Desde que tomó las riendas del Swansea, Garry Monk ha acaparado elogios por su enfoque ofensivo, su estilo asociativo y su apuesta por la innovación en los métodos de entrenamiento. Sin embargo, el técnico inglés, discípulo aventajado de Brendan Rodgers y Roberto Martínez, se encuentra en el momento más difícil de su carrera como técnico. Tras sumar ocho puntos de los primeros doce en juego, el equipo solo ha sido capaz de añadir dos puntos más de los siguientes quince que ha disputado.
La temporada pasada, el Swansea anotó 46 goles y recibió 49, una diferencia negativa a pesar de finalizar en octava posición y sumar más victorias (16) que derrotas (14). Pero esa es la filosofía del club, como recuerda el letrero que recibe a los visitantes a su centro de entrenamiento: «The Swansea Way». Los galeses han escalado divisiones apostando por un estilo más preocupado por ir hacia delante que por recular. La filosofía del club la han dictado jugadores como Leon Britton, Ángel Rangel, Michu, Wilfried Bony, Gylfi Sigurdsson, jugadores que, con independencia de la posición que ocupen, tienen una característica en común: el balón debe permanecer siempre en contacto con el césped, el aire es para los aviones.
Y ahí radica el problema actual del Swansea. La venta de Bony el pasado mes de enero supuso un duro golpe, amortiguado por la sorprendente racha goleador de Bafetimbi Gomis. Sin embargo, las carencias ofensivas han quedado al descubierto esta temporada. Gomis no ha logrado marcar en los últimos cinco encuentros del Swansea. Su suplente, el portugués Eder, todavía no se ha estrenado con los galeses. El equipo solo ha marcado tres goles en estas cinco jornadas y en tres de ellas su casillero se ha quedado en blanco.
Pero Gomis no es el único responsable del mal momento del equipo. Sigurdsson, posiblemente el jugador más importante del equipo, tampoco está viviendo su mejor momento. Y, de hecho, comenzó en el banquillo ante el Stoke este lunes. En las bandas, Jefferson Montero comenzó la temporada volviendo loco a Branislav Ivanovic en Stamford Bridge pero, lastrado por las lesiones musculares, ha bajado drásticamente su rendimiento. El único que mantiene el tipo es André Ayew, otro de los geniales golpes de efecto en el mercado de fichajes a los que nos tiene acostumbrado el Swansea.
Monk se halla ante el primer auténtico reto de su carrera. Su primera tarea será recuperar las mejores versiones de Sigurdsson, Ki (otro que también comenzó en el banquillo ante el Stoke tras ser una pieza clave con Monk), Shelvey y Gomis. Conseguir que Eder marque un gol ya se antoja un reto más propio de brujos y quirománticos. A continuación, deberá instilar confianza para que el equipo aproveche un calendario favorable (Aston Villa, Arsenal, Norwich, Bournemouth) para recuperar su estatus como equipo de zona media-alta.
Esta es una auténtica prueba de fuego para Monk. Ante esta testitura, muchos entrenadores optarían por apoyarse en la defensa y practicar un fútbol más práctico basado en el contragolpe a la espera de que lleguen tiempos mejores. Monk no parece de este tipo de entrenadores que amoldan su filosofía a las inclemencias meteorológicas. La respuesta nos aguarda el sábado en Villa Park.