Con cada semana que pasa, el Manchester City se parece más a una aspirina efervescente, que se va diluyendo lentamente con el paso del tiempo. Esta semana conocimos la misteriosa lesión de Sergio Agüero, que se suma a los múltiples incidentes de Mario Balotelli durante la temporada o al culebrón Tévez, que estuvo media temporada jugando a golf en Argentina. Así, es difícil ganar un título.

 

El City rescató un punto gracias a los goles de última hora de Mario Balotelli y Aleksandar Kolarov, pero el Manchester United podría escaparse a cinco puntos si derrota al Blackburn Rovers el lunes.

 

El City llevaba 20 victorias seguidas en casa, a solo una de igualar el récord en posesión del Liverpool. Pero en su camino se cruzó Martin O’Neill. El técnico ha obrado milagros desde que sustituyó a Steve Bruce a mitad de temporada, aunque el irlandés debió abandonar el campo afligido por no haber podido llevarse una victoria que ya estaba paladeando.

 

O’Neill afirmó que posiblemente la clave de la remontada del City estuvo en el cansancio de su equipo tras jugar el martes ante el Everton en FA Cup.

 

Roberto Mancini parecía un mimo al final de la primera parte, exhibiendo su enfado por la forma de encajar un gol que permitió al Sunderland llegar al descanso con 1-2. Una falta sorprendió al City, el excelente Stéphane Sessègnon envió un centro y Nicholas Bendtner cabeceó a gol.

 

El primer tanto de los visitantes también nació en las botas de Sessègnon, que participaría en el tercero más tarde. Desde la izquierda, el jugador de Benín desbordó a James Milner y pasó a Sebastian Larsson, que batió a Joe Hart.

 

El gol inicial del Sunderland activó al City, que trabajó duro y rápido para remontar. Aunque lo hizo de forma polémica. Craig Gardner se emparejó con Edin Dzeko y Phil Dowd señaló un penalti dudoso. Quizás para compensar, no le mostró a Gardner la que habría sido su segunda amarilla. En cualquier caso, Balotelli selló el empate. O’Neill lo tenía claro: «Pensé que iba a amonestar a su jugador por fingir».

 

El City pareció tocar fondo con el tercero del Sunderland, que llegó a los diez minutos de la segunda parte. Sessègnon volvió a deshacerse del centro del campo del City y cedió a Bendtner, que regaló el gol a Larsson.

 

La entrada de Carlos Tévez por David Silva a los 58 minutos no hizo mucho por el City. Todavía menos la discusión entre Balotelli y Kolarov por quién debería lanzar una falta. Mancini restó importancia al asunto, pero ejemplificó la tensión que está viviendo el equipo. El hecho de que fueran precisamente Balotelli y Kolarov los que empataran el encuentro en los últimos cinco minutos no contribuyó a mejorar la imagen del equipo, cada día más deteriorada. Como su juego. El Manchester United ya tiene una mano sobre el asa del trofeo.