Ilie Oleart

El QPR da la campanada ante el Everton (0-1)

Hace una semana, el QPR se estrenó en la Premier League con una contundente derrota en casa por 0-4 ante el Bolton. Entre semana, el club cambió de manos y Tony Fernandes se hizo con el control. Para celebrarlo, dieron la campanada ante el Everton por 0-1 con gol de Tommy Smith.

 
Corren malos tiempos para el Everton. Esta semana salió a la luz que el club está sumido en la más absoluta pobreza y los bancos se niegan a concederles un mísero préstamo para fichar a algún jugador, aunque sea uno de esas gangas que encuentra Steve Bruce o un francés cualquiera de los que contrata Pardew.
 
Así las cosas, David Moyes comienza una temporada más con los mismos. Bueno, los mismos pero un año más viejos, más cansados y más desilusionados.
 
Moyes se ha cansado de repetir que la primera tarea del Everton era evitar el descenso. Este equipo no parece un ejemplo típico del escocés. No parece ni el Everton.
 
Hay que reconocer que los locales tuvieron sus oportunidades, pero siempre se mostraron insustanciales, volátiles. Jack Rodwell estuvo especialmente flojo, aunque el árbitro debería haber concedido un penalti sobre él. Leighton Baines envió un centro que se estrelló en el larguero y Beckford tuvo una clara ocasión que no aprovechó.
 
El QPR es un club que se ha transformado en una semana. Es como un pobre al que le ha tocado una herencia. Una herencia malasia, en este caso, en forma de emprendedor llamado Tony Fernandes. Ese hecho fue suficiente para que el equipo de Neil Warnock se recuperara del duro golpe sufrido la semana anterior.
 
Warnock, que explotó en la banda ante cada decisión, es un entrenador que desarrolla equipos astutos. Cuando Phil Jagielka regaló el balón en su propia área y Akos Buzsaky pasó a Tommy Smith, y el disparo de Smith se coló pegado al poste, era evidente que los visitantes no cederían la ventaja con facilidad.
 
Tim Cahill debería haber igualado, a solo un par de metros de la portería, y Beckford debería haber batido a Paddy Kenny desde dentro del área, pero no existió una amenaza concertada, consistente, especialmente después de la pausa.
 
El único jugador local que trató de despertar al alicaído Everton fue el menos responsable: Ross Barkley, de 17 años, en su debut en competición oficial. El chaval insufló esperanza a los aficionados que acudieron a Goodison, un rayo de luz en la oscuridad. Alto, fuerte, atlético, bueno con ambas piernas, bien dotado técnicamente, Barkley pareció como si hubiera estado en el centro del campo de este Everton durante años. A falta de fichajes, Barkley ha sido lo mejor que ha deparado el verano a los de Goodison Park.
 
Barkley estuvo cerca tres veces. Cahill también, a pase de Marouane Fellaini. El propio belga obligó a Kenny a intervenir en el tiempo añadido. Moyes fue silbado por una parte del estadio cuando sacó a Beckford, hartos de su falta de ambición. Pero sus recursos son tan escasos que tenía pocas opciones. La pobreza en el palco está empezando a trasladarse al campo.
 
Everton: Tim Howard, Leighton Baines, Phil Jagielka, Johnny Heitinga (Louis Saha, 74), Sylvain Distin, Jack Rodwell (Mikel Arteta, 55), Tim Cahill, Leon Osman, Philip Neville, Ross Barkley, Jermaine Beckford (Marouane Fellaini, 64)
 
QPR: Patrick Kenny, Daniel Gabbidon, Fitz Hall, Bradley Orr, Matthew Connolly, Shaun Derry, Adel Taarabt, Ákos Buzsáky, Alejandro Faurlin, Tommy Smith (Hogan Ephraim, 66), Patrick Agyemang (Jay Bothroyd, 58)
 
Goles: Smith (31)
 

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Ilie Oleart