Champions League
Manchester City | 1 |
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Juventus | 2 |
Ficha técnica |
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1 – Manchester City: Hart, Sagna, Kompany (Otamendi, 75), Mangala, Kolarov, Touré, Fernandinho, Nasri (Agüero – 83′ ), Silva, Sterling (De Bruyne, 71), Bony. |
2 – Juventus: Buffon, Lichtsteiner, Bonucci, Chiellini, Evra, Sturaro, Hernanes, Pogba, Cuadrado, Mandzukic (Dybala, 78), Morata (Barzagli, 85). |
Goles: 1-0, m.57: Chiellini (p.p.). 1-1, m.70: Mandzukic. 1-2, m.81: Morata. |
Hay cosas en la Champions que nunca cambian. Los horarios de los partidos, el himno, el formato estándar del balón… Y muy pocas veces los patrocinadores. Por no hablar del secretario general de la UEFA, Gianni Infantino. El genio calvo que dirige y controla con maestría y serenidad todo este negocio.
Pero más allá de eso, cada equipo participante tiene unos rasgos identificativos del fútbol al cual representan. Al de su país. Y estos varían poco. El aspecto cultural es muy importante como diría un afamado técnico portugués entrenando actualmente en la Premier League. Y cada institución está impregnada de esa cultura nacional de su respectivo país. Es contraproducente ir en contra de ello. Pep Guardiola le arrebató la identidad de equipo avasallador y voraz al Bayern de Múnich. Y no lo ha mejorado. Hizo del club de Baviera un equipo más horizontal y menos profundo. Le quitó ambición al juego de la entidad alemana. Rasgos que siempre tuvo el Bayern. Hizo al lobo menos feroz.
Los italianos conocen bien todas estas características y condicionantes. Sus virtudes y limitaciones. Conocen su libro de estilo. Es el de hace décadas. Sin duda, los equipos italianos han refinado la sapiencia técnica de sus futbolistas, pero a la hora de medirse en partidos grandes, sus entramados tácticos, siguen siendo de repliegue y fútbol en transición. De esperar el fallo del rival o el balón parado. Buscar el contragolpe, la treta y la queja al árbitro. Una táctica de desgaste. Estoica y tremendamente astuta. De fortaleza mental y sacrificio físico.
Si el libro de estilo transalpino es antiguo, se podría simbolizar como un volumen desgastado por el lomo. Con grietas y una portada demacrada. Son muchísimos los partidos que han seguido esa serie de parámetros. Esas líneas juntas en defensa. Sin dejar espacios entre líneas y sin permitir la profundidad del rival. Y lo más increíble es que sigue funcionando. El estilo es antiguo y estéticamente discutible. Pero su eficacia y practicidad son demostrables.
Los ingleses por su parte, proponen un fútbol alegre y vistoso. Dejan jugar y quieren jugar. Les gusta aprovechar y conceder espacios. Es un estilo mucho más bello e intenso. Pero también más ingenuo e inocente. Tiene poca racionalidad táctica y concede facilidades al rival. Y cuando le cambian el guión, no se adapta demasiado bien.
Lo reflejó el Manchester City, que sigue sin tener ninguna capacidad de amoldamiento ante equipos de fuera de la Premier League. No tuvo recursos ante un correcto posicionamiento de la Juventus de Turín. De una Juventus de Turín sin varias de sus piezas clave del año pasado (Andrea Pirlo, Carlos Tévez o Arturo Vidal). Yuna Vecchia Signora que no había ganado este curso aún en su campeonato doméstico. Los Sky Blues no se adaptaron, ni tuvieron recursos, para romper un ritmo bajo de partido. Donde David Silva hizo el peor partido de la temporada y Raheem Sterling ni apareció. Donde Samir Nasri volvió a demostrar que no es un jugador a la altura de un club que es candidato a ganar la Premier League. Y Wilfried Bony se diluyó cuán azucarillo en el café negro simbolizado en la equipación de los jugadores de la Juventus.
Manuel Pellegrini consideró inoportuno forzar a Sergio Agüero en el partido más importante de la temporada de los Citizens hasta ayer. O darle la alternativa a Kevin De Bruyne. Un jugadorazo que ha costado ochenta millones de euros. ¿Quién no habría elegido como el chileno?
Y el caso es que no le fue demasiado mal al City. Tras un primer tiempo de dominio estéril (como entra en los planes del librillo italiano), se adelantó a la salida de un córner rematado en propia puerta por Giorgio Chiellini. Sólo el defensor italiano fue capaz de superar a un coloso como Gianluigi Buffon. Y fue merced a una falta clamorosa de Vincent Kompany. Las intentonas del equipo inglés fueron vanas. El tótem italiano sigue siendo una referencia en el apartado de los guardametas.
Para el horrible planteamiento del Profesor, el resultado era más que satisfactorio. Pero, como suele ser habitual en la Liga de Campeones, se hizo justicia. La Juventus empató por medio de Mario Mandzukic tras un centro medido de Paul Pogba desde la izquierda (de lo poquito que aportó el fenómeno francés), y culminó su remontada con un zarpazo de Álvaro Morata con la zurda desde fuera del área.
Luego llegaron las prisas. El cambio de Sergio Agüero a la desesperada y una sucesión de balones precipitados y absurdos. Lo que no sabían los ingleses, es que la historia ya se había acabado. Así estaba escrito en el libro agrietado. En el italiano. El que tantas otras veces funcionó.