipes. Contento el PSG por el resultado, el juego y las sensaciones. Aliviado el Chelsea de salvar el primer envite sin grandes daños, con opciones de clasificación y un buen partido ante uno de los titanes europeos. Queda la vuelta.