Vaya por delante que creemos que no, que la Premier sigue siendo la competición regular más exigente de Europa y por ende, del mundo. Pero obviar lo sucedido es ponernos una venda en los ojos. No vamos a señalar un hipotético bajo nivel de la Premier, aunque es indudable que las prestaciones de buques insignia como el Manchester City en Europa son realmente paupérrimas. Y a diferencia del Chelsea, sus petardazos no son excepciones. Un fenómeno que como tal tiene mil causas distintas, aunque trataremos de ahondar en una que a nuestro juicio, no se ha prestado demasiada atención.
Las prestaciones de buques insignia como el City en Europa son paupérrimas
La Premier no son sardinas en aceite pero ¿no hay que exigir más en Europa?
Hizo hincapié Manuel Pellegrini tras la primera derrota ante el Barça en las preturas del calendario en Navidades. Tal vez resulte que en los años de preponderancia británica en Champions los partidos disputados entre el Boxing Day y el día de Año Nuevo fueran amistosos contra equipos de League Two. O puede que tratar de remontar una eliminatoria ante el Barcelona con Milner en el césped o sin haber mirado cómo sacaban los córners los de Luis Enrique (entre otros factores. Véase el gol que anota Messi en Eibar una semana antes y la pintiparada ocasión que tiene en la vuelta Suárez en otro saque de esquina) sean otros aspectos a tener en cuenta. En cualquier caso, de los 180 minutos que duró la eliminatoria, ni en uno fue capaz el City de hacer frente al Barcelona. Algo parecido ocurrió justo hace un año ante una versión bastante más ramplona de los catalanes. Y sin embargo, no hubo consecuencias.
Un momento. ¿Autocrítica? ¿Hemos dejado a entender eso?
Rebobinemos un año atrás. El City cae derrotado en el Etihad y en el Camp Nou ante un Barça de flojeras, pero Steven Gerrard acaba resbalando en Anfield y Demba Ba contó el chiste de su vida, de modo que los Citizens se encuentran con una Premier que ni soñaban. Bien, vale, una Premier no son unas simples sardinas en aceite, pero… ¿a un equipo con la plantilla y la inversión como la del Manchester City no se le puede exigir un nivel competitivo mínimo en Europa? Por lo visto, no.
La temporada pasada el Bayern de Múnich arrasó en la Bundesliga y también ganó la DFB Pokal al Dortmund de Klopp y, sin embargo, hasta el Día del Juicio Final Guardiola deberá acarrear con la cruz del 0-4 infligido por el Real Madrid en el Allianz. En Italia la Juventus volvió a salir campeón (como era de esperar) y batió el récord de puntos, pero el mayúsculo tropezón de caer en la fase de grupos persiguió a Conte allá donde fue. En España hemos visto bastantes temporadas donde Barcelona o Real Madrid ganaban la liga aunque de por medio mediaban eliminaciones tempranas en Champions League, caso de Van Gaal en unos o Capello en los otros, pesando lo suyo el fracaso continental. En todos estos ejemplos lógicamente ha habido congratulaciones por el laurel nacional logrado, pero el entorno mediático (denominemos así a ese marasmo etéreo formado por prensa y aficionados) no olvidó la exigencia de ser fuerte en Europa. Curiosamente, estas son algunas de las escuadras más competitivas y temidas en el continente, sea cual sea su estado. ¿El City? ¿Exigencia? ¡Ja! En ocasiones da la sensación de que con rendir en casa es suficiente. Lo cual, dado el potencial del equipo es una obviedad.
Da la sensación que rendir en casa es suficiente. Lo cual es una obviedad
Algunos en Inglaterra tienen una capacidad asombrosa para mirarse el ombligo
Insistimos en ese punto: no existe, al menos en el caso del Manchester City, la necesidad mínima de rendir ante primeros espadas europeos ante los cuales, al menos debe ofrecer batalla. Es esa la conclusión que extraemos, la capacidad realmente asombrosa de mirarse el ombligo que tienen algunos en Inglaterra, esa autocomplacencia directamente opuesta a la capacidad de mejora. No, a Pellegrini (al menos de momento) por su enésimo fracaso en Champions no parece que se le demanden explicaciones: «Bueno, podía pasar». Vaya, ingenuos nosotros que creíamos que con Agüero, Touré o Hart un equipo bien podía aspirar a algo. Tampoco son los únicos.
En Londres el Arsenal decidió no fallar a la costumbre de clavar sus pies al suelo antes de iniciar la carrera, esta vez perdiendo ante el todopoderoso Mónaco en la ida en el Emirates. Pero Arsène Wenger se queda con la imagen mostrada en Louis II. Fenomenal. Los deberes están casi hechos: clasificación para la siguiente edición de Champions bien encarrilada y unas semifinales de FA Cup accesibles. Parafraseando en parte a Serrat, puede ser otra buena temporada, pero el fiasco monegasco no se valorará en el haber. Ahora que el gasto en fichajes se ha engordado y que en consonancia se le debería pedir más al Arsenal, usted lector, ¿detecta un atisbo de autocrítica? Nos remitimos a dos párrafos más arriba.
Sin salir del norte de la capital nos topamos con los Spurs, de nuevo prematuramente eliminados en la Europa League. Aquí el abanico de excusas es hasta más amplio. Repasemos (y anotemos):
– La prioridad es clasificarse para la Champions (estrategia acertadísima pues, vistos los precedentes de estos últimos años).
– La Europa League no es rentable (si los clubs son simples corporaciones y su prioridad no es jugar, disputar y ganar, nos borramos de esto).
– La Europa League no ilusiona (que pregunten en Craven Cottage, Riverside o incluso en Stamford Bridge. O en el Sevilla o Atlético de Madrid. Y que luego miren cómo andan de atiborradas de entorchados europeos las vitrinas de White Hart Lane, por si les sale a cuenta despreocuparse o «tirar» competiciones).
– Plantilla corta (una de nuestras favoritas. No, en serio).
En resumen, otro batacazo por el que, según parece, los Spurs tampoco tendrán que preocuparse. A la trayectoria del Liverpool esta temporada podemos examinarla de un modo parecido y tampoco ocurrirá nada. El lector se habrá percatado que hemos omitido al Chelsea. Si bien es cierto que la eliminación ante un PSG con uno menos pero siempre dominante no puede calificarse sino de sonrojante, no es menos verdad que junto al Manchester United (ahora en reconstrucción) ha sido el único equipo inglés que siempre se ha tomado en serio a sí mismo en Europa, la arena donde pelean los colosos del fútbol mundial, al fin y al cabo.
Se nos hacen largas las líneas con estos tres ejemplos y aunque creemos que nuestra idea está bien clara, insistimos: no faltan jugadores ni una liga de nivel que les ponga prueba fin de semana tras fin de semana. Escasea un nivel de exigencia mínimo, de crítica. Sobra tanto potencial y dinero como autocomplacencia. No sabemos si es fruto de un acomodamiento progresivo tras el inmenso caudal de libras que circula en Inglaterra, si se debe a una cuestión de índole cultural o si es el desfase horario o cualquier otra excusa peregrina al uso. Pero lo cierto es que teniendo la que de lejos es la competición liguera más dura, sus equipos punteros (salvo excepciones) no dan ni la mitad de lo que se presume de ellos. Y lo que se presume de ellos, viendo sus plantillas y lo que deben hacer y hacen frente en el torneo doméstico, es mucho.