El estilo
Desde el nombramiento de Roberto Martínez como entrenador del Swansea en febrero de 2007, el club apostó por un estilo muy definido de fútbol, asociativo, ofensivo, con un especial énfasis en el control del balón. Desde entonces, los dirigentes del club han apostado por entrenadores con un perfil que encajara con este estilo, en mayor o menor medida: Paulo Sousa, Brendan Rodgers, Michael Laudrup y Garry Monk. En este tiempo, el Swansea ha ascendido a la Premier League y se ha consolidado en la élite, hasta alcanzar el curso pasado su mejor posición histórica (8º con 56 puntos).
Durante este tiempo, el Swansea ha aparecido temporada tras temporada en los primeros lugares de la liga en términos de posesión y porcentaje de pases acertados. Sin embargo, los cisnes parecen haber perdido el toque esta temporada. Ante el Bournemouth, los Swans solo acapararon el 46,4% de la posesión y su porcentaje de éxito en el pase fue tan solo del 75% (por el 82% del rival).
Si Monk desea sacar al equipo del apuro en el que se encuentra (y salvar su pellejo), la solución pasa por recuperar el viejo apodo con el que los medios ingleses bautizaron a los galeses por su estilo de juego: Swansealona.
Tensiones en el vestuario
En su primer verano como técnico del Swansea, Garry Monk redujo el contingente de españoles en el club de siete a dos (Ángel Rangel y Jordi Amat) tras comprobar que el exceso de jugadores de una nacionalidad había producido una brecha en el vestuario. Gracias a esta inteligente decisión (aunque arriesgada, considerando que el club se deshizo de titulares como Michu o Chico Flores), Monk recuperó la armonía del grupo que ahora parece de nuevo en entredicho.
En las dos últimas temporadas han llegado muchas caras nuevas (André Ayew, Jonjo Shelvey, Jack Cork, Kyle Naughton, Jefferson Montero, Federico Fernández, Lukasz Fabianski, Eder o Bafetimbi Gomis por citar solo algunos de los más habituales) mientras otros que habían acompañado al club desde los albores de su ascenso lo han abandonado, como Nathan Dyer. Esto ha contribuido a crear un grupo heterodoxo que se conoce poco y que no está familiarizado con “The Swansea Way”, la peculiar forma de hacer las cosas en Swansea. Monk deberá asegurar que la idiosincrasia propia del club no se pierde por el camino del éxito.
Sin gol
Antiguamente se conocía al Arsenal como “el banco de Inglaterra” por su exceso de precaución y cautela en el manejo del club. Otro tanto podría decirse de Huw Jenkins y el resto de propietarios del club, tan atentos a la faceta deportiva como a la financiera. En los dos pasados ejercicios, el Swansea cosechó unos beneficios superiores totales de más de 20 millones de libras, en parte debido a la venta de jugadores como Wilfried Bony.
El marfileño fue traspasado en enero de este año al Manchester City por 30 millones de libras. El enorme hueco que dejó (literal y figuradamente) fue ocupado con solvencia por Bafetimbi Gomis, que anotó ocho goles desde enero hasta final de temporada. El francés retomó esa racha en el inicio de esta, marcando cuatro goles en agosto. Pero desde entonces, rien. Nada.
Su falta de puntería le ha acabado costando el puesto de titular, pero su recambio no ha estado mucho más afortunado. El portugués Eder todavía no ha logrado un gol oficial con el Swansea cuando ya hemos entrado en diciembre.
Solo cuatro jugadores del Swansea han marcado en liga. Entre Ayew y Gomis (aún sin marcar desde hace más de tres meses) han marcado 10 de los 16 goles del club. Jenkins deberá rascarse el bolsillo en enero para fichar un delantero de garantías para facilitar el trabajo de Monk.
Este momento debía llegar algún día
Cuando el Bournemouth puso el 0-2 hace un par de semanas, solo un sordo habría sido incapaz de escuchar los abucheos que invadieron el Liberty y que se reprodujeron a menor volumen al concluir el encuentro con empate a dos. Esa reacción demuestra que las expectativas de los aficionados han ido aumentando en paralelo con las hazañas del club de los últimos tiempos. Pero es evidente que, tarde o temprano, el club iba a acabar tocando techo. Quizás ha llegado el momento.
Hace algo más de diez años, el Swansea estuvo a punto de descender a quinta división. En la última jornada de la temporada 2002-03, el Swansea venció al Hull y conservó su lugar en el fútbol profesional. A partir de ahí, emprendió su ascenso y ya nunca echó la vista atrás. El octavo lugar de la temporada pasada fue su mejor posición histórica. Seamos realistas, ¿puede el Swansea aspirar a mucho más? El Liberty, orgullo del club desde que se inauguró en 2005, se ha convertido en un freno para el desarrollo del club a causa de su limitada capacidad (algo más de 20.000 espectadores), la más reducida de la Premier League a excepción del diminuto Dean Court de Bournemouth.
Los estratos están muy marcados en la Premier League. Existe una élite (Manchester City, Manchester United, Arsenal, Chelsea), una clase alta (Liverpool, Tottenham) y una amplia clase media que aspira algún día a colarse entre esos privilegiados (Everton, West Ham, Stoke City, Southampton) de la que el Swansea ha formado parte estas últimas temporadas. Pero acceder al escalón superior es una ardua tarea que requeriría una ampliación del estadio y, posiblemente, la entrada de capital extranjero. En estas condiciones actuales, cualquier intento de asomar la cabeza por cotas más altas acabará irremediablemente con un chichón en el cráneo.