La selección brasileña reúne actualmente a algunas de las mayores estrellas del firmamente futbolístico mundial, se enorgullece en ser la única que ha conquistado la Copa del Mundo en cinco ocasiones y se planta en su suelo propio como una de las grandes favoritas para alzarse con el cetro en 2014. Pero hubo una época en que eso quedaba muy lejos. Una época en que un modesto club de Devon, en el suroeste de Inglaterra, jugó un papel determinante.
1914. La pasión por el fútbol en Argentina está en auge, así que la comunidad futbolística del país envía una invitación a la federación inglesa para que un representante del país viaje hasta Sudamérica para disputar una serie de amistosos contra equipos locales. Después de estudiar el asunto con detenimiento, el organismo se decantó por un «equipo realmente representativo» del fútbol inglés: el Exeter City.
Por aquel entonces, los Grecians eran un equipo de media tabla en la Southern League, una liga que reunía a los mejores equipos del sur del país y que en los años 20 se integraría en la Football League como la tercera división.
El 22 de mayo de 1914, un grupo de quince jugadores zarpó de Southampton con destino a Rio de Janeiro, donde atracaron dieciocho días más tarde. Por si la travesía no había sido suficientemente engorrosa, la estancia de los ingleses no pudo comenzar peor. Agobiados por el calor, todo el equipo decidió darse un baño en la playa de Santos. Sin embargo, esta prohibido hacerlo y el equipo al completo fue arrestado antes de llegar siquiera a golpear un balón. Afortunadamente, un policía local comprendió que se había tratado de un malentendido y les puso en libertad.

En el primer partido, el Exeter derrotó por 3-0 a un combinado de expatriados ingleses. A continuación, vencieron por 5-3 a un combinado brasileño formado por jugadores pertenecientes a los clubes de Rio.
Tras esa derrota, los clubes de Rio decidieron unir fuerzas con los de Sao Paulo, una decisión sorprendente considerando la acérrima rivalidad entre ambas ciudades. Pero consideraron que constituiría una buena preparación para un torneo internacional que debía disputarse en Argentina a finales de ese mismo año.
El Exeter se enfrentó al combinado brasileño el 21 de julio de 1914 en el Estádio das Laranjeiras de Rio, hogar actual del Fluminense. Este encuentro se considera como el primero de la historia de la selección brasileña.
Existe cierta controversia sobre la asistencia al encuentro e incluso sobre el resultado. Los periódicos de la época reflejan un interés desmesurado por el encuentro. Existe cierto consenso en que el estadio, que en aquel entonces tenía una capacidad de 6.000 personas, se llenó para presenciar el duelo. Y los jugadores locales no defraudaron al público.

A pesar de la superioridad física de los ingleses, Brasil dobló su ventaja por mediación de Osman. Tras el pitido final, el público invadió el terreno de juego y alzó a sus ídolos en hombros, convertidos en héroes nacionales. Los débiles amateurs brasileños se habían impuesto a los temibles profesionales ingleses. Aquella demostración pública generó una ola de patriotismo muy útil para la joven república brasileña, nacida apenas un cuarto de siglo antes. Apenas cuatro décadas después, el fútbol se erigiría en el principal símbolo de la identidad nacional.
Mientras, el Exeter continuó vagando por tercera división hasta los años 50, en que cayó en el pozo de la cuarta división, donde permanecería buena parte del siglo XX. A principios del siglo siguiente, los Grecians vivirían el peor momento de su historia, cuando cayeron en la quinta división. Fue precisamente en esa época cuando se celebró el improbable partido de vuelta frente a los brasileños.
En 2004, con motivo del centenario del Exeter, un combinado de estrellas de la selección brasileña, incluyendo Careca, que representó a la canarinha en los Mundiales de 1986 y 1990, y Dunga, Jorginho, Mazinho o Branco, ganadores en 1994, se presentaron en la pequeña localidad de Devon para rendir homenaje al modesto club inglés.
En torno a 6.000 aficionados presenciaron cómo los veteranos brasileños vencían de nuevo al Exeter, en esta ocasión por 0-1. Un encuentro que se fraguó meses antes, cuando una delegación del club viajó hasta Dublín, donde Brasil se enfrentaba a Irlanda, para convencer a Marco Antonio Teixeira, secretario general de la Confederación Brasileña de Fútbol, de que debían acudir a Exeter. Los representantes del club inglés apelaron al especial vínculo histórico que une ambos conjuntos y pidieron a los brasileños que acudieran para recaudar fondos para el club, acuciado entonces por las deudas que amenazaban la existencia del club.
Hoy en día, el Exeter compite en League Two y pertenece a sus aficionados. Y puede enorgullecerse en afirmar que fue el primer equipo que se enfrentó a la pentacampeona del mundo.