Ilie Oleart

Pretemporadas

La planificación de las pretemporadas de los equipos profesionales han cambiado profundamente durante los últimos diez años. De los bucólicos paisajes europeos de montaña o los amistosos contra los equipos de la zona, hemos pasado a giras mundiales como si de estrellas del rock se tratara.

 
A saber, los objetivos de la pretemporada son tres: alcanzar el nivel condicional óptimo para comenzar la competición oficial, enseñar a los jugadores el modelo de juego del entrenador y fomentar la cohesión de grupo.
 

Los grandes suelen obviar los objetivos de la pretemporada

Swans y Saints fueron la revelación, quizás por su pretemporada

Para lograr el primer objetivo, los equipos europeos solían buscar tradicionalmente emplazamientos en altura o donde la temperatura propia de la temporada estival fuera comedida, como por ejemplo zonas próximas a los Alpes o los Pirineos. Tras un mes sin actividad física, lo último que necesita un jugador es tener que soportar temperaturas extremas o una humedad más propia de una sauna. Sin embargo, los dictados financieros obligan a muchos equipos ingleses a recorrer medio mundo en avión, con el desgaste físico adicional y el desbarajuste de horas de sueño que conlleva. Este año, el Liverpool jugará en Tailandia, Australia, Malasia o Finlandia. Otros equipos sin tanta repercusión mediática han podido organizarse mejor: el Swansea se ha instalado en Alemania, donde las temperaturas son moderadas, y ha disputado amistosos contra equipos locales como el Borussia Moenchengladbach o el TSV 1860. Pero también hay equipos grandes que se han organizado con sentido común: el Arsenal viajó a Singapur para disputar el Barclays Asia Trophy pero regresará a Londres para disputar su Emirates Cup antes de enfrentarse al Chelsea en Wembley en la Community Shield.
 
Para que la transmisión del modelo de juego sea lo más efectiva posible, no basta con el entrenamiento. Es crucial jugar en pretemporada ante equipos que utilicen sistemas parecidos a los de la liga en la que vamos a competir. Jugar contra un once improvisado de la liga de Singapur o contra un equipo australiano difícilmente nos ayudarán a aplicar las consignas dictadas por el modelo de juego ni nos prepararán para lo que luego nos encontraremos en competición oficial. Hoy en día, la Premier League se ha convertido en una liga donde prima el juego asociativo, a excepción tal vez de equipos modestos como el Leicester o el West Brom de Tony Pulis. Así que ese estilo es el que hay que primar en los rivales de pretemporada. ¿Qué sentido tiene jugar contra un equipo que juega en 3-5-2 al contraataque si en nuestro liga no existe ningún equipo así?
 
La única ventaja de estas pretemporadas transformadas en giras de banda de rock estriba en la cohesión de grupo. Dos o tres semanas recorriendo el mundo entre hoteles, aeropuertos y campos de entrenamiento contribuye más a la unión del grupo que dos docenas de sesiones de coaching grupal. Un partido de waterpolo en la piscina de un hotel o una partida de PlayStation son potentes herramientas para lograr que el grupo se mantenga unido cuando las cosas se tuerzan meses más tarde. La única diferencia respecto a épocas pretéritas es que las partidas de cartas han sido reemplazadas por los selfies.
 
La temporada pasada, Southampton y Swansea fueron los equipos revelación. Los Saints estuvieron concentrados en Holanda y Bélgica antes de regresar luego a Inglaterra para disputar sus cuatro últimos partidos de pretemporada. El Swansea estuvo concentrado en Estados Unidos, donde jugó dos partidos, y regresó a las Islas, donde disputó sus cinco últimos. ¿Casualidad?
 

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