El partido de St. Mary’s simbolizó a la perfección la temporada de ambos contendientes. El Southampton volvió a dejarse puntos contra uno de los grandes y el United venció sin brillantez en su fútbol. Las cosas siguen igual. Los rojos de Manchester siguen malogrando al fútbol. Los Saints siguen haciéndolo honorable.

 

El partido lo dominó el Southampton durante una hora, en la que fue muy superior al Manchester United. En esa hora, Ronald Koeman y los suyos enseñaron a jugar al fútbol a los Red Devils. En dos minutos, el equipo mancuniano enseñó al Southampton a ser efectivo de cara a gol.

 

En esa primera hora de partido, el Southampton barrió al United. Lo arrasó. Al principio se limitó a controlar el partido de forma temerosa. Sin creer que podían bailar a un grande de Inglaterra. Cuando fueron conscientes de su superioridad ya iban 0-1. Una pésima entrega de Jose Fonte a Fraser Foster la aprovechó Robin Van Persie para colar el 0-1 entre las piernas del guardameta del Southampton.

 

Pero hasta ahí llegó la benevolencia y la inocencia de los Saints. A través del desequilibrio de Saido Mané y la influencia en el juego de Graziano Pellè, el Southampton arrasó al United. Sin contar con la presencia ofensiva de sus laterales como es habitual, consiguió asediar la meta de David De Gea. Finalmente, el delantero italiano obtuvo su merecido premio con el gol del empate tras un barullo en el área.

 

De ahí al descanso y de nuevo tras la reanudación, el Manchester United demostró el caos asiduo de esta temporada. Los errores en la salida de balón, la irregularidad de Juan Mata y la inoperancia de Marouane Fellaini como mediocentro. Al Southampton le faltó suerte de cara a gol. Y que no estuviera De Gea bajo los palos. Providencial una vez más.

 

Pero a los Saints se les acabó la gasolina. Y como bien es sabido, no andan sobrados de fondo de armario (Koeman solo agotó dos cambios, incluyendo el del joven debutante Jake Hesketh). En especial con las ausencias de Toby Alderweireld y Morgan Schneiderlin, la brújula del equipo. Conclusión: desplome físico y pérdida del dominio. Sin grandes alardes, los Red Devils tomaron un incierto control del partido. Su capacidad creativa continúa estando en entredicho y no parece que eso vaya a cambiar a corto plazo.

 

Y si los equipos rácanos tienen armas, el United iba a hacer más uso de ellas. Entre el error del rival, la segunda jugada y el balón parado esta vez escogió la tercera opción para adelantarse de nuevo en el marcador y matar definitivamente el partido. Wayne Rooney centró, Van Persie remató, Van Gaal festejó y el United ganó.