Ilie Oleart

Otro horror defensivo amarga el regreso a Mourinho

José Mourinho regresó a Oporto por tercera vez desde que abandonó el club portugués y tampoco en esta ocasión logró la victoria. Otra mediocre actuación defensiva de los Blues desembocó en una derrota que podría haber sido mucho más abultada.

 

Champions League

Oporto 2
Chelsea 1
Ficha técnica
2 – Oporto: Casillas, Maxi Pereira, Maicon, Marcano Sierra, Martins Indi, Brás André (Layun, 80), Hélio Pereira, da Silva Neves (Goebel, 78), Imbula, Brahimi (Osvaldo, 87), Aboubakar.
1 – Chelsea: Begovic, Ivanovic, Zouma, Cahill, Azpilicueta, Ramires (Matic, 73), Mikel (Hazard, 62), Pedro (Kenedy, 73), Fàbregas, Willian, Diego Costa.
Goles: 1-0, m.39: André André. 1-1, m.45: Willian. 2-1, m.52: Maicon.
“Al descanso habría cambiado a seis jugadores si hubiera tenido la oportunidad… y así se lo hice saber a los jugadores”, reveló Mourinho tras rescatar un agónico empate en St James’ Park después de ir perdiendo por dos goles. A tenor de la alineación que el técnico luso planteó en O Dragão, Nemanja Matic y Eden Hazard eran dos de esos jugadores.
 
Mourinho, que regresaba a Oporto por tercera vez desde que abandonó la ciudad portuguesa (no ganó en ninguna), sacrificó a ambos en beneficio de la disciplina y el trabajo que aportan John Obi Mikel y Ramires. Y el equipo lo pagó. Los centrales fueron incapaces de ofrecer una salida nítida de balón en los primeros compases hasta que Cesc Fàbregas se percató del asunto y retrasó su posición para enmendar la situación.
 
A raíz de eso llegaron las dos mejores oportunidades de los ingleses en la primera parte pero Iker Casillas, protagonista involuntario de la previa, se erigió en protagonista del choque. Primero repelió un disparo desde fuera del área de Cesc y minutos después detuvo con el pie un mano a mano contra otro compatriota, Pedro Rodríguez.
 
El Oporto se volvió a crecer y descubrió que el Chelsea no tiene lateral derecho, tiene un boquete. Branislav Ivanovic fue un gran lateral. Quizás el mejor de la Premier en el último lustro. Pero hoy es un agujero negro. Y por ahí se coló el habilidoso Brahimi una y otra vez. Hasta que un disparo suyo no pudo ser atajado por Asmir Begovic y el rechazo cayó en las botas de André André, que adelantó a los portugueses en el marcador.
 
Cuando ya la mitad de la prensa había abandonado el palco en busca de sus bien ganados canapés, el discutido Mateu Lahoz señaló una falta al borde del área a favor de los ingleses. Ramires fingió prepararse para lanzar con potencia pero fue Willian quien envió el balón al fondo de las mallas con sutilidad. Acto seguido, Lahoz señaló el final de la primera parte sin que el juego se llegara a reiniciar.
 
Tras la reanudación, golpearía de nuevo el Oporto. El enésimo error de Ivanovic acabó en un saque de esquina a favor de los portugueses que desembocó en el gol de Maicon tras rematar de cabeza en el primer palo.
 
Ante la avalancha de juego del Oporto, Mourinho recurrió a su mejor jugador, Eden Hazard. Fàbregas regresó al medio centro (una posición que, de facto, ya estaba ocupando) y el belga se adueñó de la media punta. Pero el problema del Chelsea no radica en la creación. El auténtico punto débil es la retaguardia. Los jugadores ofensivos del Oporto fueron agresivos y aterrorizaron a los defensas de los Blues. El balón se transformó en una bola de fuego de la que había que deshacerse antes de que apareciera un rival a presionar.
 
El Oporto se hizo acreedor en la segunda parte a un par de goles más pero fue el Chelsea quien tuvo el 2-2 en la última jugada del encuentro. Quizás el viejo Chelsea, el que ganaba los partidos que no merecía, habría aprovechado esa ocasión y se habría llevado un inmerecido punto de O Dragão. Pero este no tiene defensa, no tiene consistencia y ni siquiera tiene suerte.
 

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Ilie Oleart