David Acebal

Los enamoramientos futbolísticos

El proceso de enamoramiento entre seres humanos se fundamenta en una serie de reacciones biológicas. Más o menos como sucede con el amor por un equipo de fútbol. Aunque te pueda acabar rompiendo el corazón. Como el Manchester United de Sir Alex Ferguson.

 
El amor a unos colores es una fuente de felicidad. Y de dolor.
 
Puede comenzar con una ocasión que nos hace sentir mariposas en el estómago. Puede hacerse adictivo a partir del primer gol y si se llega a un final feliz en forma de triunfo, la suerte está echada: el amor llega como una ola. Nos cambia por completo y nubla nuestro entendimiento.
 
Y sí, estábamos enamorados del Manchester United de Sir Alex Ferguson.
 
Efectos secundarios:
 
1. Peter Schmeichel: el enamoramiento es una droga con sentido biológico
 
Los triunfos y los títulos pueden generar torbellinos en el cerebro. El fútbol nos hace transitar desde los sentimientos de cariño, euforia, obsesión, estrés y desamparo. Esta mezcla de sentimientos es resultado de un cóctel de victorias y derrotas y de la actividad de múltiples regiones cerebrales que activan respuestas similares a las que producen las drogas.
 
Y el United de Sir Alex Ferguson fue una droga dura, reconozcámoslo.
 
2. Gary Neville: el amor al triunfo nos hace más fieles
 
Científicos estudiaron en cerebros de meros aficionados que la oxitocina y vasopresina, dos sustancias que funcionan como mensajeros químicos, llevan a estrechar lazos con tu equipo. Si bien los cerebros de los fanáticos son mucho más complejos, los investigadores sí concluyeron que estas dos sustancias son importantes para establecer lazos de fidelidad y cariño, de igual modo que ver en la banda al mismo entrenador toda una vida o al capitán del equipo levantar un trofeo.
 
3. Denis Irwin: los triunfos
 
En cuanto a la oxitocina, científicos han comprobado que estaría implicada en la selección de un equipo, además han concluido que cumple un importante papel en la inducción de sentimientos como la confianza y la creencia.
 
Los triunfos, esos sí que generaban confianza y creencia, que digo creencia, fe ciega.
 
4. Jaap Stam: adictos a unos colores
 
Durante los partidos se libera una sustancia llamada dopamina que es capaz de activar unos mecanismos cerebrales que están implicados en comportamientos adictivos y que influyen en que algunas jugadas, sin terminar entre las redes, nos resulten placenteras.
 
El enamoramiento puede hacernos adictos a los aplausos y los cánticos, a la cerveza y las pipas o incluso al olor a hierba y quizás no solo en un sentido metafórico.
 
Aquí llega el tema, las personas o los colores.
 
5. Rio Ferdinand: nos vuelve obsesivos
 
Cuando las personas se enamoran disminuyen drásticamente los niveles de serotonina, una molécula que está detrás de procesos como la inhibición de la ira o el apetito que además está muy relacionada con la depresión. Así como bajan la serotonina, aumentan los niveles de corticoesteroides, hormonas relacionadas con el estrés. Ambos componentes tienen como consecuencias la ansiedad y el estrés de los sábados y los domingos, del mismo modo en que ocurre en desórdenes psiquiátricos como el trastorno obsesivo compulsivo.
 
Así como bajan las victorias, aumentan los niveles de serotonina, los roces, los enojos y las pesadumbres.
 
¿Y entonces? ¿Nuestra obsesión era Sir Alex Ferguson o es el Manchester United?
 
Afirmar que “cualquiera que se sienta en la banda de Old Trafford y no logra ganar siempre”, no merece ese lugar y debe abandonar el club, ¿no es ser obsesivo compulsivo?
 
6. Roy Keane: nuestro equipo nos apaciguaba
 
El amor surge de cambios drásticos en la actividad cerebral. Científicos han observado que cuando estábamos presenciando a nuestro equipo nos sentíamos más tranquilos y menos propensos al miedo, debido al descenso de la actividad de la amígdala del gol, una región que algunos consideran ser clave en los procesos neuronales de las emociones.
 
Las cosas cambian, admitámoslo, igual no es miedo, pero en ocasiones desconfianza y espanto si que nos da ver a nuestro equipo. Pero es nuestro equipo.
 
7. David Beckham: los defectos de nuestro club
 
Es común que hombres y mujeres no sean capaces de juzgar honestamente a sus equipos, pero que por el contrario pueden hacer una larga lista de virtudes. Se considera que este efecto se debe al descenso de la actividad del córtex frontal, una región cerebral que participa en la experiencia de emociones negativas y en la formación del juicio.
 
Y esto fue así durante demasiado tiempo, ¿no veíamos los defectos o no los queríamos ver? Alguno tiene el córtex frontal trabajando a triple turno, recuperando el tiempo perdido y encontrando defectos por todas las líneas.
 
8. Paul Scholes: el amigo holandés
 
Resulta evidente que el enamoramiento evoluciona a lo largo del tiempo. En general se considera que comienza con una etapa de excitación, euforia e inseguridad y que le sigue una fase de seguridad, calma y equilibrio. Por último, y varios años después de que comience el idilio, se piensa que el enamoramiento adquiere unas características muy similares a las de la amistad.
 
Muchos de los hoy aficionados del Manchester United, vivieron de pleno la etapa de excitación, incluso la de seguridad, calma y equilibrio. Y ahora no quieren evolucionar, no quieren ser amigos del holandés.
 
9. Eric Cantona: monógamos
 
Al final, después de considerar todo este mejunje, parece que el aficionado o bien se comporta como un monógamo o cambia cada cuatro años de pareja, según las estadísticas hechas por algunos científicos. Pero también es verdad que hay parejas que dicen sentir pasión aún después de 20 años de relación y que la monogamia tiene un importante componente social.
 
¿Y tú que? ¿Monógamo futbolístico?
 
10. Cristiano Ronaldo: la descendencia
 
Por otro lado, hay quienes consideran que el enamoramiento es el equivalente al cortejo de los animales, y que su función es establecer lazos con la pareja mientras dura el cuidado de la descendencia durante los años en que esta es más vulnerable.
Ferguson nos dejó viudos, pero con descendencia.
 
Y la descendencia, como tal, da tantos disgustos como alegrías y dará tantos triunfos como derrotas, pero para verlo tienes que estar ahí, no huir con los primeros llantos. Ni con los segundos.
 
11. Ryan Giggs: el fin
 
Si este conjunto de letras resulta muy prosaico, siempre se puede recurrir a la poesía y a las obras de los trovadores para entender cómo nos afecta el amor. Pero de momento, sólo hablamos de los cambios hormonales y cerebrales que el enamoramiento produce y su repercusión sobre nuestras emociones.
 
Y tú que has llegado hasta aquí, con mucho mérito, la verdad, sabes de qué te hablo, del United o de tu equipo, del que seas. Estas fases se repiten para todos.
 
Disfruta los triunfos y los días de vino y rosas, que todo llega a su fin. Te lo digo con amor.
 

Sobre el autor

David Acebal