Más allá de si 23 años después el Liverpool consigue alzarse de nuevo como campeón en Inglaterra, los reds ya han logrado su objetivo, que no era otro que regresar a la élite de la Premier League, de donde ha permanecido exiliado unos años cargados de sinsabores y con el escaso botín de una Copa de la Liga. ¿El secreto del éxito? No existe suceso o coyuntura que deba su explicación a una sola razón y el regreso del Liverpool no es ninguna excepción. El descomunal talento de Luis Suárez ayuda y mucho, pero existe otro muy a menudo despreciado en el fútbol moderno, víctima del cortoplacismo: la paciencia y por ende, la confianza en un proyecto.
Hace año y medio escribíamos que al Liverpool le hacía falta grandes dosis de esa virtud si quería volver por donde transitó, si deseaba retomar el hilo de esa historia de que dejó a medio escribir aquel equipo de Benítez con Gerrard, Alonso, Torres y Mascherano en marzo de 2009. Un equipo destinado a reverdecer laureles pero que fue descabezado. Tras varios parches a sus ruedas, como Roy Hogdson o Kenny Dalglish, una completa limpieza y renovación era urgente. Y paciencia, mucha paciencia.
Uno de los secretos del éxito radica en la paciencia y la confianza en un proyecto
La única certeza respecto al éxito no es alcanzarlo, sino los medios utilizados
Se confió en un proyecto a largo plazo con Brendan Rodgers, cuyo currículum en Swansea le avalaba. Tras una temporada muy difícil, donde los reds no solo acabaron muy lejos de regresar a la Champions, sino que de nuevo quedaron por debajo del Everton, el club de Anfield Road perseveró y aguantó su apuesta. Un año después, la situación se ha revertido por completo y aunque la pelea con Chelsea y Manchester City va a ser muy dura, el Liverpool se ha situado en pole position por la Premier League. Sin embargo, y aquí lo hemos dicho muchas veces, siempre hemos huido de la inmediatez y el simple resultado, producto en ocasiones de lo meramente circunstancial. No, optamos por fijarnos en cómo se ha llegado a un lugar. La única certeza respecto al éxito no es alcanzarlo, sino los medios utilizados y las horas de trabajo invertidas. Por ello, echemos un vistazo a la obra de Rodgers.
La aportación quizá más evidente es la reubicación de Steven Gerrard, que desgastado y en el otoño de su carrera, ha perdido brío y esa potencia que le hacía demoledor. En lugar, se ha reconvertido en un estupendo mediocentro de iniciación y posicionamiento, de los que dan origen sentido al juego. Una mutación que otros genios del oficio llevaron a cabo, como Andrea Pirlo o Paul Scholes. El emblema red ya no recuerda a aquel corajudo jugador de la final de Estambul o a aquel martillo pilón de potente zancada y llegada, sino a una labor cartesiana e inteligente en el mediocentro, donde se adivina la mano de Rodgers.
La reubicación de Gerrard ha sido la principal aportación de Rodgers
El norirlandés ha variado el dibujo en función de sus necesidades y del rival
Un gran técnico además no solo es aquel que logra triunfos, sino que se distingue también por lograr aprovechar al máximo el potencial de sus jugadores y pocos ejemplos hay en Inglaterra mejor que el suyo. El norirlandés ha sido capaz de revalorizar a jugadores que hasta hace bien poco parecían simplemente de media tabla, caso de Jordan Henderson. El ex del Sunderland es otro de los nombres propios de este remozado Liverpool, vital en la medular y polivalente como pocos, capaz también de desempeñarse como carrilero diestro. O a Daniel Sturridge, que descartado por el Chelsea se ha destapado en el presente curso como un estupendo delantero no solo por sus cifras, sino por su movilidad y su aportación en otros apartados, como su taconazo en Cardiff atestiguó.
La hoja de servicios de Rodgers no termina ahí, sino que asimismo ha demostrado ser capaz de variar con inteligencia el dibujo de su equipo en función de sus necesidades y de los puntos débiles del rival. De un sistema con tres centrales y dos carriles con Suárez y Sturridge en punta, a un 4-3-3 con Sterling como extremo y Coutinho en la mediapunta, pasando por el clásico 4-4-2, con Joe Allen en la punta del rombo. Un dinamismo en sus disposiciones que ha conseguido desarbolar e incluso arrasar a equipos como Arsenal o Tottenham en Anfield Road o al decadente Manchester United nada menos que en Old Trafford.
Se acerca el final del camino para el Liverpool, estando en su mano regresar a Ítaca más de dos décadas después y reencontrarse con Penélope. De hacerlo, posiblemente sea el campeón más inesperado en la historia de la Premier. De no poder completar su odisea, viniendo de donde venía y demostrando lo que ha demostrado en su trayectoria, las loas serían igualmente más que merecidas. Permitirá además extraer de nuevo un corolario que tantísimas veces marcha directo al diván de la ignorancia: la paciencia es una virtud. En un mundo donde la inmediatez lo es todo, es todo un triunfo. Vuelve a amanecer en Anfield Road.