A pesar de resultar sorprendente, el mal comienzo de temporada del Wigan Athletic no es francamente ninguna novedad si nos fijamos en lo hecho en años anteriores, puesto que casi durante la última década ha sido un equipo que se ha caracterizado por sus flojas primeras mitades de temporada y por completar segundas mitades, o más bien tramos finales, excelentes. Aunque bien, hasta la pasada campaña, todos estos malos arranques ligueros (desde el año 2005) habían sido en la élite, en la Premier League, por lo que es más comprensible dado el tamaño de la entidad. Pero lo acontecido refleja que han arrastrado este hábito hasta Championship.
Es cierto que el año pasado tuvieron que compaginar la liga con la Europa League tras ganar la FA Cup. En Europa pelearon todo lo posible pero no fueron capaces finalmente de pasar de la fase de grupos. Compaginar ambos torneos propició, una vez más, una decepcionante primera mitad de curso en liga. Algo que, a principios del mes de diciembre, supuso la destitución del técnico Owen Coyle, quien había asumido las riendas solamente seis meses antes. El propietario y presidente del club, Dave Whelan, salió en busca de un nuevo entrenador y fue capaz de convencer al alemán Uwe Rösler de dejar el Brentford de League One, con el que estaba en la lucha por el ascenso, para convertirse en nuevo director técnico de sus Latics.
El Wigan siempre ha sido de pésimos arranques y excelentes finales
Las ventas de Jordi Gómez y James McArthur han pesado mucho
El efecto de Rösler sobre el equipo fue notorio y los resultados no tardaron en mejorar. Consiguió que el conjunto de la zona de Greater Manchester protagonizase un fantástico tramo de final de temporada, algo que ya fue habitual en los Latics bajo las órdenes de Roberto Martínez. Rösler llevó al equipo hasta las semifinales de FA Cup y del play-off de ascenso a la Premier League. En copa cayeron tras pelear hasta la extenuación ante el Arsenal en una emocionantísima tanda de penaltis donde se acabaron imponiendo los de Arsène Wenger. En el play-off también se dejaron el alma, pero un gol de Charlie Austin en la prórroga del partido de vuelta dio al QPR el pase a la final. El Wigan se quedó en el camino, pero dejó una gran imagen que tuvo bastante repercusión mediática, puesto que vencieron al Manchester City en el Etihad Stadium en cuartos de final de FA Cup y luego se quedaron a la puertas de la final tras casi eliminar al todopoderoso Arsenal.
Contado todo esto, pasamos a la presente temporada. El gran tramo final del Wigan provocó que muchos apostasen por ellos este verano (quien escribe este artículo incluido) como uno de los grandes favoritos para estar en la pelea por el ascenso directo este curso. Así que ¿cuáles son las razones de este mal comienzo? A pesar de ser por lo que parece un hábito, siempre hay una explicación del porqué. Sin lugar a dudas, las marchas, primero del centrocampista español Jordi Gómez al Sunderland y después del centrocampista escocés James McArthur al Crystal Palace, en este mercado veraniego de traspasos, dos pilares del equipo estos últimos años, es una de las principales razones.
Jordi llevaba en el club más de un lustro y el equipo estaba muy acostumbrado a disponer de sus prestaciones. Era un jugador que daba control al Wigan en la zona medular, que tenía siempre buen toque de balón y que también mostraba capacidad para llegar al área rival, bien para asistir o bien para marcar. James McArthur, por su parte, daba mucha fortaleza y empaque al centro del campo, también con gran capacidad de llegada al área rival y quizás algo más comprometido en labores defensivas. A pesar de reforzar el medio campo, Rösler, con múltiples fichajes como Adam Forshaw, Emyr Huws, William Kvist o Don Cowie, ninguno de ellos ha sido capaz por el momento de suplir a Gómez.
Este pasado viernes, el Wigan visitó el Macron Stadium y fue derrotado cómodamente por un Bolton que llegaba al partido por debajo de ellos en la clasificación. La falta de control en el medio campo, compuesto por Forshaw, Huws y Roger Espinoza, fue uno de los principales problemas. La prolongada baja por lesión de otro medio centro que ha tenido siempre importancia en el equipo como Ben Watson, de perfil distinto al de Gómez y al de McArthur, más de contención y equilibrio, ha debilitado también al equipo. El danés Kvist es quien, en teoría, debería ejercer el rol de Watson, pero al parecer no ha terminado de ganarse la confianza de Rösler y fue suplente ante el Bolton. El alemán ha probado con multitud de diferentes variantes en lo que llevamos de temporada. Sin embargo, no termina de encontrar la combinación idónea. Dar con la tecla en la medular será clave para poder enderezar el rumbo del equipo.
La defensa por su parte, estuvo lejos de ser ejemplar en el Macron Stadium. En la primera parte del encuentro mantuvieron un cierto nivel y solventaron la papeleta. Pero en la segunda, cuando el Bolton salió con más mordiente, la zaga Latic, conformada por James Perch, Leon Barnett, Rob Kiernan y Maynor Figueroa, fue un desastre. Se mostró escalonada, desordenada y lo que es aún peor, desconectada. El Bolton logró un total de tres goles en un periodo de 15 minutos. De lo poco que se puede decir en defensa de la defensa, nunca mejor dicho, es que Forshaw y Huws, dos jugadores con más mentalidad ofensiva que defensiva, fueron los que formaron la pareja de medios centros en esta ocasión. La línea titular de la zaga ha sido algo con lo que Rösler ha probado distintas combinaciones y también aquí deberá dar con la mezcla ideal.
Por último, el ataque. Otro quebradero de cabeza, quizás el mayor, para el preparador alemán. A diferencia del centro del campo, el frente de ataque no ha perdido piezas importantes de la pasada temporada, sino que, en teoría, ha mejorado notoriamente. Grant Holt y Marc-Antoine Fortune eran los dos delanteros del equipo hasta la llegada de Rösler, que decidió prescindir del primero. Para sustituirle, incorporó al futbolista del Leicester City, Martyn Waghorn, primero cedido y finalmente comprado. Sin embargo, este verano era evidente que el equipo debía mejorar ese apartado y así se hizo. Ficharon procedente de Osasuna al delantero Oriol Riera, quien había sido pieza clave del conjunto de la ciudad de Pamplona. Pero que desde que ha llegado a Wigan, ha destacado más por una divertida anécdota que por sus actuaciones sobre el campo. Esta anécdota en cuestión fue que en el partido ante el Brighton en el Amex Stadium hace una semana, salió al campo, tras 75 minutos de partido disputados, con su anillo de matrimonio, pero como las reglas estipulan que un jugador no puede jugar con joyería puesta, metió su anillo dentro de una sus medias. Al acabar el partido se dio cuenta de que había perdido el anillo. Gente encargada del mantenimiento del campo y agentes de seguridad del estadio unieron fuerzas para dar con él. Finalmente lo encontraron y ahorraron así a Riera muchas explicaciones ante su esposa.
Y en el cierre de mercado trajeron a otro ariete que también auguraba goles, el francés Andy Delort. Máximo goleador de la segunda división de Francia con el Tours. Unos 6 millones de libras fueron desembolsados en total por Dave Whelan a cambio de los dos delanteros. Sin embargo, ninguno de los dos está siendo capaz de cumplir con las expectativas: Riera ha marcado un gol mientras que Delort sigue con el cero en su casillero. Esta situación ha llevado a Rösler a volver a apostar bien por Fortuné o bien por Waghorn como ‘9’ titular, algo que tampoco está surtiendo gran efecto, ya que cuentan con 1 y 2 goles respectivamente. El eléctrico, a la vez que intermitente, extremo Callum McManaman es quien está tirando del equipo en lo que goles se refiere con los 5 tantos que suma en esta presente campaña. El también extremo James McLean logró un doblete que otorgó la victoria al Wigan en Derby hace unas semanas y sería de suponer que tuviese más peso en el equipo, pero su mala cabeza le sigue impidiendo convertirse en uno de los baluartes. De continuar así la situación con los delanteros, el Wigan deberá buscar otro en el mercado invernal de fichajes.
Rösler, en la entrevista post-partido en Bolton, estaba muy disgustado y muy frustrado con sus jugadores. Mencionó lo mal que se sentía por los aficionados que se habían desplazado hasta el Macron Stadium. También habló de la falta de implicación, de la falta de ganas, de la falta de motivación de algunos de sus jugadores, a los que parecía darles igual los seguidores del equipo, según argumentaba Rösler. Que también dijo sobre estos “ciertos jugadores” que pasará mucho tiempo hasta que vuelvan a disponer de una nueva oportunidad. Los mimbres en principio están, en todas las zonas del campo. Dave Whelan, a excepción de Coyle, siempre ha sido alguien que ha dado muchísima confianza a sus entrenadores, lo que es buena señal para que Rösler pueda tener la oportunidad de revertir toda esta situación. Esta misma semana Whelan ha declarado al Wigan Today que apoya al alemán al 100%, que “necesita el apoyo de todos y lo tendrá”. Al igual que todas las veces que Martínez estuvo cuestionado, Whelan ha salido a cortar de raíz todos los rumores sobre un posible despido. Y como ya hemos mencionado, comenzar mal no es algo nuevo para el Wigan, lo que debería dar todavía cierta tranquilidad a sus fieles aficionados.