Esta semana, la Premier League ha anunciado los ganadores de los derechos de televisión para el periodo 2016-2019 en Inglaterra. Como hasta ahora, Sky Sports transmitirá el grueso de la competición, 126 encuentros en directo (116 en el contrato 2013-2016), mientras que BT Sport aumenta su oferta actual de 38 hasta 42 partidos. BT pagará 960 millones de libras por esos 42 encuentros (según el contrato anterior, pagó 738) mientras que Sky abonará 4.176 millones de libras por sus 126, en comparación con los 2.300 que pagó por el contrato actual.
El nuevo contrato representa un incremento del 70% respecto al trienio anterior. Para poner las cifras en perspectiva, los 5.136 millones que cobrará la Premier League por los derechos de televisión en Inglaterra entre 2013 y 2016 es superior al producto interior bruto de países como Benín, Haití, Mónaco o Togo.
¿Quiénes son los ganadores del nuevo contrato millonario de la liga? En primer lugar, los clubes. A partir de 2016-17, el último clasificado de la liga cobrará unos 100 millones de libras (más los «parachute payments» que reciben los clubes descendidos para amortiguar el golpe) mientras que el club que más cobre se llevará más de 150 millones de libras.
En contratos anteriores, sin embargo, el dinero procedente de los derechos de televisión entró en los clubes por una puerta y salió inmediatamente por otra para acabar en los bolsillos de jugadores y agentes. En paralelo al incremento constante de los derechos, se ha producido un aumento de los salarios de los futbolistas, provocando que los clubes prácticamente no notaran en sus arcas el aumento de los ingresos. Para evitarlo, los clubes elaboraron la temporada pasada una normativa con el objetivo de imponer un tope salarial y evitar que el dinero fuera a parar directamente a los bolsillos de los futbolistas y sus agentes, los otros grandes beneficiados de los lucrativos contratos televisivos.
Pero los damnificados son posiblemente más numerosos que los beneficiados. En primer lugar, el aficionado. Las cadenas de televisión pagaban hasta ahora 6,6 millones de libras por partido transmitido en directo. A partir de 2016, el coste de cada partido será superior a los 10 millones de libras. Ese coste se repercutirá directamente sobre el suscriptor a Sky Sports y a BT, sean particulares o pubs.
Los otros grandes damnificados serán los clubes modestos, en especial los pertenecientes a la Football League (Championship, League One y League Two), y el futbolista inglés. Y, por consiguiente, la selección inglesa.
Durante los últimos años, la Premier League se ha ido distanciando paulatinamente de las categorías inferiores, hasta el punto de que a los clubes recién ascendidos les resulta muy difícil asentarse en la Premier League. Clubes como el Swansea son una excepción en comparación con otros como QPR, Cardiff, Norwich, Bolton, Blackburn, Wigan, Burnley o Leicester, que han sido incapaces (o parece que lo serán) de asentarse en la élite debido a la enorme distancia que existe entre la primera y la segunda división.
En cuanto al futbolista inglés y a los Three Lions, a los clubes les resulta más económico recurrir al mercado europeo (en especial con la devaluación del euro) que invertir en instalaciones de entrenamiento y formación de entrenadores. Y, sobre todo, garantiza un retorno de la inversión mucho más corto. Destinar unos cuantos millones de libras ahora en formación no surtirá efectos hasta dentro de unos años, cuando los niños o jóvenes hayan recorrido el proceso de formación. En cambio, invertir ese dinero en un delantero croata, suizo o italiano reporta un retorno inmediato. Y evitar el descenso es una prioridad inmediata, no a largo plazo.
La Premier League, con Richard Scudamore al frente, debe asegurarse que los clubes destinen parte de la lluvia de dinero que se avecina a la formación de futbolistas locales y a reducir los precios de las entradas en los estadios. Sino, la liga corre el riesgo de convertirse en una mujer de belleza irresistible pero corazón de piedra.