En 1977, Brian Clough, harto de los cánticos insultantes procedentes del Trent End del City Ground, decidió llamar la atención a sus propios aficionados. Así que Cloughie ordenó colocar un cartel sobre el césped que rezaba: «Gentlemen, no swearing, please. Brian» («Caballeros, basta de insultos, por favor. Brian»).
La semana siguiente, esos aficionados respondieron a Clough con otro cartel: «Brian, no leaving, please. The gentlemen» (Brian, nada de irse, por favor. Los caballeros). Era su forma de pedirle al técnico que siguiera en el Nottingham Forest, en una década en que Clough fue eterno aspirante al banquillo de la selección inglesa.
Clough siempre fue un acérrimo defensor del juego limpio
Hay que tomar medidas ya, antes de que sea demasiado tarde
Esta conocidísima anécdota de Clough demuestra su defensa de un cierto código de honor en el fútbol. El técnico siempre fue un acérrimo defensor del juego limpio (algo que le enfrentó a Don Revie, uno de los primeros técnicos en usar la argucia de perder tiempo en la recta final de los partidos, por ejemplo) y de un férreo código ético. Si Clough presenciara un partido cualquiera de la Premier League hoy en día, es más que probable que no le gustara demasiado lo que viera.
Este domingo presenciamos una nueva demostración de que las artimañas han infectado irremediablemente el fútbol inglés. El jugador del Tottenham Andros Townsend fingió un penalti en la segunda parte ante el Swansea que el árbitro señaló incorrectamente y acabó significando la victoria de su equipo. Jugadores como Gareth Bale, Ashley Young o Luis Suárez han recibido duras críticas por simular penaltis o exagerar lesiones recientemente. La época en que hacer trampas estaba mal visto pasó a mejor vida.
Ahora prima la victoria. A cualquier costa. No importa la forma, algo que siempre defendió Clough. Hay que ganar, sí, pero jugando el fútbol de forma correcta, no haciendo trampas. La proliferación de este tipo de actitudes hacen temer que ya no exista vuelta atrás. A menos que los organismos competentes tomen medidas. Ya.
En varias ocasiones se ha estudiado la posibilidad de sancionar a estos jugadores a posteriori. Tres partidos de sanción serían castigo suficiente como para que más de uno se lo pensara a la hora de emprender el camino corto y fácil hacia la victoria. Los resultados ya no se pueden cambiar pero al menos se puede penalizar a aquellos que hicieron trampas para conseguirlos. Ha llegado el momento de tomar medidas. Antes de que la liga se convierte en escenario teatral que no hace otra cosa que transmitir un mensaje nefasto a los espectadores: lo importante es ganar, no importa el modo.
PD. Cuando Brian Clough murió, entre los cientos de camisetas y bufandas que adornaron el estacionamiento del City Ground, se encontraba una pancarta que rezaba: «Brian, gracias por tantos buenos recuerdos. Los caballeros».