Toño Suárez

El talento de Mr. Barrow, el talento de La Plata

El City-Barçaaa es un partido de presente y de posibles, de futuro ya veremos. Presente porque se ven las caras dos de los equipos más en forma de Europa en la actualidad; posibles porque ambos están en disposición de llevarse el gato al agua en cualquiera de las competiciones en las que participen e incluso puede ser de futuro si el dinero, la buena gestión y los jugadores de calidad que atiborran ambas plantillas siguen alineados por el buen camino.

 
Los grandes acontecimientos futbolísticos son a la Copa de Europa (espero se me permita la licencia) lo que el valor a la guerra: un supuesto conocido, contrastado y universalmente aceptado. Bien es cierto que las certezas y los suponeres no son garantía de nada salvo de decepciones y malos ratos ante el bochornoso incumplimiento del deber. Y es que la guerra es muy puñetera y el futbol muy caprichoso.
 
El de este martes es un partido de presente y de posibles: de futuro ya veremos. Presente porque se ven las caras dos de los equipos más en forma de Europa en la actualidad; posibles porque ambos están en disposición de llevarse el gato al agua en cualquiera de las competiciones en las que participen e incluso puede ser de futuro si el dinero, la buena gestión y los jugadores de calidad que atiborran ambas plantillas siguen alineados por el buen camino, supuesto este tan sencillo en su concepto como complejo en su ejecución.
 
No es un encuentro de pasado. La Copa de Europa está plagada de enfrentamientos capitales pero este no es precisamente uno de ellos. El bagaje de ambos desde 1955 ha sido casi nulo en el caso de los ingleses y recientemente brillante en el de los españoles. No busquemos viejas rencillas pasadas, partidos de 120 minutos ni errores arbitrales que costaron finales porque no encontraremos nada: la brillantez del encuentro es causa reciente, que no es poco.
 

La Copa de Europa está plagada de choques capitales pero este no es uno de ellos

El talento de Mr Barrow llena el vacío que deja la ausencia de épica europea añeja

Buscando en el baúl de mis recuerdos no encuentro más nexo de unión entre ellos que Yaya Toure, Mark Hughes y lo que le gusta Barcelona a Michael Robinson; bien es cierto que mi cabeza ya no es precisamente la Biblioteca Nacional pero no creo que se me haya olvidado nada relevante: no es difícil acertar, no obstante, teniendo en cuenta la discreta aportación de los futbolistas ingleses a las ligas foráneas en las que han participado y el nulo gusto de los nuestros por abandonar las faldas maternas hasta hace poco justo en el momento en el que los garbanzos ya no estaban en la mesa a la hora de comer: o tempora o mores que diría el otro. No obstante pido disculpas si he pasado por alto un nexo de unión entre ambos más fuerte que los susodichos y Lloret de Mar.
 
El talento de Mr Barrow es el que llena el vacío que nos deja la ausencia de épica europea añeja entre ambos. Y eso que no tengo ni idea de donde nació, donde se crió, si pisó alguna vez Manchester; ni siquiera sé si fue futbolista; pero una cosa sí que puedo afirmar: era inglés, estamos hablando de 1917 y fue el primer entrenador del Fútbol Club Barcelona. Casi nada.
 
Lamentablemente no duró mucho en el cargo, eso es cierto. No sé si porque no eran gusto de la época los proyectos largos, porque descalificaron a su equipo de un campeonato de Cataluña por alineación indebida, porque no llegó a calar en la afición su juego directo o, quizá, por aquel secreto gusto que tenía por el orujo de hierbas en cantidades bastante alejadas de lo que la moderación exige: pecadillos veniales, en todo caso.
 
Mr. Barrow no dejó títulos a las vitrinas del Barça pero le abrió el camino a Jack Greenwall, Ralph Kirby, James Bellamy, Vick Buckingham, Terry Venables, Bobby Robson y algún que otro jugador de las Islas que, sin dar excesivo lustre, puso en muchos mapas británicos al FC Barcelona que no es poco. Europa empezaba en la Gran Vía, pasaba por Ámsterdam, Múnich, Liverpool o Milán y, aunque se aproximara a Las Ramblas alguna vez, nunca se quedaba. Qué decir del City y las copas en la barra libre del pub de enfrente.
 
El talento de Mr. Barrow, el talento de La Plata. Rosario, “esa forma exagerada de ser argentino” que nos contaba Valdano, el “taco”, “el potrero” ese acariciar la pelota cuando aquí se la maltrataba; un inglés, un español, un uruguayo y un argentino: parece un chiste, aunque cualquier cosa parecida a ello hoy será pura coincidencia.
 
Pasen y vean.
 

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Toño Suárez