Diego Machuca

La historia de Claudio Ranieri

El técnico romano tiene un currículum que recorre las principales ligas europeas. Sin embargo, la mayor hazaña está al caer. El equipo sensación, el Leicester City, es comandado por quien viene de sufrir un duro golpe con la selección griega, pero que con lo logrado hasta ahora con los Foxes ya dejó una marca en la Premier League.

 
Se han escrito decenas de artículos hablando del equipo sensación: el Leicester City. Los Foxes se ubican punteros a mediados de febrero y planean dar lucha hasta el final de la temporada. Muchos ilustrados del mundo del fútbol vienen advirtiendo desde hace meses de que el equipo de Claudio Ranieri se caería en cualquier momento, pero sigue firme. “No, esta fecha no, la otra van a perder”, es el latiguillo que se escucha mientras siguen sumando puntos. Finalmente el Leicester cayó. El equipo de Arsène Wegner, en condición de local le propinó una dura derrota en el tiempo de descuento. Pero “la sorpresa” sigue arriba, primero. Y sigue siendo el infiltrado entre la fiesta de los millonarios, porque el presupuesto que manejan los “zorros” es muy inferior al del resto de sus competidores al título.
 
Supongamos que Mesut Özil no se cansa de hacer asistencias hasta el fin de los tiempos y el Arsenal se proclama campeón después de doce años. Esa no sería una sorpresa. Si Mauricio Pochettino se encomienda a “San Harry Kane” y el título termina viajando al norte de Londres, pero no al Emirates, sino en dirección a White Hart Lane, tampoco sumiría en el desconcierto al público. Son notorios los avances del técnico argentino que arma y desarma al equipo para hacerlo pelear en la cima de la Premier. Incluso el Manchester City, con la mejor plantilla de la liga, puede hacer bien los papeles y proclamarse campeón para recibir a Pep Guardiola en verano. Sin embargo, el que ya ganó es Claudio. Claudio es el italiano.
 

 
Cuando aterrizó en la Premier el verano pasado, Gary Lineker, una leyenda del club, mostró su escepticismo públicamente. Y no fue el único que desconfió del técnico italiano. Harry Redknapp también se refirió a él como “un buen tipo que tuvo suerte de conseguir trabajo en el Leicester, sobre todo después de lo que pasó en Grecia”. Lo que pasó en Grecia fue que Ranieri abandonó el cargo luego de tres derrotas y un empate. La gota que colmó el vaso fue una derrota frente a la selección de las Islas Feroe por 0-1. Un duro revés para una selección que venía de alcanzar los octavos de final en la Copa del Mundo 2014.
 
Nacido en una familia de carniceros en el corazón de Roma, se esmeró para terminar el colegio y destacarse en el mundo del fútbol, algo que terminó logrando con esfuerzo hasta lograr su debut en la serie A bajo las órdenes del mítico Helenio Herrera. No tuvo la mejor de las suertes en la Roma, pero se afianzó en el Catanzaro desde 1974 hasta 1982, para luego finalizar su etapa como jugador en el Catania y en el Palermo.
 
El ciclo como futbolista terminaba, pero este deporte iba a seguir ligado a la vida de Claudio Ranieri. Luego de su retiro como deportista, asumió la dirección técnica del Vigor Lamezia Calcio, donde se mantuvo un año, para recalar en el AS Puteolana en 1988. Pero sus hazañas recién comenzaron al año siguiente con el Cagliari, donde logró ascender de la Serie C1 (tercera división) a la Serie A. Luego se acomodó con una escena difícil en el Nápoles, cuya principal desventaja fue padecer el periodo posterior a Diego Maradona. Luego de esta etapa, Ranieri se encargó de ascender a la Fiorentina y levantó la Copa de Italia en 1996 con ese mismo equipo. En año siguiente, la víctima sería el Milan en la Supercopa para finalizar su periplo por la el equipo de Florencia.
 
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Nuevas puertas se le abrían a Ranieri y el próximo destino sería España, más precisamente el Valencia, donde tuvo varios choques con figuras sudamericanas como Romario o Ariel Ortega. Pero pese a estos inconvenientes, consiguió meter al equipo en Champions y ganar la Copa del Rey. Esa era la carta de presentación para llegar al Atlético de Madrid, donde tuvo un rotundo fracaso que terminaría con un descenso a la segunda división. Para el nuevo milenio, el Chelsea fue quien se enfocó en el entrenador italiano. Ya para entonces, Ranieri tenía una reputación sólida como un entrenador con una mentalidad defensiva que primaba una estructura compacta, una presión asfixiante y rápidas transiciones ofensivas. Su visión de que la disciplina siempre debía primar por encima de la técnica, algo que le había traído problemas en España, era considerado con buenos ojos en las Islas Británicas.
 
En el Chelsea logró alcanzar las semifinales de la Champions League y armó una plantilla muy competitiva gracias a la lluvia de millones que representó la llegada de Roman Abramovich al club. Pero la aparición del mítico José Mourinho puso fin a su periplo en Londres y luego de una gran indemnización volvió al Valencia. Sin embargo, las segundas partes nunca fueron buenas. Eliminado en febrero de la Copa UEFA por el Steaua de Bucarest y lejos de los primeros puestos, el club acabó despidiéndole a mitad de temporada.
 
Luego de un descanso, Ranieri regresó en el 2007 a dirigir, esta vez, al Parma de Italia, logrando salvarlo del descenso. Este hecho lo catapultó a dirigir a un grande de Italia: la Juventus volvía a la Serie A y Claudio Ranieri se iba a encargar de ubicar al equipo en Champions. Sin embargo, no tuvo chances de ganar la liga. Poco más de 90 partidos dirigidos y adiós.
 
Pero las ofertas de grandes clubes seguían llegando. En el 2009, la Roma, su primer amor, iba a ser su destino. Pese a tener algunos choques con Francesco Totti, logró ubicar al club en el segundo puesto, detrás del Inter, que también le negó la chance de levantar la Copa de Italia. En febrero de 2011, tras encadenar varios resultados negativos, el técnico dimitió de su cargo.
 
Pero solo permanecería unos meses alejado de los banquillos, ya que en septiembre del 2011 fue presentado como director técnico del Inter. Allí logró mejorar inicialmente los resultados pero no consiguió dotar de consistencia al equipo. Tras solo dos victorias en trece partidos y la eliminación de la Champions League ante el Olympique de Marseille, fue despedido.
 
En el 2012 tomó las riendas del Mónaco en segunda división y con un presupuesto ampliamente superior al resto de los equipos de la divisional francesa. Al primer intento devolvió al club a la primera división y la temporada siguiente finalizó segundo, solo por detrás del millonario PSG. Sin embargo, los dirigentes del club monegasco no consideraron suficiente los resultados y fue despedido al final de la temporada 2013-14.
 
Muchos han criticado a Ranieri porque, a pesar de dirigir a grandes clubes en Italia, Francia y España, jamás logró conquistar una liga de primera división en sus treinta años de carrera en los banquillos. El palmarés de Ranieri se reduce a una Copa del Rey, una Copa de Italia, varios ascensos y otros torneos menores. Por eso, Ranieri se encuentra ahora antes una oportunidad inmejorable, quizás la última, para corregir ese vacío en su currículum.
 
Sin embargo, no será sencillo. Primero, porque compite con gigantes que están agazapados esperando para dar el zarpazo. Y segundo, porque en el sprint final es donde se queman las naves y los partidos empiezan a valer más que tres puntos, por lo que significan como inyección anímica. Se tacha cada partido del calendario como una batalla ganada o perdida. Ranieri, a sus 64 años, puede espantar los fantasmas que lo rodean y darle el broche de oro a una temporada soñada para los amantes del fútbol.
 

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Diego Machuca