La hipocresía debería de ser inútil. No debería de servir para nada. ¿Por qué no podemos mostrarnos tal y como somos? ¿Por qué tenemos que esconder nuestros deseos, incluso de nosotros mismos? Fácil. Porque, consciente o inconscientemente, sabemos que los deseos que escondemos no son loables. Así, buscamos esconder estos poco loables deseos, pues no estarían bien vistos por la sociedad que nos rodea.
Mario Balotelli es el jugador de fútbol más sobrevalorado del mundo. Sin embargo, como personaje público no tiene precio. Si no existiera un tipo como Balotelli, habría que inventarlo. ¿Por qué? Porque, para bien o para mal, es de las pocas personas que se comportan tal y como son. Que no siguen los estúpidas pautas sociales de comportamiento. Otra cosa es que nos guste o nos deje de gustar cómo es Balotelli. Pero como mínimo no tiene miedo a mostrarse como es. Es más, no sólo le importa lo que a mí el cricket mostrarse como es, sino que está orgulloso. Decía Maquiavelo que «todos pueden ver lo que aparentamos. Pocos ven lo que somos». En el caso del delantero del Manchester City, todos podemos ver cómo es. Se trata de una persona que cobra millones de euros y que se disfraza de Papa Noel para regalar dinero por la calle. Una persona que incendia su casa el día antes del partido más importante de la temporada tras llevar a cabo la brillante idea de lanzar fuegos artificiales desde su cuarto de baño. Y al día siguiente marca uno de los goles más determinantes de la historia de su club, enseñando posteriormente una camiseta con la inscripción «Why Always Me». Una persona que ha sido fotografiada con capos de la mafia italiana. Una persona que equipara su trabajo como futbolista con el de un cartero para justificar por qué no celebra los goles (ya le gustaría a prácticamente cualquier cartero dedicarse a jugar a fútbol…). Ése es Mario Balotelli. No es ninguna apariencia.
La excentricidad de Monatelli (recientemente su agente le comparó con la obra maestra de Leonardo da Vinci. Todavía no he llegado a comprender por qué. La única explicación que he encontrado es que ambos tienen unas cifras goleadoras similares esta temporada, pues Balotelli sólo lleva 1 gol.) no es lo que le hace tan especial, sino su forma de ser. Los hombres hemos tenido a lo largo de la historia esa estúpida costumbre de esconder la realidad, incluso de nosotros mismos. Ser franco y sincero con uno mismo solo es fácil si uno está orgulloso de sí mismo. No en caso contrario. ¿Cómo iba a ser Hitler sincero consigo mismo sabiendo que su régimen ha matado a millones de personas inocentes? Lo único que podía hacer es mentirse a sí mismo, creando una realidad paralela en la que él es el salvador y sus víctimas, peligrosos enemigos.
Balotelli se miente a sí mismo cada vez que habla sobre sí mismo como futbolista. «Sólo Messi está por encima de mí» son unas palabras que no tienen intención alguna de engañar a los demás. Quiere engañarse a sí mismo. Pero ésa es parte de su naturaleza, lo cual hace todavía más loable el comportamiento no hipócrita del italiano. Y estoy claramente a favor de que las personas se muestren en todo momento tal y como son, como Balotelli. Es más divertido. Además, crea multitud de empleos. Cuando incendió su casa, Balotelli dio trabajo a los bomberos, a los periodistas de la prensa rosa, a los deportivos, a la policía… ¡y encima generó millones de carcajadas! ¿Qué más se le puede pedir a una persona? Su futuro biógrafo también ganará mucho dinero. Tanto trabajo da Balotelli que hasta cuando no juega yo escribo sobre él. Lástima que no cobre (yo). De hecho, en España no habría tanto paro y crisis económica si hubiera más personas como Balotelli. Eso sí, habría todavía más «periodistas» que viven de hablar de la vida de los demás, lo cual bajaría el nivel intelectual de los españoles. Miento. Dada la programación televisiva y la política española (¡el Presidente del Gobierno no habla inglés!), el nivel intelectual español no puede bajar más. Sea como fuere, si se marcha de Inglaterra, Balotelli arruinará a todas las publicaciones de prensa rosa de Manchester. Y a las tiendas de fuegos artificiales. Y los aficionados al fútbol inglés le echaremos de menos. Mucho.
Sobre el autor
Alvaro Oleart
@Alvaro Oleart
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