
Esta séptima jornada estaba marcada en rojo en casi todos los calendarios del condado de Merseyside. Everton y Liverpool se verán en las caras en un partido que históricamente quizás no ha deparado un fútbol brillante pero siempre ha sido un buen ejemplo de la intensidad y tensión que presiden el fútbol inglés. Es cierto que normalmente el Liverpool ha aspirado a objetivos más elevados en clasificación que los «toffees», pero en un derbi todo esto se olvida y solo cuentan los 90 minutos sobre el césped. Los dos conjuntos saldrán a morder, pues no solo están en juego tres puntos. En Goodison Park también estará en juego el honor de dos aficiones.
Los locales no llegan al partido en su mejor momento. Undécimos en la clasificación, solo han podido arrancar dos victorias desde que empezó el campeonato y frente a equipos que seguramente lucharán por la permanencia como el Wigan y el Blackburn Rovers. Además, los hombres de Moyes padecen un patente complejo de inferioridad frente a equipos de mayor calibre y salen al campo en los partidos importantes poco convencidos de poder sacar algún punto, tal y como vimos el fin de semana pasado ante el Manchester City. El excelente técnico escocés tampoco ayuda con algunas de sus decisiones, como jugar sin delantero centro o situar a Phil Neville de medio centro. Ante el Liverpool y además en su estadio, se supone que Moyes se dejará de pruebas, alineará a sus mejores hombres en la posición que más rinden , exceptuando a Tim Cahill, que es duda por lesión, e intentará meterles en la cabeza que si salen a jugar con la actitud adecuada, pueden regalar una alegría al respetable de Goodison Park, muy necesitado después de la marcha de Arteta de este verano.
La situación en que llega el Liverpool es complicada de definir. Los «reds» en este campeonato nos han mostrado de todo: pasajes de buen juego, momentos de debilidad defensiva, e incluso encuentros de poco fútbol pero obteniendo resultados. Kenny Dalglish sigue sin definirse por qué medio campo le gusta más y de momento el gran sacrificado está siendo el holandés Dirk Kuyt, que ha sido relegado al ostracismo esta temporada. Dalglish, a principio de la temporada, solo colocaba a un delantero en los partidos como visitante, y normalmente el elegido era Andy Carroll, pero mañana, dejar a Luis Suárez fuera sería casi un suicidio sabiendo el gran estado de forma que vive el uruguayo y la facilidad que tiene para fabricarse ocasiones a partir de balones que aparentemente no presentan peligro. Así que habrá que ver si el técnico «red» se la juega y sale en Goodison Park con dos delanteros, dejando algo más al descubierto su centro del campo.
El Liverpool es un equipo capaz de lo mejor y de lo peor, como muestra la victoria ante el Arsenal en el Emirates y el duro correctivo que se llevaron los «reds» de White Hart Line hace dos jornadas frente al Tottenham. Así que habrá que estar atento para ver qué versión salta al campo mañana en en el gran derbi de Merseyside. Hagan sus apuestas.