La lesión del argentino Alejandro Faurlín se antojaba como un auténtico drama en el seno del QPR. A pesar de la mediatización de Joey Barton, genio y figura, ha sido el argentino el gran referente en el centro del campo en la primera parte de la temporada. Sin embargo, visto lo visto esta tarde, el drama puede no ser tal.

 

Con un clásico 4-4-2, Mark Hughes introdujo al húngaro Ákos Buzsáky como compañero de Barton en la medular, sustituyendo a Faurlín. El húngaro, que  fue uno de los estiletes del equipo que logró el ascenso la temporada pasada, apenas había jugado tres partidos como titular esta temporada. Pero, a juzgar por su rendimiento, nadie lo hubiera dicho.

 

Buzsáky participó en prácticamente todas las jugadas del QPR, aportando una salida de balón limpia y efectiva, además de estar siempre bien posicionado defensivamente. No contento con ello, culminó su actuación con un golazo, el primero en la Premier League. Lo hizo justo antes del descanso, cuando ejecutó a la perfección una falta cercana al área. Su gol supuso el 2-0 para los suyos, puesto que Helguson abrió el marcador desde el punto de penalti, después de que McCarthy golpeara el balón absurdamente con la mano. Rodallega redujo distancias con otro lanzamiento de falta, pero Tommy Smith logró el gol que puso el definitivo 3-1 en el marcador con un disparo desde 25 metros.

 

La victoria aleja al QPR del descenso, del que ya le separan dos puntos. Lo visto esta tarde a buen seguro que habrá dejado satisfecho a Mark Hughes, ya que su equipo dominó el encuentro claramente y generó muchas más ocasiones que su rival.

 

Roberto Martínez no debe haber quedado igual de satisfecho, sin embargo. Su equipo se dirige irremediablemente hacia el descenso. El mejor resumen de la actuación de los «latics» es que Al-Habsi fue el mejor del partido, y eso que encajó tres goles. El Wigan es, a día de hoy, un desastre tanto a nivel defensivo como ofensivo. Solo una inversión millonaria en los últimos días de enero puede cambiar el rumbo de este Wigan.