Tuve con Bojan Krkić el 9 de noviembre de la temporada pasada un barrunto de alborozo que me dejó absorta el resto del día. Acababa prácticamente de arrancar el encuentro en The Lane cuando el de Linyola empezó a sortear jugadores Spurs desde la medular hasta el balcón del área, punto en el que armó su pierna derecha para ejecutar un tiro raso que batió al guardameta francés Hugo Lloris. Primer tanto del ex blaugrana en Premier League con la camiseta rojiblanca y una súbita ilusión renovada.
Después de aquel 1-2 al norte de la capital inglesa, los enunciados salían como churros: que si Bojan se afianza en los planes de Hughes, que si Bojan empieza a marcar diferencias desde la mediapunta… Nada que se vaya a descubrir ahora. Sin embargo, sí me atrevo a decir que, desde aquel mes de noviembre, la comunidad Potter vivió la situación del equipo con una zozobra ciertamente placentera. Hubo chascos y pataletas, claro; pero, y a pesar de la lesión del ex del Ajax en Rochdale, se llegó a la trigésimo octava jornada –un 6-1 despampanante ante el Liverpool– con una sonrisa y varios récords bajo el brazo.

Y es que el suizo, al igual que un Krkić que hasta aquel gol al Tottenham no comenzó a jugar con asiduidad, no ha desembarcado en las Midlands con todo el poderío y el impacto que las expectativas habían creado dada su condición de fichaje estrella.
Repartió su primera –y última– asistencia en liga en su debut ante el Norwich (jornada 3) y, 9 partidos, 699 minutos y 0 goles después, lo cierto es que el bagaje se antoja ciertamente exiguo para un jugador de su clase. He escuchado ya en varias ocasiones que a Shaqiri le basta con dar un 50% para ser, de lejos, el mejor futbolista en un equipo como el Stoke. Por la calidad que se le presupone –y que, en efecto, tiene–, concuerdo; pero, en mi opinión, y aunque las buenas sensaciones van in crescendo –fue clave en el tanto de la victoria de Arnautović en la última jornada liguera ante el Chelsea con una excelsa asistencia en profundidad a Johnson–, hemos de esperar aún mucho más de su rendimiento para catalogarle con criterio como el jugador más determinante de la escuadra rojiblanca, especialmente en lo relacionado con su velocidad, su sociedad con Bojan y Arnautović y su tono físico.
La falta de regularidad en el Inter y una atípica pretemporada debido a su fichaje pueden estar retrasando la explosión del ex del Bayern, que no está al 100%. Siempre deja destellos de calidad y su habilidad para el desmarque y el guante que tiene en la zurda son para el deleite, pero tiene que dar un paso al frente dado que, hasta el momento, parece que tanto Arnie como Krkić vienen asumiendo los galones por encima del suizo.
Siempre que pienso en los Potters, me imagino a Bojan bajando a recibir por el carril central, acariciando el esférico e hilando líneas de pase con Marko y Xherdan, y a éstos, a su vez, precipitándose en vertical haciendo gala de su velocidad y capacidad para el desborde. Cuando trato de imaginarme esto mismo con un Shaqiri a punto, no encuentro motivo para que la línea de mediaspuntas de Hughes le tenga nada que envidiar a las líneas de tres cuartos más temidas de la Premier. Xherdan Shaqiri progresa adecuadamente.

Pero no sólo de trecuartistas vive el tercer proyecto de Mark Hughes. La llegada de Glen Johnson desde Anfield Road ha supuesto un salto de calidad en el lateral derecho del coliseo rojiblanco. Absolutamente indiscutible en los planes de su entrenador –sólo se ha perdido la quinta jornada ante el Arsenal por lesión–, el canterano del West Ham aporta regularmente equilibrio defensa-ataque y bastantes más cosas de lo que venía haciendo Phil Bardsley, especialmente en la parcela ofensiva: llega a posiciones avanzadas, amenaza con centrar desde su costado y ya suma dos asistencias, el doble de las que dio el anglo-escocés en los 25 partidos de liga que disputó la temporada pasada. El que fuera jugador del Chelsea entre 2003 y 2007 viene además de pasar con nota un exigente examen ante sus ex. Johnson avanza notablemente.
Un joven con proyección. La sombra de N’Zonzi es tan alargada como sus casi 200 centímetros de estatura. Últimamente, cuando Glenn Whelan mira a su alrededor se encuentra con la cara rezongona de Charlie Adam –mediapunta reconvertido–, un poderoso shock si lo comparamos con las delicadas facciones del joven Marco van Ginkel, que lleva sin acompañar de inicio al irlandés en el doble pivote desde que perdiera su sitio tras la sexta jornada de la Premier League. En verdad, no es para menos: cero goles, cero asistencias e incapaz de llevar el timón del equipo como sí lo hacía el francés. A Marco, que aterrizó en el condado de Staffordshire en calidad de cedido por la entidad de Stamford Bridge, aún le queda demasiado grande el traje del actual inquilino del Pizjuán. No aporta la solidez necesaria en defensa ni ha sumado aún su supuesta capacidad llegadora. El chico tiene calidad técnica de sobra, pero todavía debe corroborar las expectativas que hay puestas sobre él. Van Ginkel necesita, y mucho, mejorar.

Para terminar, mencionar que las sensibles bajas del indiscutible Asmir Begović y del veterano Thomas Sorensen en la portería del Britannia Stadium trajeron consigo las contrataciones de los guardametas Shay Given –hasta el momento, sólo ha disputado dos encuentros de League Cup– y de un Jakob Haugaard aún inédito. Sin embargo, la aparición estelar, no sólo en esta demarcación sino en este Stoke City 2015-2016, ha sido la de un Jack Butland que, sin ser uno de los fichajes veraniegos de los que trata este artículo, se ha convertido en la novedad más llamativa y la mejor noticia del conjunto de Stoke-on-Trent. Absolutamente decisivo en prácticamente todos los partidos de su equipo, el de Bristol ha conseguido aportar una seguridad por la que se temía tras la marcha del arquero bosnio. El futuro en la portería de los Potters y de los Three Lions parece estar asegurado. Al ex del Birmingham le damos una Matrícula de Honor. Que se ande con ojo Joe Hart, que ya lo cantan en las gradas del Britannia: Jack Butland, Jack Butland, England’s, England’s numer one…!