1 de enero del 2014. Nathan Allan de Souza (Brasil, 1996) sube al primer equipo del Atlético Paranaense. Sólo 28 días más tarde, debuta en Copa Libertadores con el combinado de Curitiba. Un año y tres meses después, el Chelsea FC oficializa su fichaje por una suma que asciende a los 4,5 millones de dólares (6,2 de euros).
El meteórico ascenso del otrora balón de plata en el Mundial sub-17 con Brasil (siendo elegido en el mejor once del torneo tras anotar cinco goles en cinco encuentros) es sólo comparable a su estilo de juego: una zancada de dibujos animados, agilidad en la ejecución, facilidad para la gambeta en carrera, conducción explosiva… Nathan es un centrocampista atacante que puede desenvolverse como interior en un 4-3-3 y mediapunta o jugador de banda en un 4-4-2 o un 4-2-3-1, precisamente el esquema habitual del conjunto dirigido por José Mourinho en la temporada 2014-15.
Pero que las extraordinarias estadísticas de aquel Mundial no empañen nuestra perspectiva del joven y talentoso jugador. Nathan no es un mediocampista goleador. Sus números en Brasil constan de ocho dianas y doce pases de gol en treinta y nueve apariciones. El hábitat natural del de Blumenau es el costado (preferentemente el izquierdo), donde puede recibir a pierna cambiada y “romper” hacia fuera eliminando rivales introduciendo filigranas y cambios de ritmo en su conducción hasta “soltarle” la bola a un compañero en un contexto favorable creado por el fichaje blue.
Su agilidad física y mental, alternada con su técnica con balón y visión de juego, son argumentos suficientes para enmascarar quizás uno de sus escasos defectos: la aparente falta de físico que le complique sobrevivir en una liga tan competitiva y extenuante como la Premier League. Precisamente el arsenal ofensivo de Nathan parte de su constitución liviana. El brasileño de 19 años se mueve en tres cuartos de cancha con la ordenada anarquía de aquella bolsa blanca de plástico de American Beauty. No es únicamente el camarero de la Parca y por tanto un jugador de penúltimos o últimos pases, puesto que también posee la celeridad de piernas y mente para combinar con sus compañeros en los aledaños del área rival. Algo así como un trabajador veterano del Royal Albert Hall de Londres, conoce cada pasillo y rincón que rodean el gran escenario: el gol.
El recién llegado puede ser un activo más importante en los contragolpes (por sus características descritas) que suelen ser predominantes en los partidos donde su nuevo entrenador se enfrenta a equipos de igual o mayor nivel que su equipo. No obstante, la capacidad de Nathan para combatir la agorafobia en un ataque posicional contra un rival encerrado en su área existe, porque precisamente sus cambios de ritmo pueden ser el cerrajero del imán de tu nevera al que nunca has llamado.
Nathan llega como otra gema que pasará a engarzar la ya centelleante corona del actual campeón y monarca inglés. Un diamante a pulir por uno de los orfebres más brillantes del negocio artesanal. La influencia de Mourinho será capital en la proyección a medio y largo plazo del actual ’10’ de Brasil en categorías inferiores (siendo la absoluta un posible destino, más aún con su crisis actual de juego tras la eliminación en cuartos de final de la Copa América).
Si bien la línea de tres mediapuntas blues dio muestras de necesitar un plus de calidad en algún tramo de la pasada campaña, la inexperiencia de Nathan y la llegada de posibles fichajes con la vitola de estrellas como Arda Turan en esa misma demarcación, podrían impulsar la cesión durante al menos una o dos temporadas del hábil centrocampista. De esta manera, Nathan se incorporaría a la gran cinta transportadora de jóvenes perlas fichadas por el gigante de Starmford Bridge que justifica la firma de jugadores con el “por si acaso explotan”, como si de minas antipersona sin detonar durante décadas se tratasen. El futuro del brasilero depende pues, de las posibles llegadas y de su propio rendimiento en pretemporada, que dará comienzo el 23 de julio en un amistoso que los londinenses disputarán visitando al New York Red Bulls.