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La dualidad verano-fútbol

El período estival no es el mejor amigo del balompié. Todo se para antes del inicio de una nueva temporada. El humor de los aficionados cambia. Y las plantillas de los clubes, también.

 
Enuncia un estudio que un jugador de póker vive en una sola hora de juego las mismas situaciones emocionales que una persona en un mes de su vida sin practicar ese entretenimiento. La euforia, la consternación, la sorpresa, la intriga. El alivio y el agobio. Sería bastante positivo poder realizar la comparativa también para los aficionados al fútbol en los 110 minutos que dura un partido (tiempo reglamentario, descuentos y descanso) y el resto de ciudadanos.
 
Verano. Esa época en la que nos falta algo. Poder rememorar al mito Pete Dunham y decir: “¡Es día de fútbol!”. La expectación del gran partido del fin de semana. Ese Arsenal-Tottenham, el duelo de West Midlands entre Birmingham y Aston Villa, incluso el derbi de Tyne and Wear, Newcastle-Sunderland. Nos falta también la planificación de los fines de semana en torno a nuestra mayor devoción. Nuestra alegría. Nuestra catarsis. Donde nos produce desasosiego que resuene en nuestra música del móvil el “You´ll never Walk Alone” del Liverpool o el novel “Everywhere we go” de los Spurs gracias al modo aleatorio del smartphone. El himno de la Champions pierde significado. No tiene la misma esencia.
 
Nos diluvian informaciones sobre posibles fichajes, informaciones de poca relevancia y sensacionalismo vacacional de las grandes estrellas. Ante la falta de cosas por las cuales rascar dentro del césped se buscan fuera. En los tiempos de ocio y relax de los jugadores. El afán de los medios de comunicación por vender llega al extremo de la intrusión de la vida privada de los jugadores en período estival.
 
Hay menos movimiento también a través de las redes sociales. No quedan Vines con los grandes goles y los fallos clamorosos del fin de semana. Se suceden los comunicados oficiales de compras y ventas, cesiones o confirmaciones de partidos amistosos. Los estadios quedan vírgenes de las líneas de cal y algunos incluso de césped. Las redes se enmarañan en almacenes a la espera de una nueva temporada. Los grifos de los vestuarios tienen cerrada el agua corriente. Todo se para.
 

El afán de los medios por vender provoca intrusiones en la vida privada

Cualquier cosa alivia: el Euro West Ham, el calendario, los amistosos…

Algunos se consuelan con la Copa América. Otros años con la Eurocopa sub-21. O el Mundial femenino. El caso es agarrarse a algo. Pero no pueden engañarse. El frenesí, la rutina y la intensidad de la temporada de clubes son inigualables. Y por encima de todo, la identificación con un sentimiento de comunidad por un equipo, un escudo y una institución. El próximo partido en casa ante el eterno rival, la visita al líder de la clasificación ante una más que presumible abultada derrota… Todo nos mantiene en vilo. Haciendo pronósticos o formulando hipótesis durante días.
 
El panorama de las selecciones es muy romántico por el argumento del sentimiento nacional conjunto (sin entrar a valorar el polémico caso en España). Pero también es hipócrita. En muchísimos casos (por no apuntar todos), nos pasamos el año vociferando y maldiciendo a los jugadores del equipo rival (por decirlo de forma sutil), críticas que se transforman en alabanzas en épocas de los combinados nacionales. La coherencia brilla por su ausencia.
 
Cualquier cosa nos alivia. El calendario que ha salido hace escasos días, las diversas rondas previas que tendrá que superar el West Ham para llegar a la fase de grupos de la Europa League o el mundial de fútbol femenino. En las últimas tres semanas su cuota de seguidores y críticos ha aumentado exponencialmente. Hasta dentro de tres semanas, claro. Lo dicho, necesitamos algo a lo que agarrarnos.
 
Nos quedan cinco semanas de sequía, aburrimiento y vacío. Luego volverán los estruendosos alaridos en los fondos de los estadios. Las espontáneas celebraciones de goles decisivos. Las críticas a los árbitros, el sensacionalismo de dentro del campo y no el de fuera. Los horarios de los partidos semanas antes de que se disputen, los dorsales definitivos de los nuevos fichajes. Volverán las redes a las porterías. Volverán las líneas de cal. El fútbol siempre vuelve. Y aquí lo estamos esperando.
 

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