Estos días he escuchado muchas memeces. Bueno, las escucho todo el tiempo, pero en estos días he escuchado muchas sobre el Boxing Day, una tradición que los hispanoparlantes conocemos poco y comprendemos menos aún.
El otro día me topé en televisión con un reputado analista que afirmaba que el Boxing Day recibía este nombre porque era el día en que se recaudaba dinero para los pobres, es decir, «se hacía caja» (estas fueron sus palabras textuales, tergiversando el significado de la palabra «box»). El Boxing Day recibe este nombre porque ya desde el siglo XVII, existía la costumbre de que los amos regalaban a sus sirvientes una cajita con dinero o algún regalo (incluso restos de comida de Navidad) por su buen trabajo durante el año y, en especial, durante la cena de Navidad. Además, solían darles el día libre para que lo compartieran con sus familias.
Hoy en día, el Boxing Day, el día 26 de diciembre, es una fiesta nacional. Y desde el siglo pasado, existe la costumbre de jugar a fútbol en este día (antiguamente, se jugaba incluso el día de Navidad). Además, se trata de un día muy especial por dos motivos. En primer lugar, porque se disputan muchos derbis locales. La Federación lo organiza así para permitir que los aficionados de los equipos visitantes puedan desplazarse para ver a su equipo. Las familias, que no han salido de casa desde la tarde del 24, tienen la oportunidad de salir juntas para ir al estadio enfundadas en las prendas nuevas que les han obsequiado por Navidad: el jersey chillón de la abuela, los brillantes zapatos de esa tía tan pesada que solo vemos una vez al año (y gracias) o la chaqueta de la madre (es que la necesitabas, hijo mío, no puedes salir así a la calle con este frío).
Pero esta fecha tiene otra particularidad. Es el único momento del año en que los ricos (futbolistas) se ponen al servicio de los pobres (aficionados). Durante un día, las estrellas millonarias deben trabajar mientras el resto de los mortales disfrutamos viéndoles desde la grada o desde el pub. Con la llegada al fútbol inglés y, en especial, a la Premier League, de muchos futbolistas extranjeros, se produjeron tímidos intentos de acabar con esta tradición para que los futbolistas pudieran pasar la Navidad en familia, como sucede en el resto de ligas de Europa. Afortunadamente, los propios futbolistas ingleses se negaron en rotundo. Larga vida al Boxing Day.