Alvaro Oleart

Feliz Navidad, Roberto

 
Algunas personas cursis dicen que por navidad lo que hay que regalar es «amor». O «buenos deseos». Pues bien, como me cae mal la navidad y porque disfruto llevando la contraria, voy a regalar un poco de desamor para acabar el año. Ni siquiera me voy a molestar en hacer absurdos deseos morales para 2013. Para incumplirlos el 2 o 3 de enero, ya prefiero ni hacerlos. Feliz Navidad, Roberto.

 
Kolo Touré. Adam Johnson. Ambos son la viva imagen de las limitaciones que tiene Roberto Mancini como entrenador de fútbol. Eso sí, como «antrenador» es imbatible.
 
Kolo, aquel fantástico central que hizo pareja con Sol Campbell en el invencible Arsenal de la temporada 2003-2004 ha sido reconvertido por Roberto Mancini frente al Sunderland en un lateral derecho pasado de peso. Parece ser que las pastillas para adelgazar de su esposa que le costaron una sanción de varios meses sin jugar no han funcionado. Lo más absurdo de todo es que Mancini pudo haber utilizado a Joleon Lescott, uno de los mejores jugadores la temporada pasada. Lescott observó cómo su equipo hacía el ridículo durante 89 minutos, momento que Mancini creyó oportuno para darle entrada… ¡como delantero centro!
 
Todo lo contrario ocurre con Adam Johnson. Mancini fue la persona que recomendó el fichaje del extremo inglés en el invierno de 2010, pero inexplicablemente nunca le dio minutos. Este verano, la situación se hizo insostenible. Johnson llegó a insinuar que Mancini apenas le dirigía la palabra. Por fortuna para los aficionados al fútbol en general y los del Sunderland en particular, ahora está mostrando su mejor cara. De hecho, brilló con luz propia frente a su exequipo y su odiado exentrenador. Bendita justicia poética. Su fantástico partido fue culminado con el único gol del encuentro, en el que Johnson contó con la inestimable ayuda de Joe Hart.
 
Más allá de estos dos casos concretos, Roberto Mancini volvió a hacer gala de algunas de sus carencias (es imposible mostrar todas en un solo partido). Adam Johnson puso el 1-0 en el electrónico en el 53, pero Mancini no hizo el primer cambio hasta veinte minutos después. Reacción tardía. Tampoco funciona la sala de máquinas, el centro del campo. Milner, Javi García y Yaya Touré son jugadores mucho más físicos que técnicos, lo cual provoca que David Silva tenga pocos jugadores con los que combinar. Además, el hecho de que la primera solución de Mancini sea colgar balones al área no es algo que beneficie a sus mejores jugadores. Ni Agüero ni Silva ni Tévez, los tres jugadores más talentosos del City, sacarán provecho de ese tipo de juego. 
 
Todo ello provocó un resultado que es mucho más que una derrota para los Citizens. Fuera de Europa, de la Copa de la Liga, a siete puntos del United en la Premier League y con Kolo Touré de lateral derecho, el City está en crisis. Ni siquiera su jugador más consistente en las dos últimas campañas, Joe Hart, está rindiendo al nivel que se espera de él. No funciona ni la defensa, ni el centro del campo, ni la delantera. No funciona nada. Mancini dijo que había que «cambiar algo» tras su visita a Sunderland. Quizá estuviera sugiriendo su propio despido. Esperemos que no. ¿A quién criticaré semana tras semana?
 
Para rematar su actuación, después del partido, como ya es costumbre tras las derrotas, Mancini no hizo autocrítica. El italiano se limitó a buscar una víctima a la que echarle la culpa. En esta ocasión fue Kevin Friend, el árbitro. El italiano dijo que Friend «comió demasiado en Navidad, no estaba en buena forma». Posiblemente Mancini debería preocuparse menos de la forma física de los árbitros y más de la de sus jugadores.

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