El domingo, todo el Reino Unido y toda Europa pudieron comprobar en directo cómo un modesto equipo galés recién llegado a la élite derrotaba a un gigante como el Arsenal. Y además, lo hacía utilizando sus propias armas: el fútbol combinativo, la presión, el control del balón, la inteligencia. Pero esta victoria llevaba años fraguándose en Swansea.
El proceso comenzó en febrero de 2007, cuando el español Roberto Martínez, que entonces tenía solo 33 años, tomó las riendas del club, que por entonces se hallaba en la League One. Martínez, que conocía el club a la perfección porque había jugado allí hasta el verano anterior, revolucionó la filosofía de juego imperante hasta entonces. Apostó por un fútbol de mayor posesión y control que supuso toda una novedad en Swansea, en Gales y en la liga.
Los resultados no se hicieron esperar, y de la mano de Martínez, el Swansea ascendió al Championship como campeón de la League One en la temporada siguiente, 2007-08. Tras asentar al club en la división, Martínez se marchó al Wigan y llegó el portugués Paulo Sousa.
Con Sousa, el Swansea parecía destinado al ascenso, pero una pésima racha impidió que finalmente lograran el objetivo, lo que precipitó la sustitución del técnico. Sin embargo, no fue un año perdido. En la temporada de Sousa, el equipo ganó en solidez defensiva y esa herencia probaría su importancia en las temporadas siguientes.
Y entonces el club apostó por un tal Brendan Rodgers, un técnico joven de 37 años que había trabajado con José Mourinho en el Chelsea. Rodgers cristalizó el trabajo de Martínez y Sousa y lo llevó al siguiente nivel.
Muchos de los jugadores que estaban en el Liberty el domingo ante el Arsenal han seguido este proceso de aprendizaje y cristalización. El central Ashley Williams llegó a mitad de la temporada 2007-08 y desde entonces ha sido uno de los pilares defensivos del equipo. Lo mismo se puede decir del catalán Ángel Rangel, que fue contratado por Roberto Martínez cuando el equipo todavía estaba en la League One. Alan Tate y Leon Britton cumplirán el próximo año su décima temporada en el club. Nathan Dyer llegó en la temporada 2008-09, después de una turbulenta estancia en el Southampton. Joe Allen está en el club desde que tenía nueve años.
El grupo de jugadores que forma la columna vertebral del equipo ha crecido en el club y ha evolucionado con él a través de los entrenadores y de las divisiones. Un trabajo de años que rinde sus frutos en la Premier League.
2. Un entrenador norirlandés que podría haber nacido en Rio de Janeiro
Tras una breve pero exitosa estancia allí, Rodgers fichó por el Reading, donde no tuvo tanta fortuna y sufrió su primer y único fracaso profesional hasta la fecha. Tras seis meses en el paro, llegó la oportunidad del Swansea. En su primer año, logró el ascenso y en el segundo, ha situado al club en la zona media de la tabla, deslumbrando con su juego.
Fue el padre de Rodgers, Malachy, que murió el pasado año a los 59 años, quién le inculcó a su hijo su visión futbolística. “Le encantaba Brasil. Veíamos los partidos por televisión, no en directo, pero es algo que he heredado, la forma de ver el fútbol”. Tal vez en Swansea debería ir considerando la posibilidad de rendir un homenaje póstumo a Malachy Rodgers.
3. Una política de fichajes sostenible e inteligente
Pero la filosofía del club no podría haber llegado a ese grado de excelencia en su ejecución sin los jugadores adecuados. El Swansea ha demostrado que con escasos recursos se pueden encontrar jugadores comprometidos y talentosos.
Roberto Martínez rescató a Ángel Rangel de la 2ª B española, donde rindió a un nivel muy alto durante varias temporadas sin que nadie se fijara en él. El catalán ha liderado las estadísticas de pases en la Premier League durante semanas y encabezó una clasificación realizada por OptaSports entre los defensas de la máxima categoría inglesa. Ashley Williams llegó cedido del Stockport antes de convertir su traspaso en definitivo. Nathan Dyer llegó del Southampton, donde prácticamente le descartaron para el fútbol.
Pero mención especial en este capítulo merece el olfato de Brendan Rodgers. La temporada pasada, gracias a sus contactos en el Chelsea, logró cerrar el fichaje de Scott Sinclair, que sería el máximo goleador del equipo con 19 tantos. El inglés logró un hat-trick en la final de ascenso ante el Reading que selló el ascenso de los galeses. Este verano, Rodgers cerró la cesión del defensa Steven Caulker, procedente del Tottenham, y el fichaje de Danny Graham, máximo goleador del Championship la temporada pasada con 24 goles. Hasta la fecha, Graham es el fichaje más caro de la historia del club: 3,5 millones de libras. El delantero ha devuelto la inversión con siete goles, los mismos que Darren Bent y Jermain Defoe, y solo uno menos que Mario Balotelli. Comparar su rendimiento con el de Fernando Torres o Andy Carroll sería demasiado fácil.
Y en este mercado invernal, Rodgers ha cerrado las cesiones del islandés Gylfi Sigurdsson, un jugador al que conoce bien de la temporada que jugó en el Reading, y del inglés Josh McEachran, el talentoso centrocampista del Chelsea. Una vez más, su estancia en el club londinense le ha permitido cerrar una cesión a la que aspiraban varios clubes de la Premier League.
Puede que muchos aficionados al fútbol situaran a Swansea en el mapa el domingo, pero la merecida victoria ante el Arsenal llevaba fragúandose casi un lustro en esta pequeña y lluviosa ciudad galesa.
Sobre el autor
Ilie Oleart
@Ilie Oleart
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