Una sabia persona me dijo una vez: «Nunca vengas a explicarme tus problemas sin proponer al menos una solución». El fútbol inglés sigue estando considerado como el mejor del mundo por ahora en cuanto a comercialización, organización y entretenimiento. Y el fútbol sigue siendo el deporte más popular del mundo. Sin embargo, como escribió Lampedusa en Il Gattopardo, «algo tiene que cambiar para que todo siga igual». Para evitar que el fútbol inglés muriera de éxito entre contratos televisivos millonarios y aumentos constantes de precios, lo ideal sería que las cosas no siguieran igual en todos los sentidos. Es más, un cambio dentro del fútbol inglés podría incluso suponer el inicio de más cambios fuera de Inglaterra en base a los problemas expuestos en esta serie de artículos.
Antes de lanzar las propuestas para solucionar la situación que vive actualmente el fútbol, resumiré los problemas a los que se enfrenta el fútbol en general y el fútbol inglés en particular:
1.- Pérdida total de poder en los clubes y en la federación de fútbol por parte de los aficionados. Los clubes pierden gran parte de su identidad y de sus tradiciones por culpa de los propietarios-dictadores.
2.- Subida constante de los precios de las entradas, lo que impide a muchas personas de las clases trabajadoras acudir a los estadios. Es la elitización del fútbol.
3.- Creciente desigualdad entre los clubes grandes y los pequeños en todos los niveles: dentro de la Premier League, entre Premier League y Football League, entre clubes profesionales y no profesionales, entre grandes europeos y el resto.
4.- Algunas administraciones públicas ayudan a determinados clubes de fútbol, lo cual provoca una evidente competencia desigual.
5.- El periodismo sensacionalista contribuye a que los aficionados se olviden de la situación que viven y únicamente hablen de los escándalos sexuales o de otro tipo por parte de jugadores. Esta prensa sin conciencia banaliza el fútbol y apela al atractivo más primitivo del deporte con el único fin de aumentar sus ingresos sin importarle las consecuencias.
6.- En Inglaterra, los propietarios extranjeros fomentan la compra de jugadores foráneos, principalmente debido a su ansia por lograr resultados a corto plazo. Eso supone que los jugadores jóvenes británicos no disponen de oportunidades en su propio país. Eso provoca un distanciamiento emocional entre los aficionados y sus clubes.
7.- Los clubes europeos con mayor poder económico tienen pocos límites a la hora de contratar a jóvenes extranjeros. El caso puede tener tintes dramáticos, pues el club de formación previo a la llegada del club europeo no recibe nada (o casi nada) a cambio de haber formado al jugador. La desigualdad entre la periferia y el núcleo se agrava. Además, los jóvenes futbolistas (extranjeros o no) no suelen tener la oportunidad de estudiar una carrera en la universidad, lo cual provoca que jugar a fútbol sea para ellos una apuesta a cara o cruz. De no triunfar, no tienen formación académica alguna. Todo ello, incluidas la soluciones, se han expuesto en un capítulo anterior.
8.- El fútbol se ha convertido en un negocio del que salen beneficiados económicamente jugadores, propietarios, periodistas, agentes y empresas. ¿De dónde sale el dinero que ganan? De los aficionados, las verdaderas víctimas de la situación pero al mismo tiempo los que tenemos todo el poder en nuestras manos.
De entrada, de forma general, es evidente que la solución pasa por que los aficionados de cada club tengan un mayor peso en las decisiones de los clubes y en la federación de fútbol. De ser así, los aficionados recuperarían el control de sus clubes y, con ello, la identidad y sus tradiciones. Los precios bajarían, pues el fútbol sería menos un negocio y más una diversión. Los pocos clubes ingleses donde los aficionados están representados en los consejos directivos suelen tener una mayor sensibilidad a la hora de fijar los precios.
Clubes con participación de los aficionados podría provocar una actitud más conciliadora entre clubes. Un entorno más positivo podría llevar a una suavización de los medios de comunicación. El periodismo sensacionalista tendría cada vez menor cabida y eso podría dar pie a un periodismo de más calidad. Con un periodismo más riguroso se generaría menos odio y más juego limpio.
Por otro lado, los jóvenes jugadores británicos tendrían más oportunidades que ahora, pues los aficionados estarían orgullosos de ayudar a consolidar a chavales que se han formado en las categorías inferiores. Los clubes ricos invertirían en la formación de jóvenes en países pobres, de forma que las desigualdades entre unos y otros se reducirían paulatinamente. Así, aficionados, clubes y jugadores retomarían una identidad y una relación cercana que se ha perdido.
Por último, habría una mucho mayor transparencia en cuanto a la economía de los diferentes clubes. Fichajes tan sospechosos como el de Bebé por el Manchester United serían prácticamente imposibles. Los aficionados serían a la vez dirigentes y clientes del fútbol, lo cual fomentaría la mejora del fútbol para ellos. ¿Quién sabe mejor que los aficionados lo que más les conviene a los propios aficionados?
El modelo del 51% de la Bundesliga
El modelo que más se acerca a esta situación es el de la Bundesliga alemana, donde al menos el 51% de la propiedad de los clubes debe estar en manos de los socios (aunque hay dos excepciones históricas, el Wolfsburgo-propiedad de Volkswagen- y el Bayer Leverkusen-Bayer-). De esta forma, los clubes germanos evitan cualquier tipo de dictadura por parte de un rico inversor extranjero. Con un austríaco bigotudo ya tuvieron suficiente de dictaduras. Y es que, de hecho, el poder de todos los presidentes de clubes de fútbol alemanes depende de la decisión de los aficionados, pues éstos pueden votar en su contra y obligarles a abandonar el cargo. Los clubes alemanes y la propia liga mantienen este sistema porque permite que los clubes mantengan sus raíces.
Este modelo de liga se forjó tras la humillante participación de Alemania en la Eurocopa del año 2000. Perdió hasta con Inglaterra, que ya es decir. La normativa del 50+1% se introdujo en 2001. Gracias a un acuerdo entre la Bundesliga y la Federación Alemana de fútbol, se han invertido ya más de 700 millones de euros en el desarrollo de las academias para jóvenes. El presidente de la federación, Gerhard Mayer-Vorfelder, tuvo la inteligente idea de nombrar una comisión para estudiar el fútbol moderno y planear una nueva filosofía para el desarrollo de la estructura de fútbol nacional. El éxito es incontestable. No sólo a nivel de clubes, dos de los cuales disputaron la final de la Champions League en 2012-13 (Bayern de Múnich y Borussia de Dortmund), sino también en la selección. El Bayern de Munich ha demostrado que un equipo gobernado por los aficionados puede competir al más alto nivel. Además, en los cuatro mundiales disputados desde 2001, la selección germana ha logrado llegar como mínimo a las semifinales, al igual que en las últimas dos Eurocopas (una semifinal y una final). Además, ha logrado todo ello con un fútbol de toque, ofensivo y atractivo, coronado mundialmente en Brasil 2014.
En Alemania, tal es la aceptación de la ley del 50+1% que, cuando en 2011 el presidente del Hannover, Martin Kind, intentó eliminar la normativa, 32 de los 36 clubes de la Bundesliga votaron en contra. Entre estos 32 estaban los mayores clubes de Alemania, el Bayern de Munich, el Borussia de Dortmund, el Schalke y el Hamburgo.
En Alemania, los clubes cuentan en sus estadios con zonas sin asientos, cuyas entradas son muy asequibles desde un punto de vista económico. El jefe ejecutivo de la Bundesliga desde 2005, Christian Seifert, dijo en The Observer hace un par de años: «Valoramos la cultura de los aficionados. Somos la última de las grandes ligas en mantener zonas sin asientos en el estadio y nadie quiere tocarlas. Los clubes están comprometidos en mantener entradas baratas, porque se considera muy importante en Alemania que la gente sin mucho dinero pueda venir a los estadios. Aquí el fútbol es una de las últimas actividades que verdaderamente une a las personas de todas las edades y situación socioeconómica. La política no lo consigue. Y la iglesia tampoco».
«La mayoría de presidentes y jefes ejecutivos han estado muy metidos en el mundo del fútbol, han sido seguidores y jugadores. Desde un punto de vista empresarial, podrían aumentar los precios de las entradas y generar más dinero. Pero han decidido ganar menos dinero y permitir a las personas cuyas familias han apoyado al club durante generaciones y a los jóvenes, seguir viniendo. Queremos a toda nuestra sociedad como parte de nuestro fútbol en nuestros estadios.»
El caso de Seifert es particularmente curioso por su enfrentamiento con la política, pues un grupo numeroso de diputados está intentando prohibir las zonas sin asientos de los estadios: «Esto es una amenaza real, pues los precios subirían. Estamos diciendo con fuerza que queremos mantener esas zonas».
Preguntado por la Premier League, una liga con muchos más ingresos que la alemana gracias a los millonarios contratos de televisión y de patrocinadores, Seifert comentó: «Tenemos mucho respeto por la Premier League. Tiene grandes clubes, entrenadores y jugadores. Pero es un sistema completamente diferente. Nosotros pensamos mucho en el futuro. El gran reto es mantener un buen nivel competitivo en Europa al mismo tiempo que mantenemos entradas asequibles y protegemos las raíces en la sociedad. En eso siento que en la Bundesliga tenemos algo de lo que estar orgullosos».
El modelo de la Bundesliga es, sin duda, interesante. Pero no perfecto. La temporada pasada, el Bayern de Munich ganó la liga antes de que acabara el mes de marzo y ya había contratado al mejor jugador del segundo mejor equipo para la temporada siguiente, Robert Lewandowski. Cabe poca duda de que los bávaros de Pep Guardiola volverán a arrasar esta temporada. Ello contrasta con el emocionantísimo final de la Premier League que se vivió en 2013-14 y se avecina para esta temporada con varios equipos luchando por el título (¡incluido el Manchester United!). Sin embargo, como bien comenta Seifert, el problema está en el largo plazo, en el futuro. Manteniendo el sistema actual de la Premier League, seguirán viniendo los jugadores que quieran cobrar mejores sueldos. Sin embargo, ello no asegura el éxito. Algunos propietarios elegirán sabiamente, como es el caso de Everton y Liverpool al contratar a Roberto Martínez y Brendan Rodgers. Pero otros no. El pésimo criterio en el manejo de los clubes alejará a los jugadores inteligentes. Entrenadores como Arsène Wenger o Sir Alex Ferguson desaparecerán. En unos años, los mejores jugadores del mundo se negarán a jugar en clubes que carecen de un plan a largo plazo y que cambian de entrenador sin cesar. Y todo ello ocurrirá al mismo tiempo que los aficionados se cansan de pagar cuotas ridículamente altas para entrar a los estadios.
¿Qué hacemos ahora? El AFC Wimbledon marca el camino
El fútbol inglés es el más rico del planeta. Inglaterra es un país clave para el fútbol, pues 6 de los 14 equipos más ricos del mundo son ingleses y 4 de los 8 jugadores que más dinero ganan juegan en Inglaterra. ¿Qué podemos hacer los aficionados ante esta situación de dictadura total por parte de los propietarios?
Una vía de salida es la que muestra el AFC Wimbledon, club que se formó después de que el antiguo Wimbledon FC se trasladara a Milton Keynes y fuera renombrado como MK Dons. Aquellos seguidores que se opusieron al traslado reaccionaron creando el AFC Wimbledon. Esto ocurrió en 2002. El AFC Wimbledon partió desde la 9ª división del fútbol inglés, lo más abajo posible. Ya ha ascendido cinco divisiones hasta volver al fútbol profesional en League Two (aquí está la historia del AFC Wimbledon completa).
El ejemplo del AFC Wimbledon prueba que un equipo puede mantenerse competitivo al tiempo que son los aficionados los dirigentes. Con el dinero que generan los clubes y una buena gestión, no es necesario el dinero inyectado por ricos inversores extranjeros.
Cualquier banco quebraría si el mismo día todos aquellos que tienen su dinero allí depositado fueran a recogerlo. Lo mismo ocurre en el mundo del fútbol. Las televisiones, clubes de fútbol y periódicos quebrarían si los aficionados al fútbol dejaran de ir a los estadios y de ver fútbol por televisión. Para recuperar el control de sus clubes, los aficionados pueden utilizar estas tácticas como medida de presión. Otra táctica, más clásica, es la de manifestarse delante de los estadios. O, la más cómoda, hacer que estos artículos circulen lo máximo posible para concienciar a los aficionados al fútbol. Los aficionados tenemos el poder, sólo falta que lo utilicemos.