«Hogar dulce hogar». Eso habrá pasado por la mente de Steven Pienaar en el minuto 75, cuando fue sustituido por Royston Drenthe entre los aplausos de los aficionados que llenaron las gradas ante la visita del Chelsea. Y es que el sudafricano ha vuelto a Goodison Park, el lugar donde desplegó el mejor fútbol de su carrera y donde este sábado ha sido la pieza clave para que sus»toffees» batieran al cada vez menos todopoderoso Chelsea. Pienaar, que apenas ha jugado su segundo partido con el Everton esta temporada, ambos como titular, y el primero en Goodison, ya ha recuperado el cariño de los aficionados.

 

Los «blues» vieron venir la derrota desde el inicio del partido, concretamente desde el minuto cinco, cuando el propio Pienaar puso el 1-0 en el electrónico tras recoger un rebote dentro del área, orientar el balón perfectamente con el pecho, y fusilar dentro del área pequeña a Petr Cech, que volvió a estar horrible esta tarde.

 

David Moyes conocía la fórmula para derrotar a los «blues», basada en regalarles el balón y buscar el gol al contraataque. Y es que, salvo Mata, nadie en el Chelsea tiene la creatividad suficiente como para crear peligro atacando en estático. Así, a pesar de mantener un porcentaje muy alto de posesión, el Chelsea es incapaz de crear peligro. Eso fue lo que les ocurrió a los de Villas-Boas durante todo el encuentro, estrellándose una y otra vez ante el buen posicionamiento de los defensas del Everton.

 

De hecho, con el 33% de la posesión los locales crearon más ocasiones de peligro que sus rivales londinenses. Así que no es casualidad que el Everton lograra el segundo y definitivo gol. Lo hizo tras fuerte entrada de Phil Neville sobre Ashley Cole que recogió Donovan. El estadounidense envió un excelente pase en profundidad para Stracqualursi que el argentino no desaprovechó. Stracqua cada día se ve más cómodo en el Everton, como ya demostró en el partido ante el Manchester City.

 

Esta victoria supone para el Everton un nuevo paso adelante para quizá retornar algún día a Europa. Sin apenas recursos económicos, los «toffees» están situados en la décima plaza, por encima de los millonarios Aston Villa o Queens Park Rangers. Además, más allá de los resultados, la actuación de los jugadores ha sido la que pretendía David Moyes. El Everton planteó una defensa sólida que apenas concedió ocasiones de gol, un centro del campo que combina el físico y la técnica, y una delantera efectiva.

 

Por contra, la sensación del Chelsea es totalmente opuesta. Clara muestra de ello son las palabras cantadas por aficionados «blues» hacia a André Villas-Boas: «You don´t know what you are doing» («No sabes lo que estás haciendo»). Y es que el Chelsea ha sido hoy todo lo que ningún entrenador quiere de su equipo: predecible, impreciso y sin corazón. Mata está más solo que la una en la creación del juego, David Luiz e Ivanovic siguen haciendo de las suyas en defensa y Fernando Torres suma ya casi el doble de tarjetas amarillas, cinco, que goles en la Premier League esta temporada, tres. Mucho tendrán que cambiar los «blues» si quieran estar en la próxima Champions League.