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Pocos aficionados al fútbol han olvidado su etapa como jugador. Tras una primera mala experiencia en Europa, en el Grenoble, donde solo permaneció un año, regresó a Uruguay. Solo unos meses después surgió la oportunidad de recalar en el Zaragoza, de la mano de Ildo Maniero. Allí, Poyet se convirtió en un ídolo, y conquistó una Copa del Rey y una Recopa de Europa. Tras siete años, hizo las maletas y se fue a Inglaterra. Recaló en el Chelsea y posteriormente en el Tottenham.

En la conferencia de prensa previa a la entrevista, Gus Poyet expresó su disgusto por el desconocimiento que demostró el analista de la BBC durante el partido internacional entre España y Escocia, sobre uno de sus jugadores, el escocés Craig Mackail-Smith. «Es como si un médico no sabe diagnosticar una gripe. Que no conozcas al lateral derecho de Liechestien, lo puedo comprender, ¿pero a Mackail-Smith?». Por ahí empezamos.
Te he visto bastante molesto con el tema de Mackail Smith.
Acá en Inglaterra tienen una costumbre totalmente distinta a la de nosotros. Acá es muy fácil, le das una trompada a uno y vas afuera y con un «apologise» lo arreglas todo. No, monstruo, le pegaste una trompada. Ahora cométela, esperate al próximo partido que te la vas a comer vos. Salen de lugares muy fácilmente. Se preocupan de tonterías y después van a comentar un partido internacional y el comentarista de la BBC, que debe cobrar una fortuna, dice «ah, no sabía que era tan rápido», «ah, no sabía que podía jugar en esa posición». Encima, yo me pongo en la situación de su familia, porque me pasó algo similar con Uruguay. Jugaba de una manera en Zaragoza y después iba a la selección y me ponían más atrás, no tocaba el balón, corría como un tonto y no marcaba un gol en 20 partidos. Me asesinaban, lo que es normal porque no rendía al mismo nivel que con el club. Yo me venía para Europa y me importaba un pepino lo que dijeran de mí, pero mi familia y mis amigos se la comían toda. Cada dos por tres me llamaban para decirme: «¿Sabes lo que dijeron de ti?». Le está afectando a otra gente, igual a Macka le da igual pero yo sé que la familia sufre.
Sois uno de los clubes de moda en Inglaterra y en parte es por flamante AMEX Stadium, tras un largo peregrinaje de 12 años sin estadio propio. ¿Qué importancia le atribuyes al estadio en este buen arranque de temporada, en la ilusión que se percibe en torno al Brighton?
¿Sabes dónde jugamos el año pasado? El cambio es bestial. El problema que teníamos el año pasado, más allá de que estábamos una división más abajo, era que no teníamos nada para atraer a un jugador. Ni campo de entrenamiento ni estadio. Cuando un jugador tenía la posibilidad de ir al Southampton, al Charlton o al Sheffield, elegía a los otros antes que a nosotros. Para colmo, les pagaban más. Con el estadio, por lo menos, tenemos algo para vender. También podemos mostrar los planos del próximo campo de entrenamiento, pero como demorará un año y medio y quién sabe dónde estaremos… pero se nota que el club tiene las bases para empezar a hacer algo. Eso influyó para atraer a jugadores de la talla de Vicente o Mackail-Smith. Y para que otros jugadores que podrían haberse marchado, se quedaran.
La temporada pasada fue fantástica.
Está claro que hicimos algo único el año pasado, impensable. Éramos un buen equipo y de un día para el otro pasamos a ser un muy buen equipo. Los candidatos a ganar la liga el año pasado eran el Southampton, Charlton, Huddersfield, que gastó fortunas, y el Sheffield Wednesday, que había bajado. Nosotros debíamos estar en ese grupo, teníamos que quedar entre los seis primeros, ese era el objetivo. Habríamos firmado quedar sextos en el último minuto con gol en fuera de juego con la mano. Y ganamos. Nos pusimos líderes en septiembre y la gente esperaba que cayéramos. Tuvimos un bajón en diciembre y todos nuestros rivales también lo tuvieron. En marzo ganamos ocho partidos seguidos. Demostramos que sin el presupuesto más alto, porque teníamos el quinto, sin los mejores jugadores, pero creyendo en una filosofía, se puede lograr cualquier cosa.
Como dices, el año pasado teníais un estadio en pésimas condiciones, una plantilla que no era la mejor y un presupuesto que tampoco era de los más altos. A pesar de ello, lográsteis el título con solvencia. ¿Cuál fue la clave de vuestro éxito?

Al principio, todo fue muy fácil. Empezamos el campeonato más o menos. Entonces fuimos a Plymouth y el primer tiempo fue espectacular. Estaba en el banco y nos mirábamos con Taricco (el argentino Mauricio «Tano» Taricco, segundo entrenador) asombrados. En el segundo nos presionaron distinto, no jugamos tan bien pero tuvimos cinco ocasiones claras y ganamos. Luego, como locales, ganamos con gol de Fran Sandaza en el último minuto y nos pusimos líderes. Teníamos dos partidos como visitantes clave, contra Charlton y Peterborough, y los destrozamos.
Tras aquellos primeros encuentros, yo miraba los partidos del rival para hacerme una idea cómo nos iban a jugar. No digo el Barcelona, pero si uno mira al Valencia, te haces una idea de cómo juegan todas las semanas. Pero el problema que teníamos nosotros es que a partir de ese partido con el Peterborough todos los equipos cambiaban cuando jugaban contra nosotros. Yo miraba tres, cuatro partidos, llegaba al campo y no tenían nada que ver.
Nos ha contado Iñigo Calderón que los rivales estaban desconcertados ante vuestra apuesta por el fútbol de toque, así que se limitaban a cerrarse atrás.
Tranmere. Contra ellos nos fuimos con 2-0 a favor al descanso, ¡y no pasaron de la media cancha en el segundo tiempo! ¡Se quedaron todos atrás!. Mis centrales se empezaron a pasar el balón el uno al otro y nadie presionaba. Tano me decía: «Que se la queden ahí, 45 minutos». Y yo le decía: «Tano, no sé si te diste cuenta que hay 7.000 personas en el estadio». Una vez sí le dije a un central: «Pisá el balón y cruzate de brazos hasta que vengan».
¿Y qué hicisteis para superar a esos rivales que modificaban todo su sistema para jugar contra vosotros?
A partir de ahí, le tenés que pedir a un jugador de League One que actúe en función de lo que haga el rival. Eso no es típico de Inglaterra, porque generalmente juegan siempre igual. No hay nadie que diga: «Aquel es un desastre, ataquemos por ahí» o «este está muy bien hoy, vamos a dársela». Nos centramos en mantener la posesión y darle el balón al que estaba muy bien.
Complicado.
Le estábamos pidiendo a jugadores de 2ªB que hicieran cosas que no hacen ni en el Tottenham. Yo he estado allí y sé que hay una cantidad de jugadores del Tottenham que les pide eso y te dicen «vale, vale». Era un riesgo jugar así, pero valió la pena. Ésa fue la clave, tuvimos una identidad.
¿En qué entrenadores te has inspirado? Seguro que Ranieri no fue uno de ellos (Poyet tuvo que abandonar el Chelsea tras la llegada del técnico italiano, al que le hizo de traductor durante seis meses).
No, Ranieri, no. Sobre todo de los técnicos donde jugué yo. En el Zaragoza jugábamos muy bien, teníamos mucho el balón porque Aragón, Nayim, Higuera, Pardeza y Esnáider necesitaban el balón. Los laterales eran muy ofensivos. Era un equipo con calidad técnica. Luego estuve en el Chelsea. Yo salía a la cancha, miraba a mi alrededor y me decía: «Nosotros la vamos a tener, los otros no sé». Luego, en el Tottenham, en el primer año sí pero luego no. Y ahí empezás a decir, no me gusta.
Imagino que no fue una tarea sencilla cambiar la filosofía de juego del equipo, desde un fútbol más directo hacia un estilo más combinativo, más de toque. ¿Te costó mucho realizar esa transformación?
Nos llevó cinco o seis meses. Hace poco les mostré a los jugadores un partido del año pasado en que empatamos 0-0 ante el Huddersfield. Marcos Painter no podía ni mirar. Agarraba la pelota y… ¡pum!, para arriba. La volvía a agarrar, y ¡pum! de nuevo para arriba. Ahora, para que pegue un balón para adelante le tengo que gritar.

Todos estamos enamorados del Barcelona. Es el mejor equipo de la historia. Olvidate del Brasil del 70, de la «naranja mecánica» o del Milán de Sacchi. El resto no existe, están 500 km atrás. Pero no se puede imitar porque tienen unos jugadores que nadie tiene. Lo que sí se puede copiar es la idea y adaptarla a las características de tus jugadores. Ahora examinemos las divisiones inferiores. Si vos ves jugar al segundo equipo nuestro, es un espectáculo. Te diría que juegan mejor que nosotros, porque los rivales no pueden analizarlos. El otro día fui a verlos y el equipo contrario no tiró a puerta ni una sola vez. No los pueden contrarrestar porque no los ven.
¿Cuál es tu meta como técnico del Brighton?
Hay diferentes formas de afrontar un trabajo como éste. Puedes tomarlo como una etapa de transición en tu carrera. Si lo haces bien, te vas a un equipo mayor. Por otro lado, están los casos únicos, como los de Wenger y Alex Ferguson, que están en un equipo quince años. Los dos extremos son muy buenos, los malos son los del medio. Entrenas en un club, te va mal, te vas a otro, y así sucesivamente. Yo estoy contento en este club, porque tiene un proyecto ambicioso. Siempre que ese sentimiento sea mutuo, como creo que es ahora, seguiremos juntos.
Y como entrenador, ¿cuál es tu objetivo a largo plazo?
Quiero entrenar al máximo nivel. Pero para ganar. Sí, soy egoísta. Quiero ganar. No quiero pelear en la Premiership cada año por no descender, no me gusta. Prefiero pelear todos los años por ganar el Championship. No quiero ir al campo del Chelsea y comerme cinco, ir al del Manchester United y comerme otros cinco. Para eso, no voy. Ahora, si voy y tengo una chance de ganar, así sí, aunque me coma cinco. No quiero ser ni un héroe ni un mago. No quiero salir diciendo «soy un héroe, solo me comí uno». Quiero tener siempre una mínima chance de ganar.
¿Cuál es el objetivo del Brighton a corto plazo?

Premiership. No quiero poner un plazo obligatorio, pero ése es el objetivo. Si nosotros acabamos esta temporada en media tabla, pero sabiendo lo que hay que añadir al equipo para crecer, estaré contento. La clave es seguir creciendo, aunque sea de a poquito. Lo que yo quiero es llegar a la Premier y saber que cuento con siete u ocho jugadores preparados para competir al máximo nivel. No quiero subir y bajar al siguiente año, como le pasó al Blackpool, que aguantó quince partidos y los otros quince o veinte se caían a pedazos. Quiero tener jugadores que sepa que pueden jugar en la Premier. Si el ascenso se da este año, perfecto. Si es el que viene, espectacular. Si es el siguiente, un poco peor, pero bien también. De lo que se trata es de que, cuando lleguemos, sepamos que estamos preparados para competir al máximo nivel.
Con ese objetivo en mente, el club fichó en verano a Vicente, un jugador que ha disputado la Champions League, que ha sido internacional con España, en fin, un jugador de un nivel diferente. Parece que tienes intención de sacarle de la banda izquierda y situarle más centrado. ¿Qué crees que os puede aportar?
Calidad. Y que desnivele donde puede hacer más daño, cerca del área, pero centrado. Quiero que juegue un poco en la posición de Silva en el Manchester City, salvando las distancias. Y creo que le gusta esa posición. La calidad no se puede comprar. No se pueden comprar dos kilos de calidad para la pierna izquierda, pero sí se puede fichar a un tipo como Vicente. Este equipo necesita la calidad que él aporta.
¿Qué tal es tener como presidente a un jugador profesional de póker que además es más joven que tú?
Tengo mucha suerte. Aquí en Inglaterra tienen un refrán: «No vayas a un club por su nombre sino por el del presidente».
Llegaste a Inglaterra para jugar en el Chelsea en 1997. ¿Qué cambios crees que se han producido en el fútbol inglés desde entonces?
El principal es que los grandes clubes se han hecho mucho más europeos. Para competir en la Champions League has de adoptar un estilo mucho más europeo. El resto está sufriendo, porque cada vez hay más diferencias. Este año hay mucha diferencia entre los equipos de arriba y los de abajo. No puede ser que todos los fines de semana haya un cuatro o cinco a cero.
Como en España.
Barça y Madrid se fueron a otro nivel y la gente lo acepta, lo que es malísimo para el fútbol. El resto se contenta con luchar por la otra liga, Valencia, Sevilla… Es lindo para Madrid y Barcelona, que se matan entre ellos. Aquí hay cuatro o cinco. No todos tienen la misma chance pero estarán ahí. Cuantos más haya, mejor.
¿Cuál crees que es el motivo de que hayan surgido tales diferencias?
El dinero. ¿Cómo solucionarlo? Es complicado, porque poner un tope salarial es muy complicado a nivel mundial. De todas formas, uno lo acepta y lo que hay que hacer es ver cómo competir de otra forma.
Por último, ¿qué opinas de los dos únicos uruguayos en la Premier League, Luis Suárez y Sebastián Coates?
Sobre Suárez, nunca tuve ninguna duda porque siempre fui un convencido de su fútbol. Con 22 años ya era capitán del Ajax, algo que no es fácil para un extranjero. Luego lo confirmó con la selección a nivel internacional. Soy un enamorado de que vengan jugadores uruguayos a Inglaterra.
Y de los jugadores que estaban en Uruguay, si hay uno que tiene las condiciones para jugar en Inglaterra, por sus habilidades físicas y futbolísticas, es Coates. Además, tiene 20 años. Jugó dos Libertadores y ha sido campeón de la Copa América. Si le das el tiempo necesario, que pueden ser tres meses, seis, un año, debería ser un éxito total. A ver si lo agarra y tenemos dos muy buenos jugadores uruguayos en Inglaterra.