Al igual que muchos de sus regates, no por ser conocido y hasta esperado por técnicos, rivales, periodistas y aficionados deja de ser imprevisible e imparable. Él, quien es capaz de demostrar que la realidad está por encima de la ficción, llegando a emular a Charlton Heston en El Cid contra el PSG en la pasada Champions League. No por señalado deja de ser la llave que puede abrir todos los candados.
Pellegrini lo sabe y la pareja de mediocentros que alinee y que seguramente escolte a Touré, toda vez que parece claro que los citizens saldrán con doble pivote (más aún con Agüero lesionado), tiene una de las mayores responsabilidades del duelo: impedir que Lionel Messi abra el cofre. Por todos es sabido que si el argentino le coge la espalda a tus centrocampistas y encara a tus defensas, estás perdido. No es tarea fácil evitarlo, por cierto. Pero sí imprescindible si se desea hacer hincar la rodilla al Barça.
Sin ser extremo, dribla como Garrincha. Sin ser ariete, anota más que Eusebio
Toca a Pellegrini devanarse la cabeza para dar con la tecla y oscurecerle el sendero
Porque preguntarse sobre la posición en la que juega Messi tiene una sola respuesta. Sin ser extremo, dribla como Garrincha. Sin ser ariete, anota más que Eusebio o Ronaldo. Tampoco es mediapunta, pero asiste como el mejor trequartista imaginable (recuérdese que en Argentina el número diez no se regala). E incluso, en una especie de anticipo de lo que puede ser su rol una vez su físico comience a agotarse, no es volante pero también es capaz de ordenar al Barça desde la medular con la pelota en los pies. El corolario pues, es sencillo pero demoledor: el radio de acción de Messi abarca desde la medular a la línea de gol. Pero déjale habitar en tres cuartos y estarás cavando tu sepultura. No en vano Marcelo Bielsa señaló que «las fórmulas de marcarle son variadas, pero tiene soluciones para la mayoría de los problemas que se le presenta «. Minucioso como pocos, el ex entrenador del Athletic tampoco encontró respuesta para taponar a su paisano, que tiene una llave maestra para abrir cualquier tipo de cerradura.
Le toca a Pellegrini devanarse la cabeza para dar con la tecla y oscurecerle el sendero a Messi. Negredo aguantará arriba, Touré percutirá, Silva dibujará, Kompany achicará, pero sobre esa hipotética pareja de centrocampistas (que damos por seguro que el Ingeniero alineará), van a descansar gran parte de las posibilidades del Manchester City. La tarea es colosal: nada menos que asifixar al Barça y por ende, borrar a Messi. La estrella culé tiene las llaves, así que la tarea es que no las use. Sin embargo, la cuestión es cómo.
Pues tampoco nadie tiene una solución específica, aunque hay precedentes. Mourinho en la final de Copa del Rey de 2011, en un gran primer tiempo pudo ahogar a Messi y al Barça en medio de un triángulo de las Bermudas conformado por Khedira, Pepe y Xabi Alonso, inserto en un bloque de presión alto, que impidió a los blaugranas salir en corto y progresar en cordada, como les gusta. Claro que a la semana desechó ese plan y optó por guarecerse en su cueva, pero esa es otra historia.
No hay que olvidar tampoco que pese a que el Barça ha perdido parte de ese espíritu de colectividad, sigue siendo una orquesta, coral y de muchos y diversos registros, donde Fábregas o Iniesta llegan en plenitud. Los de Martino también tienen sus puntos débiles, especialmente en el drama de la pelota parada o cada vez que un equipo rival es capaz de superar su primera línea de presión, quedando entonces al desnudo. Divide y vencerás también puede pensar el Ingeniero, ya que de disgregar a su rival, elementos como Xavi o Mascherano pueden naufragar.
Pero los culés tiene al comodín de la partida en su mano. Es tarea citizen no ya dejar todas las llaves de casa bien cerradas, sino impedir al Barça que su cerrojero utilice las suyas.