Alvaro Oleart

No diga felicidad, diga diversión

 Se supone que todos los hombres buscamos la felicidad como objetivo vital. Y, ¿cómo llega uno hasta la «felicidad»? Cada uno tiene su propio camino. Pero hay un ingrediente que es común en esta búsqueda para todas las personas: la diversión. Todo debería tener un punto de diversión. Desde el trabajo hasta los libros de historia. A todo el mundo le hace feliz la diversión. Hay muchas formas de divertirse, y a las personas nos divierten actividades diferentes, pero, como mínimo en fútbol, hay un resultado que no divierte a nadie: 0-0.

 
Pues bien, el Chelsea de Rafa Benítez ha cosechado dos resultados gafas en sus dos primeros partidos al frente de los londinenses. Y Benítez ya ha sido abucheado dos veces. Como mínimo, en el segundo partido (ante el Fulham), los seguidores esperaron al final del encuentro para pitarle. En el primero (ante el City), no había empezado el partido y Benítez ya había recibido su correspondiente pitada.

A todo el mundo le hace feliz la diversión

A nadie le divierte un 0-0

 
En beneficio de Benítez, hay que decir que el Chelsea llevaba, antes de su llegada, 7 partidos sin lograr mantener su portería a 0. Pero también es cierto que llevaba 8 partidos consecutivos marcando. A Roberto Di Matteo se le pudo cuestionar de resultadista la temporada pasada por sus planteamientos conservadores (aunque nadie se atrevió a hacerlo porque transformó un equipo condenado al fracaso en campeón de la FA Cup y de la Champions League). En cambio, en la presente temporada RDM cambió de estrategia: quiso convencer al público de Stamford Bridge de que se podía ganar y divertir a la vez. Los resultados, los que le salvaron la temporada pasada, le asesinaron. 
 
¿Es positivo el cambio de rumbo del Chelsea? ¿Vale la pena sacrificar la libertad ofensiva que Di Matteo ofrecía a Hazard, Mata y Oscar en beneficio de una mayor disciplina defensiva? 
 
Como amante del fútbol y de la diversión, mi postura es evidente: NO.  La mayor disciplina táctica y defensiva podría justificarse en el caso de que el equipo gane partidos y competiciones. Es decir, en beneficio del resultadismo. Pero ojo. Jugar al resultadismo es jugar con fuego. Es la opción más peligrosa que existe. Si pierdes con planteamientos resultadistas, las críticas serán dobles: por los resultados y por el aburrido juego del equipo. Si se hace un planteamiento ofensivo, como mínimo el entrenador puede justificarse diciendo que «salimos a por todas». Las posibilidades son las siguientes:
 
-Planteamiento defensivo + malos resultados = entrenador al paro + enfado de los aficionados. (Alex McLeish)
-Planteamiento defensivo + buenos resultados = entrenador conserva trabajo + posible enfado de aficionados. (José Mourinho)
-Planteamiento ofensivo + malos resultados = entrenador al paro (o no) + aficionados contentos por el estilo ambicioso del equipo. (Arsene Wenger)
 -Planteamiento ofensivo + buenos resultados = entrenador conserva trabajo + gana prestigio + aficionados contentos. (Pep Guardiola)
 
Queda claro que, siguiendo este simple esquema, es mucho menos peligroso de cara a la reputación del entrenador optar por planteamientos ofensivos. Incluso a pesar de su evidente falta de títulos, bien pocos se atreven a criticar a Arsene Wenger. Con un planteamiento ofensivo, como mínimo uno se asegura que los aficionados no le rompan las ventanas del coche. Y es que todos ganan en el caso de que se hagan planteamientos ofensivos, tanto el público (ya sean aficionados de uno u otro equipo, contentos de ver espectáculo futbolístico) como los jugadores. Es más, la Premier League es la mejor liga del mundo precisamente por no tener demasiados entrenadores como McLeish, Mancini o Benítez. El fútbol inglés se caracteriza por su dinamismo y por las numerosas ocasiones y goles que hay en cualquier encuentro. Entrenadores como Benítez hacen un flaco favor a la reputación de la Premier League, que de seguir así se convertirá en una liga tan aburrida como la italiana o la española. Es decir, en un tostón.

La Premier es la mejor liga del mundo por su dinamismo

Rafa Benítez hace un flaco favor al fútbol inglés con sus planteamientos

 
En el caso particular del Chelsea, está claro que los resultados son mucho más importantes que un proyecto a largo plazo y un estilo de juego definido. La prueba de ello es que «Abrastalin» parece obsesionado con la contratación de Pep Guardiola, cuyo estilo de fútbol se parece al de Benítez como un sofá a un rinoceronte. La obsesión por los resultados es el único argumento para imaginar a Rafa Benítez como entrenador del Chelsea la próxima temporada. Los fans del Chelsea (incluido Abrastalin) son simples: si ganan, estarán contentos con el entrenador. Si pierden, no lo estarán. Según ellos, el fin justifica los medios. El problema es que en el fútbol los medios y el fin están íntimamente relacionados. Dicho esto, Roberto Mancini ya demostró la temporada pasada que se puede jugar un fútbol aburrido y defensivo, y a la vez ganar la Premier League. Eso sí, hay que invertir muchos petrodólares. Un proyecto a largo plazo implica un gasto menos importante de dinero, pero implica otra acción que difícilmente se puede asociar con el Chelsea: pensar. El FC Barcelona no ha invertido mucho dinero en la formación de Andrés Iniesta, Xavi o Leo Messi. Pero sí ha invertido mucho tiempo, paciencia y sentido común. Abrastalin no tiene ninguna de las tres cosas.
 
El Chelsea de Rafa Benítez va en la peor línea posible. 4 han sido los disparos a puerta logrados por los «blues» en los dos partidos con el entrenador español al mando. Juan Mata, de largo el mejor jugador del equipo tanto esta temporada como la pasada, fue suplente en el partido ante el Fulham. David Luiz ha dejado de ser controlado en la Playstation por un niño de 10 años a ser controlado por un oficinista mediocre de 45. De seguir así, Rafa Benítez hará infeliz a todo aquel que tenga simpatía por el fútbol o por el Chelsea. Sólo hará feliz a todos aquellos que aborrezcan al Chelsea o a Benítez, que por cierto no son pocos. Lo más paradójico de todo es que Benítez puede hacer felices a los infelices: a todos los aficionados «blues» que detesten a Benítez, les puede hacer feliz ver fracasar a su propio equipo. 
 
La moraleja de este texto está clara: si vas a perder, como mínimo pierde divirtiéndote. Como mínimo pierde atacando. Desde la victoria del Chelsea por 3-2 ante el Shakhtar Donetsk, los partidos de los «blues» promediaban 4´05 goles por partido. Mata, Hazard, Oscar y David Luiz entretenían a la gente con sus peripecias. Quizá los resultados no acompañaban, pero como mínimo el público se divertía. Los gritos de «One Di Matteo» y de «You’re getting sacked in the morning, you’re just a fat Spanish waiter” cantados antes del estreno de Benítez en el banquillo del Chelsea reflejan la simpatía que los aficionados «blues» tenían por Di Matteo. RDM no estaba logrando resultados, pero el público estaba contento. Ahora no. El remedio puede ser peor que la enfermedad. Jorge Valdano dijo en 2007 que mirar al Liverpool de Benítez era como mirar «una mierda pinchada en un palo». Las palabras de Valdano cuadrarían sin problema en referencia al Chelsea de los últimos dos partidos.

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Alvaro Oleart