Primer acto. Es una soleada tarde de domingo de octubre. Estamos en Loftus Road, donde dos acérrimos rivales van a enfrentarse, el recién ascendido QPR y el todopoderoso Chelsea de Roman Abramovich y el postadolescente Villas-Boas. La tranquilidad dura poco. A los 10 minutos, Helguson adelanta a los locales de penalti. A la media hora, Chris Foy expulsa a Bosingwa. Menos de diez minutos más tarde, expulsa a Drogba. Lo que era un partido reñido acaba convirtiéndose en una batalla que culmina con 9 amarillas y dos rojas. Y un incidente que coleará hasta el verano.
Tras el partido, se difunde un vídeo en el que se observa al capitán del Chelsea y de la selección inglesa, John Terry, insultar a Anton Ferdinand. Debido a que Chris Foy no recoge estos incidentes en el acta, la FA no actúa. Pero sí la policía, que investiga el caso y el Fiscal lo presenta ante la justicia ordinaria. La audiencia preliminar queda fijada para el miércoles 1 de febrero.
Segundo acto. El sorteo de la 5ª ronda depara otro QPR-Chelsea para el sábado 28 de enero, es decir, cuatro días antes de la vista preliminar del caso. Tal vez es un giro del guión algo forzado, pero necesario para añadir el segundo acto de nuestra historia.
Los protagonistas del incidente, Anton Ferdinand y John Terry, se volverán a ver las caras en el mismo escenario solo tres meses después. El viernes por la noche, horas antes del encuentro, Ferdinand hace saber al QPR y a sus conocidos que no tiene intención de darle la mano a John Terry. El capitán inglés parece destinado a sufrir la humillación que ya le infligió Wayne Bridge hace un par de años, cuando se negó a darle la mano antes del encuentro entre Manchester City y Chelsea.
Pero entonces, cinco minutos antes del inicio del encuentro, aparece un nuevo giro en la historia. La Federación inglesa emite un comunicado informando que el apretón de manos inicial entre ambos equipos ha sido cancelado «para evitar tensiones». En otras palabras, la FA ha optado por evitarle a su capitán un nuevo desaire público. Una decisión partidista que confirma dos cosas: uno, que Ferdinand no estaba dispuesto a darle la mano a Terry, y dos, que el defensa del QPR considera que Terry sí le insultó, a pesar de las alegaciones de inocencia del jugador del Chelsea.
Tercer acto. La vista preliminar se celebró este miércoles. Ante el aluvión de testimonios que desea presentar el Chelsea, el juez decidió que la vista se debe celebrar una vez que ambas partes hayan culminado sus compromisos deportivos. Es decir, después de la Euro. Lo cual supone que Terry viajaría a Polonia y Ucrania al frente de una selección con varios jugadores de color (entre ellos, Rio Ferdinand, el hermano del afectado) con un juicio pendiente por insultos racistas.
Ante este panorama y la avalancha de críticas, la FA decide tomar la decisión de quitarle la capitanía a Terry. Menos de una semana después de cancelar el apretón de manos para protegerle, decide vulnerar su presunción de inocencia y dar por supuesta su culpabilidad, por mucho que se esmere en negarlo.
¿Y cómo acaba la obra? Existen dos finales posibles. El primero, es que Terry acuda a la Euro bajo el liderazgo de otro capitán y luego afronte un juicio en el que parece tener las de perder. El otro, más digno, supone que el defensa del Chelsea renuncie a la selección. Esta Euro debía ser su última gran competición internacional con su país, su canto del cisne internacional. Y de paso, su última ocasión de ganar un título al frente de una generación brillante que ha fracasado estrepitosamente en todas las grandes citas. Terry escribirá su propio final; sea cual sea, no será feliz.