Alvaro Oleart

No hay escuela como la vieja escuela (4-1)

El Chelsea necesitaba algo cercano a un milagro para remontar la eliminatoria. Y ocurrió. La fórmula de Roberto Di Matteo funcionó y los «blues» lograron sellar su clasificación para los cuartos de final de la Champions League tras derrotar al Nápoles por 4-1 en la prórroga.

 

Champions League

Chelsea 4
Nápoles 1
Ficha técnica
4 – Chelsea: Cech; Ivanovic, Luiz, Terry (Bosingwa, 98), Cole; Essien, Ramires, Lampard; Sturridge (Torres, 63), Mata, Drogba.
1 – Nápoles: De Sanctis; Campagnaro, Cannavaro, Aronica (Vargas, 110), Inler; Gargano, Maggio (Dossena, 37), Zúñiga, Hamsik (Pandev, 106), Lavezzi; Cavani.
Goles: 1-0, m.28: Drogba. 2-0, m.47: Terry. 2-1, m.55: Inler. 3-1, m.75: Lampard (p.). 4-1, m.105: Ivanovic.
Desde la marcha de Villas-Boas, el Chelsea ha ganado los tres partidos que ha jugado. Este último ante el Nápoles, no solo lo ha ganado, sino que ha remontado el 3-1 recibido en Italia. Casualidad o no, lo cierto es que el nombramiento de Roberto Di Matteo como primer entrenador ha supuesto un soplo de aire fresco.
 
Sin embargo, lejos de lo que pueda parecer, el técnico italiano no ha llevado a cabo ninguna revolución. De hecho, su actuación hasta el momento tiene algo de involución. El once inicial alineado ante el Nápoles tiene los mismos protagonistas que probablemente hubiera tenido con Villas-Boas, pero, paradójicamente, es un equipo distinto, más parecido al Chelsea de Mourinho.
 
Las principales diferencias radican en la disciplina, el orden y la involucración de los jugadores. El Chelsea visto en Stamford Bridge ante el Nápoles fue igual de lento y poco imaginativo que viene siendo toda la temporada, pero por lo menos cada jugador tenía clara su misión, a diferencia de unos meses atrás. La defensa se dedicó a lo suyo, a defender. Di Matteo ha logrado incluso controlar las alocadas subidas al ataque de David Luiz.
 
En el centro del campo, Essien, aunque más lento de lo habitual (la edad y las lesiones no perdonan), mantuvo a la perfección su posición por delante de los centrales. Ramires se dedicó a sus habituales maratones, pero esta vez corrió con sentido y no con el único objetivo de batir la marca de Gebresselassie. Y Lampard ejerció de entrenador dentro del campo, dando órdenes constantemente a sus compañeros. Luego esas funciones las ejercería Terry desde la banda.
 
Así las cosas, al Chelsea solo le faltaba que la delantera estuviera atinada para remontar la eliminatoria. Y lo estuvo. A los 28 minutos, Drogba ya había puesto a los «blues» por delante, gracias a un excelente cabezazo a centro del omnipresente Ramires. Ya estaba hecho lo más difícil. Además, la lesión de Maggio facilitó todavía más la labor de los locales. Fue sustituido por Dossena, uno de los peores fichajes que se recuerdan en Anfield durante la época de Rafa Benítez. Con 1-0 y Dossena en el campo se llegó al descanso. Pintaban bien las cosas para los «blues».
 
Mejor pintaron todavía cuando Terry anotó el segundo gol del encuentro, a los dos minutos de la segunda parte, dando la clasificación virtual a los locales. Sin embargo, la reacción del Nápoles fue fulgurante. Inler puso el 2-1 en el marcador menos de diez minutos después, en el minuto 55, dando a su vez la clasificación virtual a los italianos. Pero entonces apareció Dossena para echar una mano a Roberto Di Matteo. Desde su entrada al terreno de juego se le notó fuera de lugar. La Champions League le queda grande. Muy grande. Algo que quedó claro cuando, tras un cabezazo de Ivanovic a la salida de un córner, el italiano tocó el balón con el brazo, que no estaba donde debía, es decir, pegado al cuerpo. Lampard transformó el penalti cuando todavía quedaba un cuarto de hora para el final, pero el marcador no se movió. Llegó la prórroga.
 
El gol de Lampard pareció anestesiar al Nápoles, que pareció tener más ganas que el Chelsea de llegar a los penaltis. Solo Lavezzi y Hamsik se mostraron disconformes con llegar a las penas máximas. Pero en un equipo de once jugadores, la opinión de dos no se impone. En cambio, el Chelsea estaba decidido a liquidar la eliminatoria sin necesidad de recurrir a los penaltis. Torres, que sustituyó a Sturridge en el minuto 63, fue uno de los que más trabajó para ello. No marcó, pero corrió y luchó todo lo que pudo. La actitud de los «blues» tuvo premio en el tiempo de descuento de la primera parte de la prórroga, cuando Ivanovic remató a bocajarro un magnífico pase de Drogba.
 
Ya en la prórroga, Bosingwa sustituyó a Terry, que disputaba su primer partido tras su lesión y no pudo aguantar el ritmo físico. Pero su salida le vino bien al Chelsea, porque así Terry pudo dirigir al equipo desde la banda, dando indicaciones a sus compañeros como si del técnico se tratara.
 
El único punto negativo del Chelsea fue la actuación de Juan Mata. El español, que ha sido el mejor jugador del equipo esta temporada, apenas apareció. Di Matteo acabó sustituyéndole por Malouda al poco de iniciarse la prórroga. Al fin y al cabo, no hacía falta crear nada, al Chelsea le bastó con enviar balonazos a Torres y Drogba para pasar la eliminatoria. Nadie dijo que había que ganar bonito.
 

Sobre el autor

Alvaro Oleart