Premier League
Liverpool | 5 |
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Arsenal | 1 |
Ficha técnica |
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5 – Liverpool: Mignolet; Cissokho, Touré, Skrtel, Flanagan; Gerrard (Ibe, 76), Henderson, Coutinho; Luis Suárez (Iago Aspas, 86), Sturridge (Joe Allen, 66), Sterling. |
1 – Arsenal: Szczesny; Monreal (Gibbs, 60), Mertesacker, Koscielny, Sagna; Arteta, Wilshere, Cazorla, Özil (Rosicky, 60), Chamberlain; Giroud (Podolski, 60). |
Goles: 1-0, m.1: Skrtel. 2-0, m.8: Skrtel. 3-0, m.16: Sterling. 4-0, m.19: Sturridge. 5-0, m.54: Sterling. 5-1, m.71: Arteta (p.). |
Veinte minutos tardó el Arsenal en toparse con todos sus demonios en Anfield Road. Solamente veinte minutos. Unos demonios que eso sí, fueron convocados en un infernal aquelarre por los de Wenger, displicentes como nunca se había visto. Jack Wilshere regresaba al once londinense, pero ni así. Enfrente y sujetado por un excelente Steven Gerrard comparecía un Liverpool decidido a no dejar prisioneros.
Cuando los parroquianos de Anfield buscaban su asiento, Luis Suárez lanzó una falta lateral que Martin Skrtel remató a gol sin oposición. Mientras el Liverpool arrancaba con el cuchillo entre los dientes y sediento de sangre, el Arsenal aún estiraba las piernas. Ocho minutos después, película y escenario parecidos: Suárez bota un córner y Koscielny se duerme para que Skrtel anotase su segunda diana y de su equipo. El Arsenal seguía estirando las piernas mientras Luis Suárez estampaba en el poste derecho de Szczesny un fabuloso disparo.
Como si el Liverpool no tuviera suficiente con el talento de Suárez y Coutinho en tres cuartos, el Arsenal decidió mullirle un poco más el cojín, dejando sin atar el centro del campo rival. Por su parte, los reds comprendieron que no era necesario abatir con pases o desequilibrios las líneas rivales, sino simplemente con mantener su intensísimo bloque de presión alto para plantarse cerca del área de Szczesny. O ni eso, ya que con Özil durmiendo la siesta, Henderson le robó el cuero para cabalgar en solitario. Luis Suárez asistió y Sterling remató para anotar el tercero. Mientras el Arsenal seguía tranquilamente con sus ejercicios de estiramientos, Özil bostezaba.
Tapadas todas las líneas de pase de Arteta, el andamiaje de Wenger colapsaba. Libre de marca, Coutinho volvía a enviar un balón al espacio para la carrera y el gol de Sturridge. Cuatro goles en veinte minutos de un Liverpool espléndido e intenso frente a un cadavérico Arsenal, que por cierto, seguía estirando las piernas. Cada vez que los de Rodgers atravesaban la divisoria se desataba el pánico entre los visitantes.
Más allá de las carencias tácticas demostradas ayer y de la soberbia prestación local, tres tipos de despistes revelaban la completa falta de actitud en el Arsenal: en balones parados, presionando en el medio y en pérdidas no forzadas por el rival. Si la herida era sangrante, con el ahorro de esfuerzo o la ausencia directa de él caía sal y vinagre sobre la carne viva y abierta de los cañoneros.
Tras el descanso, el Liverpool bajó el pistón pero aún así veía el balón regresar a sus pies como quien contempla en la playa morir en sus pies las olas del mar. Tantas facilidades se traducían en una continua cascada de situaciones claras de gol donde Raheem Sterling tomó cuenta en el enésimo desmarque al espacio mal vigilado por los centrales y peor por la medular, sin atender al pasador. Cinco goles y restaban cuarenta minutos.
Bien entrada la segunda mitad, el Arsenal por fin logró tener noticias de Mignolet, en un manso cabezazo de espaldas de Giroud. Avergonzado por la actuación de los suyos, Wenger retiró de una tacada al propio delantero francés, Monreal y a Mesut Özil, rostro de la paupérrima imagen ofrecida ayer por los gunners en Liverpool. Tan solo Jack Wilshere tuvo la decencia de ofrecerse e ir al frente y pedir la pelota con todo en contra, aunque desquiciado, rozó la expulsión en algún lance.
El partido habló también de las virtudes de un Brendan Rodgers que ha sabido gestionar y recolocar a todo un llegador como Steven Gerrard en un inteligente mediocentro. En una actuación sin mácula y quizá enamorado de sí mismo, el centrocampista inglés se pasó de frenada y derribó dentro del área a Chamberlain. Mikel Arteta anotó de panenka el penal ante unos hinchas gunners que celebraron, no sin ironía, efusivamente el tanto del honor, si es que honor es la palabra adecuada.
No dio para mucho más el tiempo restante, salvo las intentonas de un ovacionado Luis Suárez, Sterling y Henderson, otro de los nombres destacados del Liverpool. Incluso Mignolet tuvo tiempo para lucirse con una gran mano en un lanzamiento de falta de Mikel Arteta. Con el pitido final de Michael Oliver acabó el liderato y el film de terror de serie B del Arsenal, del cual tal vez haya secuelas ante Manchester United, de nuevo Liverpool y contra ese ogro llamado Bayern de Múnich. Finalizó también para un Liverpool vivificante de la mano de Rodgers, bien situado en Champions y a quien no le queda remota la lucha por el título.