Josué Rubio

El sigiloso rumbo del Stoke

Mark Hughes ha cambiado el estilo de un club cuyo último precedente de juego venía marcado por otro técnico en sus antípodas ideológicas, el mito Tony Pulis. Como una barquita atravesando un río en mitad de la noche, el Stoke llega despacio, pero en silencio y con constancia, a los dorados puertos de Europa.

 
El fútbol está lleno de hipótesis sobre qué habría ocurrido en determinados momentos y cómo habrían afectado ciertos sucesos en el grueso de una temporada. Aquel gol de última hora que propició un descenso o aquella contra que, de haberse culminado, habría supuesto una plaza en Champions que salvara económicamente al club. Este año, la sorpresa no solo la está dando el Leicester, club de moda en el fútbol inglés y, hasta ahora, serio candidato a imponerse en un campeonato en el que los gigantes no terminan de carburar o, directamente, no están en la pelea; ni siquiera, con perdón, el recién ascendido Watford de Quique Sánchez Flores desvía tanto los focos, a pesar de que, suponemos, mantendrá holgadamente la categoría aún con el escollo de ser un recién ascendido. Ambos se han ganado un gran reconocimiento por méritos propios, pero algo está ocurriendo sigilosamente en Stoke-on-Trent.
 
Mark Hughes ha cambiado el estilo de un club cuyo último precedente de juego venía marcado por otro técnico en sus antípodas ideológicas, el mito Tony Pulis. En sus dos temporadas anteriores, el técnico galés no solo firmó sendas salvaciones y superó consecutivamente el récord de puntos del club, sino que ha confeccionado un equipo en toda la extensión de la palabra. De su mano han llegado los Bojan Krkic, Ibrahim Afellay, Xherdan Shaqiri y Marko Arnautovic, quienes conforman una de las lineas de ataque más talentosas y versátiles de toda la Premier League. A tan solo seis puntos de la Champions y a dos de la Europa League, el Stoke ha hecho del Britannia Stadium un fortín. Es el quinto equipo menos goleado de la competición, solo superado por clubes de la talla de Manchester United, Tottenham, Arsenal o Manchester City, lo cual habla muy bien de lo difícil que es anotarle un gol a los Potters, y es que, a pesar de no ser un equipo especialmente goleador (tan solo 24 goles, compartiendo la quinta peor marca con Norwich y Newcastle), demuestra saber gestionar las ventajas cortas a través del control constante de la pelota y la tremenda intensidad a la hora de recuperarla.
 
No le han afectado al bueno de Mark bajas tan importantes como las de Asmir Begovic, suplido por un Jack Butland llamado a ser el próximo arquero de los Three Lions; el rocoso Steven N’Zonzi o la bala Victor Moses, porque el equipo ha ganado en orden y en empaque, además de que ha reforzado varias posiciones con los fichajes de Glenn Johnson (buen año, contra todo pronóstico), Marco van Ginkel o el propio Shaqiri. Como una barquita atravesando un río en mitad de la noche, el Stoke llega despacio, pero en silencio y con constancia, a los dorados puertos de Europa. El asalto va en serio, y es por eso que nos preguntábamos, al principio de este artículo, qué habría ocurrido si hubieran sacado algo más que tres puntos en las primeras seis jornadas.
 

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Josué Rubio