United y Spurs llegaban a Old Trafford con sensaciones contrarias. El Manchester United, pese a no convencer en la primera jornada, es el máximo favorito al título de la Premier League. Por contra, el Tottenham, pese a alcanzar los cuartos de final de la pasada Champions League, parece candidato, como mucho, a la quinta plaza, más si cabe tras la inminente marcha de su mejor jugador, Luka Modric, al Chelsea.
La alineación de Ferguson volvió a evidenciar la completa confianza que tiene en los jóvenes, pues De Gea, Smalling, Jones, Anderson, Cleverley y Welbeck salieron en el once inicial, dejando a Park, Giggs y Carrick en el banquillo. Por otro lado, Harry Redknapp salió con el mismo once que arrasó al Hearts en la Europa League, con la única diferencia de la entrada del cuarentón Brad Friedel por el brasileño Gomes.
El partido comenzó como le gusta a Ferguson, con diez minutos iniciales muy intensos por parte de los «red devils». Solo Friedel evitó que los de Ferguson se pusieran por delante, desbaratando las ocasiones de Rooney y Cleverley. A partir de entonces, el United se replegó y regaló la iniciativa a un tímido Tottenham que no fue capaz de crear nada, notando la ausencia de Modric y evidenciando que ni Kranjkaar ni Livermore tienen nivel para reemplazar al croata, por lo que solo crearon peligro gracias al descaro de Van der Vaart y a la velocidad de Bale.
La misma carencia denotaban los «red devils», pues tanto Anderson como Cleverley, encargados de controlar el centro del campo, estuvieron desaparecidos. De hecho, el United solo se acercó a base de destellos individuales de Rooney y Young.
No dio para más la primera parte, en la que el United por falta de profundidad y el Tottenham por timidez no lograron crear ocasiones claras de gol. El encuentro necesitaba cambios por parte de Ferguson, y, sin embargo, volvió a sorprender a propios y extraños. Teniendo en el banquillo a Giggs, Carrick, Park y Berbatov, el técnico escocés mantuvo la confianza en los recién llegados Welbeck y Cleverley, los favoritos a ser sustituidos.
En el inicio de la segunda parte, al igual que en la primera, el United salió como una exhalación, aunque volvió a hacerlo con más intensidad que juego. Los «red devils» presionaban y buscaban más la portería rival que el Tottenham, pero no conseguían encadenar cuatro pases consecutivos en campo rival. Además, el United concedió una oportunidad clamorosa para los visitantes cuando Lennon desbordó a Evra por la banda derecha y Van der Vaart aguardando el pase de la muerte solo en el corazón del área. Sin embargo, Lennon no le dio el balón y la oportunidad de ponerse por delante se fue al traste.
Y ya se sabe que el que perdona, lo paga. Ocho minutos más tarde, una de las primeras jugadas trenzadas del United terminó con un centro de Cleverley que remató a la perfección Danny Welbeck para poner el 1-0 en el marcador.
El gol, como de costumbre, cambió el partido. Es bien conocida la efectividad del United en la última media hora de los partidos, pero pocos podían prever semejante despliegue de juego. Si el United no había logrado trenzar jugadas de ataque hasta entonces, a partir del gol comenzaron a surgir combinaciones espectaculares entre Cleverley, Anderson, Nani, Young y Welbeck. Estas combinaciones culminaron con probablemente el mejor gol de la jornada cuando Welbeck devolvió una pared de tacón a Anderson dentro del área que el brasileño solo tuvo que empujar al fondo de la red.
Con 2-0 y el partido resuelto, Ferguson homenajeó a Young, Cleverley y Welbeck a falta de diez minutos, cuando los sustituyó por Giggs, Park y, para sorpresa de todos, el «chicharito» Hernández, que no se esperaba que reapareciera hasta dentro de un par de semanas. Pese a que el partido estaba resuelto, los «red devils» siguieron en busca del gol, y lo encontraron. La enésima jugada colectiva de los locales culminó con un centro milimétrico de Giggs a la cabeza de Rooney, que midió los tiempos a la perfección y cabeceó el balón donde Friedel solo pudo soñar que llegaba.
Así terminó el encuentro, con un claro 3-0 que no hace otra cosa que recalcar que todo va como la seda en el seno del United. Tras los errores iniciales, De Gea hoy se ha mostrado a gran nivel, la sala de máquinas formada por Anderson y Cleverley ha mostrado un gran entendimiento en la segunda parte, Rooney sigue anotando goles, Welbeck no solo los anota sino que también los da, «chicharito» Hernández ha vuelto a los terrenos de juego, Giggs sigue creciendo en dirección inversa, cada vez parece más joven y, lo más importante, los jugadores parecen divertirse en el campo. Dicho esto, la pasividad mostrada en la primera mitad podría haberles costado caro si el Tottenham hubiera sido más atrevido.
En cambio, no se puede decir lo mismo del Tottenham, que suma ya 22 años consecutivos sin ganar en Old Trafford y 25 partidos sin vencer a los «red devils». Sin Modric, este Tottenham se ha quedado sin alma. La temporada pasada, los «spurs» deslumbraron con su juego ofensivo y atrevido, pero eso parece haber cambiado esta temporada. Le falta desparpajo y atrevimiento, algo que solo es visible en Van der Vaart y Bale, y, sobre todo, un delantero centro. Crouch, Pavlyuchenko y Defoe no rindieron la temporada pasada, y siguen sin hacerlo. A Defoe, el preferido de Redknapp por ahora por su velocidad, le falta profundidad, remate y visión de juego. La defensa también deja mucho que desear, tal y como demuestra el hecho de que Brad Friedel fuera el mejor de su equipo a pesar de encajar tres goles.
Manchester United: De Gea; Smalling, Jones, Evans, Evra; Nani, Anderson, Cleverley (Giggs, 79), Young (Park, 79); Welbeck (Hernández, 79), Rooney
Tottenham: Friedel; Walker (Corluka, 45), Dawson, Kaboul, Assou-Ekotto; Lennon, Kranjcar (Pavlyuchenko, 74), Livermore (Huddlestone, 75), Bale; Van der Vaart; Defoe
Goles: 1-0: Welbeck (63), 2-0: Anderson (76), 3-0: Rooney (87)