Maxi Fechenbach

Los valores de Wenger

Arsène Wenger cumple 16 años al frente de los Gunners. Aprovechamos esta efeméride para recordar una historia algo olvidada pero que define el carácter del técnico alsaciano tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.

 
Una ocasión especial nos obligó a recordar un momento único y que describe muy bien a la figura que tanto admiramos. Algunos hablan del 16 de septiembre como la fecha en la que Arsène Wenger fue designado entrenador del Arsenal, recién llegado del Nagoya japonés, pues en esa fecha los periódicos anunciaron que el club del cañón contrataba al exótico y desconocido técnico francés; otros dan la fecha como el 30 de septiembre, o el 1 de octubre -por comodidad- como la asunción oficial del Profesor.
 
En fin, la cuestión es que Arsenio cumple 16 años a cargo del Arsenal. Se podrían escribir libros y libros sobre el legado de Wenger, sobre su filosofía, sus ideas y su estilo para dirigir y para formar jugadores. Hoy comentaremos sobre un hecho que no todos conocen, y que lo pinta de pies a cabeza. Seremos breves pero concisos.
 
El día 13 de febrero de 1999, Arsenal y Sheffield United se midieron por la 5ª ronda de la FA Cup. En Highbury, el encuentro iba empatado hasta que, a 15 minutos del final, ocurrió algo llamativo, extraño. Nwankwo Kanu, el delantero nigeriano, había ingresado 10 minutos antes del hecho y estaba haciendo su debut para los Gunners. Fue protagonista principal de algo insólito.
 
Se dio una jugada un tanto confusa. Un delantero del Sheffield chocó con Gilles Grimandi (ex zaguero del Arsenal, hoy scout) en el área rival y quedó tendido en el piso. El juego continuó y, de contraataque, la pelota terminó en los pies del arquero del Sheffield, quién la envió afuera para que fuera atendido su compañero. Minutos después, con el futbolista ya recuperado, Ray Parlour sacó el lateral y tiró la pelota hacia la posición de los defensores rivales con la intención de devolverles el balón. Kanu, ingresado hacía 10 minutos y jugando su primer partido, malinterpretó el ataque, fue a buscar el balón, desbordó completamente solo y asistió a Marc Overmars, que estampó el 2 a 1 abajo del arco cuando el reloj marcaba 76 minutos.
 
Confusión. Simplemente confusión. Los jugadores le protestaron al árbitro, el entrenador Steve Bruce quería retirar al equipo, pero el colegiado no podía hacer nada. No se había incumplido ninguna regla, así que no se podía invalidar el gol. Tras algunos minutos de histeria, el encuentro continuó, con futbolistas e hinchas simplemente perplejos. Terminó 2 a 1.
 
Inmediatamente después, en conferencia de prensa, Arsene Wenger y David Dein -mandamás del club en aquel momento, y mejor amigo del Boss- le ofrecieron al Sheffield United volver a jugar el encuentro. Dicho y hecho, la FA Cup lo aceptó y, 10 días después, Highbury volvió a ver al Arsenal derrotando al Sheffield por 2 a 1, esta vez sin ninguna discusión.
 
Es simple: ganar vale mucho más cuando se logra en ley, cuando la victoria es consecuencia del camino transitado, de defender una idea. Eso es realmente ganar, y no tiene nada que ver con salir campeón. El Arsenal ganó cuando decidió repetir el partido. En un fútbol donde los valores ya no son prioridad, en Wenger se encuentra un refugio para los románticos que disfrutan simplemente de la bola rodando y no necesitan mucho más.

 

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Maxi Fechenbach