Esta es la segunda parte de un artículo sobre los 10 años de David Moyes en el Everton. Si deseas leer la primera parte, haz clic aquí.

La temporada 2008-09 empezó con ilusiones renovadas de todos los evertonianos. Nuevamente el equipo iba a disputar una competencia europea y logró mantener la base del equipo que había realizado una muy buena campaña (se adquirió definitivamente el pase de Piennar), con excepción de Johnson, que fue vendido al Fulham, y en su reemplazo llegó otro delantero acosado por las lesiones, el francés Louis Saha. Sobre la hora del cierre, Moyes y el club volvieron a desembolsar una suma de dinero, volvieron a quebrar el récord de lo invertido y se trajeron desde Bélgica al joven y prometedor Marouane Fellaini por 15 millones de libras. El técnico ya había traído anteriormente al danés Lars Jacobsen y al ecuatoriano Segundo Castillo, que no estuvieron a la altura. Además, Moyes debió renovar su cuerpo técnico debido a la salida del segundo entrenador Alan Irvine para dirigir el Preston. En su lugar llegó Steve Round.
En 2008-09, Moyes fue elegido como técnico del año por tercera vez
El equipo lleva años con la misma tendencia: flojo arranque, gran final
Esta temporada comenzó a atisbarse una característica que en las siguientes temporadas se volvería costumbre en Everton: un arranque algo lento del equipo, que tardó uno o dos meses en acomodarse y regaló muchos puntos, pero luego comenzó a recuperarse con el correr de los partidos y el afianzamiento de los refuerzos. El equipo fracasó en la Europa League, donde no pudo atravesar la primera fase de eliminación y perdió ante el exequipo de Fellaini, el Standard Lieja, que eliminó a los Toffees por 4-3 en el global con Defour, Witsel y Jovanovic como figuras. Apenas consumada la eliminación y con un equipo que se encontraba entre los peor clasificados en la Premier, Kenwright renovó su confianza en Moyes y le ofreció un nuevo contrato por cinco años más, que el escocés rubricó de inmediato. A partir de noviembre, el equipo azul empezó con la remontada. A pesar de las lesiones de Yakubu y Saha, y de verse obligado muchas veces a tener que jugar con Tim Cahill como centrodelantero, el equipo comenzó a obtener buenos resultados para fin de año. Y esos resultados se convertirían en muy buenos a partir del 2009, incluyendo una eliminación a Liverpool en la FA Cup con un gol de Gosling a los 118 minutos del replay, jugado en Goodison Park. Con ese envión, el equipo eliminó al Aston Villa de Martin O’Neill, al Middlesbrough y al equipo muleto del Manchester United por penales y alcanzó la final. Además, tuvo un gran final de año en Premier que lo ubicó nuevamente en el quinto puesto, lo que le permitió clasificarse para Europa por tercer año consecutivo. Entre todo eso, también llegó al club a préstamo por unos meses el brasileño Jo, tal vez el peor delantero que pasó nunca por Goodison en la etapa de Moyes. El equipo no pudo redondear la temporada con la FA Cup tras caer en la final por 2-1 ante el Chelsea de Hiddink, a pesar de adelantarse con gol de Saha. Malouda, tras un flojo cierre de Hibbert, decretó el gol que sentenció la final. Puntos altos de esta campaña fueron el tridente Arteta-Osman y Piennar, los goles de Cahill y la solidez defensiva que se venía trayendo desde años atrás. Davis Moyes fue reconocido por tercera vez como el técnico del año, cantidad que solo alcanzó también Sir Alex Ferguson.

Una vez finalizada la Premier, se desataron los rumores sobre el futuro de Moyes. Por un lado, se afirmó que Ferguson ya lo había marcado como su sucesor en el United y, por otro lado, Moyes mostró interés en el trabajo como técnico del Celtic escocés, pero todo quedó en rumores y los escoceses terminaron nombrando a Neil Lennon. Pasada la ola de rumores, se confirmó que Moyes continuaría en el Everton lidiando con los problemas económicos y el bajo presupuesto.

Moyes ha tenido que lidiar con un presupuesto más corto cada año
La venta de Arteta el 31 de agosto dejó al equipo navengando sin rumbo
Nada cambió en Goodison para encarar la temporada 2011/12: cero presupuesto para fichajes, salvo que se vendiera algún jugador, y por ende imposibilidad de fichar jugadores de jerarquía, sin avances sobre la posibilidad de encarar la construcción del nuevo estadio, protestas de los aficionados nuevamente solicitando la renuncia del presidente, Anichebe lesionado… en fin, más de los mismo. Luego de la derrota en el arranque ante el QPR, en la segunda fecha el equipo consiguió una victoria agónica en Ewood Park ante el Blackburn en un pésimo partido que mostró a las claras lo que sería la temporada para el equipo azul si en los cuatro días siguientes no conseguía refuerzos de valía. Ese 31 de agosto de 2011 no fue nada positivo. Moyes, en busca de dinero, se desprendió temprano de Beckford y Yakubu para ir en busca de un centrodelantero confiable. Al no conseguir ninguno, se conformó con un préstamo durante un año de Denis Stracqualursi (al que posiblemente Moyes no había visto jugar hasta entonces), que se convertía en el primer argentino en jugar para los Toffees. Desesperado por agregar elementos a su plantilla, Moyes incorporó al problemático y alguna vez mejor jugador sub-23 de Europa Royston Drenthe. Pero lo peor todavía estaba por venir en ese día de cierre. Sobre la hora y sin poder hacer frente a las presiones (del jugador, ante una gran oportunidad, y del club, para tener liquidez), Moyes terminó vendiendo al Arsenal a Mikel Arteta, su mejor jugador, la pieza clave en el andamiaje de su esquema e ídolo de la afición. Lo cuestionable es por qué Moyes no lo vendió una semana antes, cuando Wenger lo quería y así generar dinero e ir en busca de refuerzos. Es evidente que el escocés hizo hasta lo imposible por no venderlo.
Esos primeros meses sin Arteta, el equipo no tenía juego, perdió partidos ante rivales accesibles, Saha y Cahill entraron con una increíble sequía goleadora (Saha solo anotó dos goles en 20 partidos antes de marcharse a los Spurs en enero de 2012 y el australiano marcó tres en toda la temporada). Además, Moyes no confió ni en el griego Apostollos Vellios ni en Stracqua, ni en juveniles que pudieran cambiarle la cara al ataque y al equipo. El equipo llegó a estar en los últimos lugares cerca de la zona de riesgo. No obstante, como tantas otras veces, el equipo resurgió con el año nuevo. Fue clave el movimiento de Moyes en el mercado de invierno: Landon Donovan volvió desde la MLS en un préstamo de dos meses. El estadounidense ya había rendido años atrás y volvería a hacerlo en gran nivel. Además, Moyes sacó del baúl del United a Darron Gibson (que firmó por cuatro años) y sobre el cierre del mercado se aprovechó del mal momento económico del Glasgow Rangers y adquirió a quien a la postre terminaría siendo el mejor fichaje de este mercado invernal: Nikica Jelavic. Moyes también consiguió un préstamo hasta el final de temporada por Piennar, quien un año atrás había presionado para irse al negarse a renovar su contrato. Desde mediados de enero, se pudo ver un equipo totalmente distinto, Piennar aportó una importante cuota de fútbol bien secundado por Osman, que parece jugar mejor cuando no siente el peso de la responsabilidad de conducir un equipo sobre sus espaldas. Gibson aportó equilibrio al mediocampo permitiendo ver la mejor versión de Fellaini desde que está en Goodison. El jugador belga se transformó en el alma y pieza clave del equipo. Heitinga se adueñó de la defensa e hizo olvidar a un Jagielka aquejado por las lesiones, y Jelavic aportó sacrificio y la cuota de gol que este equipo no había tenido hasta el momento.
El Everton terminó redondeando una buena temporada que podría haber sido mucho mejor, ya que se enfrentó en semifinales de FA Cup a un Liverpool en horas bajas y no pudo aprovecharlo (¡ayyy Distin querido!…), y finalizó nuevamente en séptima posición.
En marzo de este 2012 se cumplió el lapso que es motivo de esta nota, los diez años de Moyes al frente del Everton. Una década positiva, puesto que al llegar el escocés, el equipo transitaba normalmente por la zona media-baja de la tabla. Moyes no sólo lo sacó de ahí, sino que logró situarlo asiduamente entre los diez primeros y lo llevó a jugar competiciones europeas en cuatro de sus diez temporadas pese a los problemas económicos en los que está inmerso el club. El propio Moyes reconoce que, a pesar de haber hecho buenas campañas, se siente incompleto por no haber ganado ningún título con el equipo. Los aficionados del Everton desean que se quede y logre el objetivo.