Cada vez resulta menos habitual presenciar muestras de gratitud. Martin O’Neill fue recibido en Villa Park con un sonoro abucheo, a pesar de haber metido tres veces al equipo entre los seis primeros y de haber visitado Wembley en dos ocasiones. Pero para los aficionados del Villa, esos logros son pequeños al lado de la polémica marcha de O’Neill del club.

 

O’Neill sorprendió a todos al final con su diplomacia: «Creo que es normal. Nunca supieron los motivos por los que me fui. Ya me lo esperaba. Existe la idea de que les dejé en la estocada. Quizás debería disculparme».

 

Tampoco fue un regreso feliz para el centrocampista Craig Gardner, que fue expulsado en la recta final. Gardner fue abucheado al salir del campo pero se quitó la camiseta para mostrar una camiseta de apoyo a su excompañero Stiliyan Petrov. Ante este gesto, a los aficionados no les quedó más remedio que aplaudir.

 

Quizás los aficionados deberían haber abucheado a su propio equipo. El Villa fue incapaz de ganar una vez más, a pesar de la actuación del entusiasta Andreas Weimann, un jugador revoltoso pero carente de gol.

 

«Nos quedan cuatro batallas y somos capaces de sacar puntos ante cualquier equipo», dijo McLeish. Su equipo sigue sin sellar la salvación.

 

El Villa tomó la iniciativa y el portero visitante Simon Mignolet tuvo que intervenir ante Weimann, y luego Gabriel Agbonlahor y Charles N’Zogbia.

 

En la segunda parte, el Villa aumentó la presión pero no encontró espacios en la defensa del Sunderland, que creó excelentes ocasiones al contraataque. Sebastian Larsson envió un centro que Bendtner cabeceó a la red pero el árbitro asistente anuló por fuera de juego. Para acabar de rematarlo, el árbitro expulsó a Gardner por doble amarilla tras una entrada a destiempo sobre Barry Bannan.

 

Tal vez los aficionados del Villa no guarden un buen recuerdo de la marcha de O’Neill, pero posiblemente les habría ido mejor si el técnico siguiera al frente del equipo.