Al igual que en una novela escrita hace casi 300 años, los gigantes tuvieron problemas con hombres más bajos y menos poderosos físicamente. Sin embargo, a diferencia de la obra escrita por el sátiro Jonathan Swift, Gulliver no pudo escapar vivo del reino de los lilliputienses.

 

El Swansea de Brendan Rodgers salió con la actitud y el desparpajo que les ha caracterizado hasta ahora en su regreso a la élite. Lograron dominar el encuentro con lo que más les gusta, con el balón, y eso que no contaban con el lesionado Britton, posiblemente su mejor centrocampista. Su filosofía surtió efectos ya en el minuto ocho, cuando un genial envío de Allen llegó a Routledge, que recibió una entrada a destiempo dentro del área por parte de Shawcross. El claro penalti fue señalado por Mike Jones y Sinclair se encargó de poner por delante a los suyos.

 

Lejos de lograr que el Swansea se metiera en la batalla física que buscan, los «potters» nunca entraron en juego y lo único que consiguieron fue que el árbitro amonestara a cinco jugadores, todos merecidamente. Sin embargo, los locales no sentenciaron el partido hasta los compases finales. Además, la alegría fue doble. Además de asegurar los tres puntos, justificaron los 3’5 millones de libras invertidos en Danny Graham, que se estrenó con un gran gol como goleador en el equipo galés.

 

El resultado confirma el buen hacer del Swansea, que había jugado mejor de lo que decían los resultados. Además, los galeses se mantienen invictos como local y sin haber encajado ningún gol, algo de lo que solo pueden presumir los «citizens» de Roberto Mancini.

 

Por otra parte, el encuentro vuelve a demostrar el drama que supone para el Stoke jugar lejos del Britannia. El problema es que la mitad de los partidos de los «potters» se disputarán a domicilio y no les valdrá con los puntos como local para alcanzar la mitad alta de la tabla, su objetivo esta temporada.