Alvaro Oleart

Nos roban el fútbol (III): Los ricos, más ricos. Los pobres, más pobres

El fútbol siempre ha estado regido por la desigualdad pero en los últimos años el neoliberalismo económico está agravando la situación. Inglaterra es el único país europeo en el que el fútbol no está controlado por un par de equipos, pero esto está empezando a cambiar. Los clubes ricos cada vez se están haciendo más ricos, y los pobres, más pobres.

 
El neoliberalismo promovido por Margareth Thatcher y Ronald Reagan en la década de los años 80 del siglo pasado y predicado por las derechas que gobiernan gran parte del mundo actual está generando unas consecuencias dramáticas. Como ha expuesto la ONG Oxfam, la mitad de la riqueza mundial es propiedad del 1% de la población. El 50% más pobre de la población mundial tiene en propiedad la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo. Siete de cada diez personas viven en países en los cuales la desigualdad ha crecido en los últimos 30 años.
 
 
¿Qué tiene esto que ver con el fútbol? Mucho. El mundo se está aristocratizando. Los ricos se hacen más ricos y los pobres, más pobres. Esto es perjudicial incluso desde el punto de vista capitalista. Los defensores del capitalismo afirman que es el mejor sistema económico porque obliga a las personas a competir y, por tanto, a mejorar. Sin embargo, sin un poder adquisitivo mínimo por parte de la mayor parte de la población, las empresas cuyos clientes no sean millonarios tendrán problemas. La competición dejará de existir. Las empresas pequeñas y medianas desaparecerán, engullidas por las grandes multinacionales. El monopolio estará presente en todos los sectores. Lo mismo ocurrirá con las clases medias: unos pocos pasarán a formar parte de las clases altas, y la mayoría viajará a las clases bajas.
 
El fútbol siempre ha sido un deporte bastante desigual. Unos clubes siempre han destacado por encima de otros.
 
De los 81 campeonatos jugados en la Serie A italiana, el 80% de ellos han sido ganados por dos ciudades: Milán (AC Milan e Internazionale) y Turín (Juventus y Torino).

 

 
En La Liga española, entre FC Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid han ganado más de dos terceras partes de todos los campeonatos. Además, hasta el triunfo del Atlético de Madrid la pasada temporada, el último campeón de liga fuera de Barcelona y Madrid había sido el Valencia en 2004. ¡2004!
 
 
Desde que la liga alemana comenzó en 1963, casi la mitad de los títulos se los ha llevado el Bayern de Munich. En los últimos 21 años, ha ganado la liga 12 veces. En Holanda ha ocurrido algo parecido. Ajax, PSV Eindhoven y Feyenoord han ganado el 90% de las ligas disputadas. Portugal es quizá el caso más extremo, pues el 98% de los títulos se los han llevado 3 equipos: Benfica, Oporto y Sporting de Lisboa.
 
 
Podríamos seguir con ejemplos de este tipo estudiando a Argentina (River Plate y Boca Juniors), Grecia (Olympiacos y Panathinaikos) o Turquía (Galatasaray y Fenerbahce), pero creo que el punto ha quedado más que demostrado.
 
Los únicos dos países europeos que han logrado evitar esta situación de casi monopolio han sido Francia e Inglaterra, como es apreciable a través de los dos siguientes gráficos.

 

 
(Los gráficos referentes a las ligas europeas son cortesía de Evan Van Ness)
 
Sin embargo, existen síntomas patentes de que esto va a cambiar en breve. En Francia, el poder económico del PSG va a demoler las aspiraciones de equipos más pequeños. Algo parecido podría ocurrir en la Premier League. El poder económico de Chelsea y Manchester City les otorga una gran ventaja con respecto al resto de competidores. La temporada pasada, el Liverpool les siguió la estela, pero solo porque sacó mucho más partido de sus jugadores que Chelsea y Manchester City, que además han estado ocupados con la Champions League. El Liverpool merece elogios infinitos por su temporada y el fantástico trabajo del técnico Brendan Rodgers. Sobre todo por la desventaja económica con la que ha tenido que lidiar desde el principio.
 
Al igual que sucede en la sociedad en general, los ricos del fútbol se están haciendo más ricos mientras los clubes pobres cada vez son más pobres. En momentos de crisis, los menos privilegiados tienen problemas, pues los más privilegiados tienen la sartén por el mango. Los mandatarios tienen más poder de lo normal. Claro ejemplo de ello es el Racing de Santander español, club que no pagó a sus jugadores durante buena parte de la temporada pasada. Incluso llegó a negarse a jugar un partido de Copa del Rey. ¿Hubo algún otro equipo que se solidarizara con ellos? Evidentemente, no. Es normal que jugadores de otros equipos no arriesguen su trabajo por otros, pues ahora, al igual que en casi todas las profesiones, hay más futbolistas que puestos de trabajo para ellos. A Wes Brown, central del Sunderland, es relativamente fácil reemplazarlo, mientras que para Brown va a ser más difícil encontrar otro equipo dispuesto a pagarle lo que el Sunderland (el caso de Brown es solo un ejemplo, quien dice Wes Brown dice Danny Gabbidon). El punto está claro: en momentos de crisis, la patronal (los clubes de fútbol) siempre tiene el poder, pues al no existir trabajo para todos, aquellos que están satisfechos con su puesto no lo arriesgarán por ayudar a otro.
 

Como demuestra el índice Gini, las desigualdades siguen creciendo

El futuro del cine pasa por los Rohmer o Godard, como en el fútbol

Esta situación es peligrosísima. De continuar así, unos pocos clubes se mantendrán hegemónicos mientras la mayoría no podrán competir con ellos. Probablemente, esta desigualdad está siendo provocada por los mismos clubes grandes, que hace años coquetean con la idea de crear una gran liga europea. De ser así, los clubes medianos y pequeños correrían el riesgo de desaparecer. Según los ideólogos de esta idea, «todo el mundo quiere ver un Chelsea-Real Madrid cada semana». Quizá yo no esté incluido en «todo el mundo», pues es lo último que deseo. En un patético artículo, publicado por un medio a su nivel, Marca, Felipe del Campo defendía que la Copa del Rey española se siguiera jugando a doble partido porque en las cinco temporadas que se jugó a partido único, se dieron finales como un Zaragoza-Celta, Betis-Osasuna o Mallorca-Recreativo de Huelva. También dice que, en la edición jugada a partido único en 2005, los cuartos de final fueron: Numancia-Atlético, Sevilla-Osasuna, Athletic-Valladolid y Gramanet-Betis. Su argumento es económico y comercial: la final Barça-Madrid de 2011 congregó a más de 14 millones de espectadores. Francamente, no puedo encontrar mejores argumentos que los que él mismo da para rebatir su opinión. El fútbol se ha reducido a un negocio. El Barcelona-Real Madrid es como una de esas terribles superproducciones estadounidenses llenas de explosiones, disparos y persecuciones. Una vez al año, está bien. Pero diez, ya no. Sin embargo, en España esto ya no se puede parar. Ahora ya son demasiado superiores al resto de rivales (menos con respecto al Atlético de Madrid) para ver un partido competido. En cuanto a la Federación Española de Fútbol, no parece muy interesada en intentar apoyar a los clubes pequeños con leyes referentes a la limitación de gastos y salarios con el objetivo de igualar la competición.
 
La pregunta real es ¿quién no quiere ver un Zaragoza-Celta en una época donde cada año juegan Barcelona-Real Madrid? Siguiendo con el símil cinematográfico, una final de FA Cup Hull City-Wigan sería una de esas películas de arte y ensayo de Éric Rohmer o Jean-Luc Godard. Quizás las superproducciones logran evadir al espectador de su mísera realidad durante un par de horas pero el futuro del lenguaje cinematográfico recae en los Rohmer o los Godard.
 
 
(El primer y último gráfico han sido extraídos de Poverty.org)
 
Si pensamos que esto es algo que solo sucede en España nos equivocamos. En toda Europa, el índice de Gini (la estadística que mide la desigualdad dentro de un país; 0 es la perfecta igualdad, todo el mundo ganando lo mismo, y 100 es la perfecta desigualdad, todo siendo ganado por una persona) está aumentando. Inglaterra no es una excepción. Y está afectando al mundo del fútbol, que ahora depende en gran medida de grandes riquezas extranjeras. Al igual que en España, en vez de crear unas leyes que pongan unos límites, la FA ha dado rienda suelta a estos millonarios para que hagan lo que quieran en sus clubes. La Premier League vivió el curso pasado una de las temporadas más competidas e interesantes de la historia, pero ello podría acabar pronto. De seguir por este camino, Chelsea y Manchester City se distanciarán del resto con una facilidad pasmosa, como ya está sucediendo este año. ¿Cómo? Fichando a los mejores jugadores de sus competidores. El momento en que uno de los dos equipos fiche a Luis Suárez, Daniel Sturridge o Wayne Rooney, será el punto de no retorno. El fútbol español es ya un cadáver, esperemos que el fútbol inglés no siga la misma ruta.
 

La solución pasa por imponer límites salariales y de gasto

El fútbol español es un cadáver, evitemos la muerte del inglés

Otro aspecto importante es el de cuidar a los equipos de la Football League. Si bien el nuevo contrato concerniente a los derechos televisivos reportará a los clubes de la Premier League un total de 5.500 millones de libras, los clubes de la Football League (las tres divisiones por debajo de la Premier League) solo recibirán 195 millones de libras en su acuerdo por tres años con Sky. Los clubes de la Football League recibirán unos adicionales 240 millones por año por «solidaridad» de la Premier League, pero 177 de éstos estarán reservados para los equipos que desciendan de la máxima división inglesa. Es decir, el 93.27% del dinero va destinado a clubes de la Premier League (incluidos los que desciendan) y solo el 6.73% del dinero a clubes de la Football League.
 
Pongamos un caso práctico. El Reading, descendido hace dos temporadas de la Premier League, recibió 23 millones de libras en materia de derechos de televisión. La temporada pasada, el Millwall, que lleva mucho tiempo sin estar en lo más alto, recibió 1,8 millones más 2 en cuestión de «solidaridad». Se enfrentan dos equipos con presupuestos de 23 millones y 3.8. Esta descompensación económica tiene una repercusión directa en la posición en liga final, perjudicando al balance competitivo de la liga.
 
¿Qué sucede con todo esto? El índice de Gini futbolístico crece debido a la mayor desigualdad entre clubes pequeños y clubes ricos. Los ricos se hacen más ricos y los pobres, más pobres. El fútbol inglés ha sido el mejor a lo largo de la historia gracias a su diversidad y a que no ha habido clubes que han dominado el país de forma abismal. Podemos encontrar mil historias de equipos pequeños que llegan a ganar una liga, una FA Cup o incluso una Copa de Europa: desde el Nottingham Forest hasta el Aston Villa. La posibilidad de que esto ocurra cada vez se complica más.
 
La Premier League está siendo dirigida por los millonarios hacia una liga elitista y exclusiva en la que los pequeños siempre serán pequeños. El Southampton ya puede hacer un trabajo espectacular, que llegará el Tottenham o el Liverpool y se llevarán a Pochettino junto a tres jugadores. Triste.
 
¿Soluciones?
 
Dentro y fuera del fútbol, estamos creando un mundo en el que dos serán ricos y dos millones pobres. La solución no está probablemente en un comunismo 100% igualitario, pero es evidente que aquellos que dirigen el fútbol y la economía deben dar más facilidades a los clubes pequeños que a los grandes. 
 
La solución es simple: límite de gastos. El Financial Fair Play puesto en vigor por la UEFA es una buena idea, pero todavía no está muy claro cuál será su repercusión real. PSG y Manchester City fueron sancionados económicamente con dureza pero la UEFA les puso facilidades de pago y se negó a sancionarles deportivamente con no participar en la próxima edición de la Champions League, por ejemplo.
 
En el caso de Inglaterra, creo que la solución es tan simple como poner topes salariales al estilo de la NBA. Cada equipo puede pagar una determinada cantidad de millones en salarios y aquel que incumpla la norma deberá pagar una multa que será distribuida equitativamente entre el resto de equipos de la Premier League. Se podría dar la brillante paradoja de que el dinero del Manchester City estuviera ayudando a sus vecinos en Old Trafford. También habría que establecer límites de gastos en traspasos. El Financial Fair Play es un arma de poco calibre porque los ingresos son manipulables, como ha demostrado el Manchester City en su acuerdo con Etihad Airways. 
 
Asimismo, la diferencia entre jugar en la Premier League y jugar en Championship debería ser menos dispar en cuestión económica. Si el objetivo es crear una liga igualada y competitiva (como creo que es, al contrario de lo ocurrido en la aristocratizada liga española), hay que repartir mejor el dinero entre las cuatro máximas divisiones del fútbol inglés. 
 
¿Tendrá la FA la valentía de llevar a cabo medidas de este tipo? Desgraciadamente, creo que no. Por eso no estaría de más que los aficionados debatiéramos sobre cuál es la mejor forma de actuar, partiendo de la base de que todos quisiéramos competiciones futbolísticas en las que los clubes participantes partan de situaciones no demasiado desiguales. Habrá aficionados al fútbol como Felipe del Campo, que prefieren que toda España se convierta en seguidora del Barcelona o del Real Madrid. Pero hay otros románticos que, como yo, prefieren la diversidad competitiva al monopolio.  
 

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Alvaro Oleart