Pocos placeres de la vida superan el de ver un partido de Premier League en el palco de Loftus Road, un estadio con 116 años. Sin embargo, ambos entrenadores se empeñaron en aguar la fiesta a los espectadores, entre ellos dos enviados de La Media Inglesa.

 

Así como equipos modestos como el Norwich City, el Swansea o el Stoke City tienen una filosofía de juego muy clara, hoy tanto QPR como Blackburn Rovers han demostrado lo contrario. 

 

De entrada, sorprendió la ausencia en el once titular de Taarabt y Bothroyd en los locales, y la de Formica, Rochina, Yakubu y Goodwillie en los visitantes. Es decir, probablemente los seis jugadores más dotados técnicamente empezaban en el banquillo, un mal presagio para el fútbol. Desgraciadamente, para más inri, solo dos de ellos acabarían jugando y, además, ninguno tuvo su mejor día. Estos datos resumen un encuentro en el que la intensidad brilló más que la calidad.

 

Como no podía ser de otra manera, ambos goles llegaron a raíz de dos saques de esquina. El que abrió el marcador fue el QPR gracias a Helguson, que necesitó dos remates y algo de suerte para enviar el balón al fondo de la red, puesto que un centro suyo se envenenó y acabó como una estupenda vaselina.

 

Sin embargo, no duró mucho la alegría en Loftus Road. Tan solo diez minutos más tarde, Chris Samba remataba un córner que ponía las tablas en el marcador.

 

Con 1-1 en el marcador, ambos equipos parecieron conformarse. Jugaron fútbol «a la inglesa», a lo «Stoke» o, simplemente, «fut-rugby»; es decir, patadón arriba y a esperar un error del rival. Solo Faurlín en el QPR y Goodwillie en sus pocos minutos intentaron bajar el balón al suelo, pero les faltaron seguidores.

 

En fin, partido feo (solo hace falta decir que Chris Samba fue el mejor del partido) con resultado justo.