El Crystal Palace empezará la temporada 2015-16 con un buen recuerdo de la temporada anterior. Y es que el legendario tema de los Monty Python Always look on the bright side of life debería convertirse con el tiempo en el lema del equipo de Croydon. Aunque su pretemporada no ha sido especialmente destacable y quizás se esperaba más de ellos (de un 10º puesto en la Premier se espera más que una derrota por 2-0 contra el Union Berlin de la 2. Bundesliga), el objetivo principal de la pretemporada no deja de ser mejorar la forma física y asimilar el modelo de juego del entrenador.
Lo cierto es que el Palace es un equipo que me cae especialmente simpático desde que hace unos meses lo empezase a entrenar Alan Pardew. Las estadísticas son las estadísticas, más allá de simpatías, y nos permiten extraer una conclusión: el Crystal Palace y Alan Pardew se entienden bien. Allá por la temporada 1990-91, Pardew jugaba con el conjunto del sur de Londres y lograron un magnífico tercer lugar en la extinta First Division. En liga, fuese cual fuese el formato, los Eagles no han conseguido superar nunca ese resultado.
Como entrenador, Pardew ha conseguido lo mismo, pero dentro del actual formato: el club ha logrado su mejor temporada en Premier League, a pesar de un catastrófico inicio. Si ya parecía difícil mejorar el undécimo puesto conseguido por Tony Pulis la temporada 2013-14, cuando este abandonó el club y fue sustituido por Neil Warnock, el aficionado medio se llevó las manos a la cabeza. Y tuvieron tiempo de llevárselas del mil maneras posibles hasta que acabó diciembre y destituyeron a Warnock. Tenían motivos. 15 puntos en 17 partidos no auguraban nada bueno. Acto seguido llegó Pards, tras una dimisión en Newcastle motivada por su hartazgo del dueño y de la afición. Y el equipo mejoró. Sacó la cabeza del descenso y alzó el vuelo como el águilas que luce en el escudo de la entidad. El equipo pasó a encajar menos goles de los que marcaba, a acumular más posesión e incluso a pasar ligeramente más en corto y con mayor precisión. Pardew, con su impecable sonrisa, más blanca que su pelo, saludó en su meteórico ascenso al Newcastle, con dedicatoria especial para el dueño Mike Ashley y toda la Toon Army. Y como si de una fábula griega se tratase, el mismo equipo que había pedido su cabeza se precipitaba hacia el descenso, evitándolo por los pelos en la última jornada. Todo un milagro, dado que el conductor de ese camión blanco y negro que rodaba cuesta abajo y sin frenos no era otro que John Carver.
En cinco meses de competición, Pardew ha conseguido ganar más del 57% de los encuentros disputados, una cifra nada desdeñable. Esta cifra le sitúa como el segundo mejor entrenador del club en toda su historia, solo por debajo de Steve Bruce. Sin embargo, se echa en falta la mano de Tony Pulis en los aspectos defensivos. El Palace comete más fallos defensivos y evita menos goles que cuando Pulis tenía la batuta. Por mucho que Pulis sea Pulis, y que su estilo de juego se parezca más a la construcción de la Gran Muralla China que al toque de Pep Guardiola, si el equipo desea mejorar resultados, un mayor orden en defensa es necesario. Para mejorar ese décimo puesto, se antoja necesario rejuvenecer la portería y la defensa, así como invertir en jugadores que mejoren el nivel general del resto de la plantilla en el plano ofensivo. Una de las debilidades de los hombres de Pardew es la dificultad que tienen para mantener la posesión. Estando aún a principios de agosto, resultaría aventurado extraer conclusiones pero los fichajes del Palace, por el momento, parecen acertados a pesar de que no han sido muchos. Cierto es que tampoco se han producido bajas significativas.
Antes de ver el equipo del que dispone Alan Pardew, hay que fijarse en que no se ha atado a ninguna formación. Mientras que en Newcastle jugaba con un 4-4-2 si las lesiones se lo permitían, en Croydon están siendo fijos solo tres aspectos: la línea de cuatro en la defensa, un delantero en punta y un portero. Se ha movido entre un doble pivote defensivo con un tridente tras el delantero, el trivote defensivo con dos extremos o una línea de cuatro con un mediocentro defensivo de contención tras dicha línea. Dentro de estos onces, las rotaciones han sido constantes.

En defensa, que no llegasen jugadores más jóvenes supondría un problema a medio plazo pero la defensa Eagle ha demostrado necesitar más concierto que incorporaciones. Los laterales están bien cubiertos por Martin Kelly y Joel Ward que, estando en buena forma y compenetrándose bien con el equipo, pueden hacer una labor excelente. A ellos se ha sumado el lateral izquierdo senegalés Papa Soure, procedente del Lille. En el centro, Scott Dann es un fijo y acaba de firmar un nuevo contrato este verano. Pero no está claro quién podría complementar la labor en el centro. El resto de centrales superan ampliamente los 30 años y salvo Adrian Mariappa no hay jugadores más jóvenes que puedan servir de compañero de Dann en el centro de la defensa, que no destaca precisamente por su velocidad. Y una defensa desordenada y lenta es el sueño de todo delantero.
En el mediocentro, los Eagles tienen posiblemente su mejor baza. Tal y como comentábamos antes, su asignatura pendiente en el plano ofensivo es lograr que las posesiones sean largas. El remedio ha roto los récords de fichajes en el club del sur de Londres. Su nombre es Yohan Cabaye, al que Pardew ya conoce de Newcastle y que hasta hace unos meses vivía en París, jugando para un equipo francés llamado PSG. Casi nada. El francés puede desenvolverse en cualquier lugar del mediocentro pero será con toda seguridad una de las claves del equipo de este año. A él se suman los ya presentes James McArthur, Mile Jedinak, Joe Ledley, Barry Bannan y Jordon Mutch, aunque estos dos últimos no han terminado de hacerse un hueco en Selhurst Park.
En la línea de tres cuartos, la temporada pasada fueron habituales Yannick Bolasie, Jason Puncheon y Wilfried Zaha. Los tres pueden jugar en las dos bandas, así como por el centro. La incorporación reciente de Bakary Sako añade una alternativa de calidad a ambas bandas. También pueden aportar profundidad los delanteros ya que, salvo Glenn Murray, el resto puede ocupar alguna posición, si no en bandas, como mediapunta o segundo delantero. Si los Eagles se complementan bien, ese tridente puede dar más de una sorpresa a defensas de renombre.
Por último, la carencia de un delantero con olfato que marcase las diferencias es algo que el equipo notó la temporada pasada. Dwight Gayle parece una solución posible pero sus cifras distan de ser las de un goleador nato. Glenn Murray puede ser una buena alternativa pero no como titular y, en cualquier caso, parece estar siendo tanteado por Norwich y Bournemouth. Frazier Campbell y Marouane Chamakh dan la sensación de haber ocupado un puesto en el once que podría haber sido aprovechado más eficazmente por otro delantero. La primera solución parecía ser la cesión del joven punta Patrick Bamford, que el año pasado firmó 19 dianas y 7 asistencias en 45 partidos de segunda división. El jugador del Chelsea está en buena forma y se estrenará en la Premier League. Además, recientemente el club ha cerrado el fichaje de Connor Wickham procedente del Sunderland. El inglés tiene posibilidades de hacerse dueño y señor de la punta del Palace y también de demostrar toda su calidad que, de momento, ha venido en pequeños episodios de manera intermitente.
El Crystal Palace es una incógnita. Puede ser uno de los equipos revelación de este año y subir un par de puestos, mantener la posición o acabar siendo uno de esos equipos que están sudando hasta el último minuto para no descender al infierno de Championship. Y ya lo decíamos en la previa de hace dos años, el Crystal Palace es un equipo que sabe sufrir. Llegó para dar que hablar y lo ha conseguido. Convertir en su lema el «Always look on the bright side of life» que mencionaba al comienzo de este artículo es algo que tienen a su alcance porque el Palace está viviendo una etapa dorada y ya se sabe que el optimismo no cambia nada pero hace que todo parezca más sencillo. ¿No veis cómo sonríe Pardew?