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La mayoría de los clubes de fútbol fueron fundados por pequeños grupos de personas, compuestos principalmente por los propios jugadores. Ellos eran los que ponían el grueso del dinero para que el club se mantuviera a flote, sin esperar remuneración alguna a cambio o, como mucho, vender unas cuantas cervezas y algunos snacks. Sin embargo, cuando el dinero comenzó a fluir, la naturaleza del fútbol se transformó drásticamente. El fútbol dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio.
Tras la profesionalización, los clubes comenzaron a privatizarse
Los aficionados perdieron el control de los clubes que fundaron
A partir de la profesionalización oficial del fútbol, en 1885, y de la aparición de la Football League, en 1888, los clubes de fútbol comenzaron a privatizarse. Eso implicó que dejaron de funcionar democráticamente, un tipo de organización que no agradaba especialmente a los dirigentes políticos y magnates del momento (hay que recordar que el sufragio universal no se aplicó en Gran Bretaña hasta 1928). Esta transformación provocó que los aficionados perdieran el control de los clubes que ellos mismos habían fundado y permitió a la clase alta adueñarse del control del mundo del fútbol apropiándose de los clubes. Paradójicamente, en muchos casos fue la propia ansia de los aficionados por que su equipo ganara lo que condujo a la privatización, provocando que los trabajadores perdieran el control. Por otro lado, los jugadores pasaron a ser meros trabajadores al servicio del club, como sucede en la actualidad. Como quien trabaja en una mina, pero golpeando un balón con los pies.
Fue en este contexto, en el cual los aficionados ya no participaban en el funcionamiento democrático de los clubes a los que apoyaban cuando se crearon multitud de Supporter’s Clubs (SC), durante el primer tercio del siglo XX. Los SC eran clubes sociales formados por los aficionados de los clubes de fútbol. Según el profesor Rogan Taylor, «resulta difícil estimar cuántos SC emergieron durante los 30 primeros años del siglo XX, aunque no parece descabellado pensar que, en algún momento, prácticamente todos los clubes de la Football League y los clubes más grandes fuera de la Football League tuvieran su SC».
Estos clubes de aficionados estaban formados originariamente con un doble objetivo. Por un lado, buscaban recaudar dinero para el club, y así ayudarle financieramente, como ya habían hecho los fundadores de los primeros clubes de fútbol. Estas recaudaciones se conseguían principalmente mediante la venta de lotería. Por otro lado, se crearon como una forma de organizar los viajes de los aficionados cuando su equipo de fútbol jugaba a domicilio. Sin embargo, a pesar de la buena fe con la que la mayoría se habían creado, muchos incluso por iniciativa del propio club de fútbol, pronto comenzaron a ser una forma de presionar a las directivas de los clubes de fútbol, en caso de que estuvieran haciendo algo que los miembros del SC consideraran equivocado. Con la creación de los SC empezó la relación amor-odio entre los dirigentes de los clubes de fútbol y sus aficionados, que perdura hasta el siglo XXI. Cuando las cosas van bien, todo son alabanzas, pero, cuando cambia la situación, surgen las protestas contra la junta directiva.
El SC, únicamente un brazo recaudador del club
Esta relación entre los clubes de aficionados y los dirigentes de los equipos fue desigual desde el principio. Los clubes de fútbol eran privados, por lo que eran los dueños y la directiva los que tomaban las decisiones. Así las cosas, los clubes se organizaron para sacar provecho de los SC. Las directivas de los clubes de fútbol tendieron a considerar a sus SC como un mero brazo recaudadador para el club, sobre todo a causa de la lotería (la Federación inglesa no permitió que los clubes de fútbol vendieran su propia lotería hasta 1960).

Sin embargo, a pesar de lo poco que contaban los SC para los clubes y para los medios de comunicación, la realidad es que los SC tenían una importancia enorme en lo económico. En una edición de septiembre de 1935 de The Supporter, se informaba de que entre solo 22 SC «se habían recaudado no menos de 44.662 libras que se destinaron a la construcción de siete tribunas y a la instalación de un techo para 70.000 espectadores». Más allá lo elevado de la suma, resulta llamativo que estas aportaciones se llevaran a cabo en un momento en que el desempleo era muy elevado.
Estas recaudaciones se mantuvieron en las décadas siguientes, y no faltan ejemplos de ello. Según datos recogidos de la obra de Rogan Taylor «Football and its fans», el Stockport County SC estima en unas 100.000 las libras recaudadas para el club entre 1954-63. El Aldershot FC recibió unas 124.000 libras entre 1952 y 1967 procedentes de aficionados, mientras que aficionados del Bedford Town aportaron 175.000 libras entre 1950-65. Antes de 1950, el Southampton SC había construido y equipado un gimnasio, una sala de recreo y unos billares para los jugadores, además de contribuir al problema anual de los salarios de verano. El Southend United SC, hacia 1953, había comprado y pagado un nuevo estadio para el club al que apoyaba, estimado en unas 17.000 libras. Los aficionados del Walsall calculan en dos millones de libras la contribución entre 1947 y 1989. En el pequeño Gainsborough Trinity, antes de 1965, se recaudaron unas 60.000 libras, a las que cabe sumar la compra del estadio, un nuevo pabellón, una sala de reuniones, vestuarios y otras instalaciones. En 1968, el Chester Report calculó que, entre 1963 y 1966, se recaudaron cerca de cuatro millones y medio de libras solo por los aficionados de los clubes profesionales (la actividad en los clubes aficionados o situados fuera de la Football League fue igual de intensa, como muestra el ejemplo del Gainsborough Trinity).
Este dinero recaudado por los SC se reinvertía en los clubes de fútbol, lo cual no quiere decir que los directivos de los clubes no se beneficiaran personalmente de estas reinversiones. Un buen ejemplo es el que recoge Chris Downham en «Dockers, lions and bushwackers». El Millwall ingresó elevadas cantidades de dinero gracias a su buen hacer en la FA Cup de la temporada 1936-37 (fueron eliminados en semifinales por el Sunderland) y su posterior ascenso en 1938. De este dinero, 60.000 libras se destinaron a los despachos, unas mejoras que favorecieron a los miembros de la directiva. Se construyeron una lujosa sala de reuniones, un bar, una sala de billares y un patio interior, además de una oficina nueva para el manager. A pesar de que los aficionados del Millwall lograron un techo sobre sus cabezas en el estadio, tuvieron que pagar un precio más elevado por este privilegio.
Los SC recaudaron grandes cantidades de dinero para sus clubes
¿Pero qué recibían de los directivos de los clubes a cambio?
Todas estas donaciones eran por el bien del club. Pero, ¿pretendían los SC volver a los orígenes y devolver la democracia a los clubes de fútbol? ¿Daban algo a cambio los directivos de los clubes de fútbol a los aficionados por estas enormes sumas de dinero?
A pesar de alguna excepción, el patrón más común era un sistema unidireccional. Quizá los SC pretendían lograr un peso político dentro del club de fútbol, pero lo cierto es que no lo consiguieron. Los clubes de fútbol no querían dar representación dentro del club a ningún aficionado, pero algo tenían que hacer para tenerles mínimamente contentos y que siguieran recaudando fondos. Así, en la mayoría de ocasiones uno de los directivos se integró en el comité del SC, lo que significaba que la directiva del club de fútbol podía discutir cualquier tema con el comité del club de aficionados, pero no a la inversa. Un ejemplo esclarecedor es el del Bournemouth and Buscombe, ya que en 1935 el presidente del SC era un directivo del club de fútbol.
Lógicamente, este sistema no era del agrado de los SC, aunque, como ya se ha mencionado, fueron muchos de los posteriores miembros de los SC los que pidieron la privatización de los clubes, para así disponer de más dinero para invertir y aumentar las posibilidades de éxito de su equipo.

Sistemas de presión
El tira y afloja entre los aficionados y los clubes de fútbol ha llegado hasta la actualidad. Durante la última década, con la aparición de Internet y las redes sociales, los aficionados gozan finalmente de una vía para poder expresar sus opiniones abiertamente. Aunque la decisión final la toman los directivos y propietarios de los clubes, lo hacen conscientes del posible revuelo mediático que pueden crear. No ocurría lo mismo décadas atrás. Los aficionados, por muy enfadados que estuvieran con los dirigentes del club, todo lo que podían hacer era lo que en inglés se llama «foot voting» (literalmente, «votar con los pies»), es decir, dejar de ir a los estadios a ver a sus respectivos equipos. O, como mucho, podían organizarse protestas próximas al estadio o a las oficinas del club.
Los problemas evidentes de organización que conllevaban las protestas (coordinar a miles de espectadores, todos ellos dispuestos a unirse a la protesta, a una hora y en un lugar concreto) llevaron a la mayoría al fracaso. Pero no todas tuvieron el mismo resultado negativo. En 1930, una consecución de malos resultados desembocó en una reunión masiva de unos 3.000 aficionados del Manchester United ante el Ayuntamiento de Hulme, Manchester. La decisión tomada fue la de boicotear la visita del Arsenal en la siguiente jornada. El líder de los aficionados, George Greenough, un taxista local miembro del primer SC de los «red devils», imploró a la gente que no entrara al estadio. El boicot tuvo algo de impacto (solo hubo 23.000 espectadores ante los «gunners» en Old Trafford) y, a medida que avanzó la temporada, la asistencia fue bajando hasta situarse por debajo de los 10.000 espectadores de media.
Sea como fuere, estos boicots tuvieron escaso éxito. Para ser efectivo, un boicot necesitaba un apoyo sustancial difícil de obtener por la escasa mediatización de los aficionados y sus propias dudas: ¿debían apoyar a su equipo o censurar a la directiva? Los SC de distintos clubes pronto se unieron para crear su Federación, una organización nacional a la que se incorporaron cientos de SC para luchar contra la tiranía de los clubes.