Saint Totteringham’s Day es un concepto creado por los aficionados del Arsenal a principios del siglo XXI que se celebra el día en que el Arsenal ha cosechado suficientes puntos para asegurar matemáticamente que acabará por delante del Tottenham en la liga, algo que sucede prácticamente cada año. O al menos hasta ahora.
Porque los Spurs y los «gunners» parecen haber intercambiado sus posiciones. Mientras el Arsenal no pudo retener a Nasri y Fàbregas este verano, los Spurs impidieron que Luka Modric se fuera al Chelsea. Una inversión que ya está produciendo réditos, tras el golazo que abrió el marcador ante el Liverpool este domingo.
Resultaría falso afirmar que el Arsenal está en crisis: siguen en cuatro competiciones, las finanzas están en buen estado, su forma es caótica más que irrecuperable. Pero ya existe la sensación de fatalidad de que el destino ya no está en sus manos. Los clubes de Manchester y el Chelsea están un escalón por encima y el Arsenal parece menos preparado para acceder a la Champions League que los Spurs o el Liverpool.
La actuación del Arsenal ante el Blackburn recordó a los viejos tiempos: combinación entre medio y ataque, un hermoso gol labrado por su cerebro español, muchas oportunidades, graves errores defensivos puntuados con un pésimo rendimiento en los balones parados y un fuera de juego tirado desastrosamente. Ah, sí, y dos goles en propia puerta.
También es cierto que desde la época de los «invencibles», los aficionados del Arsenal se han acostumbrado a los malos arranques. Solo ganaron un punto en sus tres primeros partidos en 2006-07, cayeron en casa por el recién ascendido Hull en 2008-09, y la temporada pasada sufrieron el mismo correctivo ante el West Brom. Pero este inicio ha sido el peor, con la victoria por 1-0 ante el Swansea como el momento álgido hasta ahora.
El producto resulta familia, reconocible pero menor. Una vez más, el Arsenal está fuera de la carrera por el título y, lo que es más grave, podría estar también fuera de la carrera por la cuarta plaza.
En cambio, los vientos son favorables para Harry Redknapp, técnico de los Spurs. Su decisión de jugar en Grecia en la Europa League con los suplentes resultó premiada con una actuación repleta de energía ante el Liverpool.
La rapidez y vigor con los que empezaron el partido cogió a contrapie al Liverpool desde el inicio y los frutos no tardaron en llegar. El Liverpool es un equipo que no tiene lateral derecho, lo cual es un problema, sobre todo cuando Gareth Bale está enfrente. Dalglish colocó a Martin Skrtel y el eslovaco pasó la peor tarde de su vida. Afortunadamente para él, el árbitro le envió al vestuario antes de tiempo. Es cierto que ni Stewart Downing ni Jordan Henderson le ayudaron defensivamente. Por algo no son interiores derechos. Jugaron demasiado centrados y demasiado arriba, permitiendo que Benoît Assou-Ekotto, Luka Modric y Scott Parker invitaran a Bale a estirar sus piernas demasiado a menudo. Dirk Kuyt, un jugador excelente en defensa y que brilló por la derecha con Benítez, se quedó en el banquillo. Carragher tampoco pudo ayudar a Skrtel, ocupado como estaba con los movimientos de Jermain Defoe y Emmanuel Adebayor.
Todavía es pronto para emitir un veredicto sobre el Tottenham, pero Parker y Adebayor parecen mejores que los jugadores que vinieron a reemplazar, mientras que Modric y Bale han alcanzado la forma de la temporada pasada y desarbolaron a un estático Liverpool. Si siguen a este ritmo, el Arsenal no podrá celebrar un año más St. Totteringham’s Day.