Roberto Mancini debe estar dando gracias por la llegada de André Villas-Boas al banquillo del Chelsea. Los pésimos resultados de los «blues» han desviado el foco mediático hacia el portugués y han apaciguado las críticas furibundas que recibió Mancini el año pasado por el juego timorato de su equipo.
El último aluvión de ataques contra Mancini ha sido originado por la suplencia de Sergio Agüero el martes en Nápoles y la ausencia en la convocatoria del defensa más en forma de la Premier League, Micah Richards. Además, los analistas también han considerado que el técnico sacó a Nasri, Adam Johnson y Agüero demasiado tarde, cuando ya los «citizens» tenían muy poco margen.
Esta derrota deja al City al borde la eliminación en la Champions League. Algo que no es necesariamente malo. Seamos francos, el equipo de Mancini no tiene todavía la experiencia y fondo de armario para competir por el máximo título europeo. El futuro en la Champions del City se antojaba bastante negro aunque se hubiera clasificado. Como segundo de grupo, por cierto.
Además, con la baja de Tévez, el City ha perdido a un elemento importante de la plantilla, que tarde o temprano comenzará a notar la acumulación de partidos. Cabe recordar que el City sigue vivo en cuatro competiciones (Premier, Copa de la liga, FA Cup y Champions o Europa League en su defecto). Así que participar en la Europa League, donde competirá con equipos de quinto nivel del extrarradio europeo, le permitirá rotar a los jugadores. Igual hasta podemos ver a Adam Johnson, lo cual siempre es de agradecer.
Así que ante el dilema de asegurar los tres puntos el sábado ante el Newcastle o tratar de sacar un empate en uno de los campos más difíciles de Europa ahora mismo, Mancini apostó por la Premier. Ese es el gran objetivo del City esta temporada. El año pasado, se alzó con la FA Cup, primer título en 35 años. Primer escalón. Esta temporada, los «citizens» van a por la Premier. La Champions puede esperar.