Juan Antonio Parejo

La pregunta del camarero

En verano, a aquellos parroquianos del norte de Londres que hubieran vaticinado esta versión que estamos viendo de Aaron Ramsey, el camarero de su pub habitual les hubiera preguntado si no creen que ya han bebido bastante. Y, sin embargo, pasan los meses y Ramsey continúa en la cresta de la ola.

 
A mediados de agosto, a aquellos parroquianos del norte de Londres que hubieran imaginado que el Arsenal estaría líder a comienzos de diciembre, su médico de cabecera les habría diagnosticado fiebres intensas con delirios. Si alguno de ellos además hubiera vaticinado esta versión que estamos viendo de Aaron Ramsey, el camarero de su pub habitual les hubiera preguntado si no creen que ya han bebido bastante.
 
Y, sin embargo, pasan los meses y Ramsey continúa en la cresta de la ola, siendo probablemente junto a Luis Suárez el mejor jugador de la Premier League en estos momentos. Y sepa, querido lector, que el camarero del bar en el que estamos aún no nos ha realizado la sintomática pregunta citada anteriormente.
 
Pocos jugadores soportaban tal carga de dudas sobre sus espaldas como Aaron. Tal vez Olivier Giroud, del que también hablamos hace poco. Insustancial, indefinido. Colóquese cualquier adjetivo similar y se acertaría. Pero de repente, el talento escondido del galés floreció…y he aquí nuestra feliz congoja: aún no sabemos cómo ni por qué. O mejor aún, preferimos no saberlo.
 

Pocos jugadores soportaaban tal carga sobre sus espaldas como Ramsey

De la noche a la mañana, Ramsey se convirtió en el centrocampista total

Casi de la noche a la mañana, Aaron Ramsey se convirtió en un centrocampista total, abarcando prácticamente toda la divisoria y multiplicando sus apariciones en el área. Asociativo pero al mismo tiempo devastador a la hora de romper líneas, con poderosa zancada e inteligente para ir al espacio. Sus guarismos goleadores se multiplicaron sin perder capacidad de asistencia. El protagonismo del mediocampista se elevó al cubo, siendo capaz de prodigios como ruletas frente al Norwich que firmaría Zidane o zambombazos propios de Steven Gerrard en el partido contra el Liverpool en el Emirates. Ah, y goles decisivos como el anotado en Dortmund. Un todocampista que viene a recordar en algunos momentos a aquel gran capitán llamado Francesc Fábregas. Y te aseguramos, lector, que estamos escribiendo estas líneas totalmente sobrios. De momento.
 
La razón de la congoja reside en que no podemos explicarte a qué se debe esta mutación en el centrocampista del Arsenal. No sabemos si hasta esta temporada jugaba un hermano gemelo suyo o leyó a Sun Tzu, pero Ramsey despegó hasta unas alturas inimaginables para todos aquellos a los que el camarero no haya preguntado aún “¿no cree que ha bebido ya lo suficiente?”.
 
Mejor casi que preferimos no explicártelo.
 
Porque bien pudiera ser un acceso de locura transitoria que lleve a Ramsey a rendir muy por encima de su nivel. En este caso, bienvenida sea y parafraseando el título de la obra de Tomás Moro, que estas líneas sean un elogio de la locura.
 
Y maldita sea la cordura porque ya sabrás o habrás intuido que somos cañoneros confesos. Con Ramsey en la vanguardia, el Arsenal cabalga firme y resuelto en esta edición de la Premier que ha vuelto a encender los ojos de los aficionados gunners. Una temporada que aviva las esperanzas de un equipo más allá del resultado final, porque indica que hay camino. Y jugadores: Arteta, Özil, Cazorla, Koscielny, Szczesny, Giroud, Walcott… .
 
Pero, por encima de todos ellos, ahora mismo, Aaron Ramsey. Insistimos: nos preguntes cómo es posible. Sucede, así que sigamos adelante en busca de Ítaca.
 
Camarero, pónganos una cerveza.
 
P.D.: ante el Hull, gol de Bendtner a pase de Jenkinson. Que sean dos, por favor.
 

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Juan Antonio Parejo