Premier League
Liverpool | 1 |
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Manchester City | 1 |
Ficha técnica |
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1 – Liverpool: José Reina, Glen Johnson, Daniel Agger, Martin Skrtel, José Enrique, Charlie Adam, Jordan Henderson, Dirk Kuyt (Andy Carroll, 84), Stewart Downing, Lucas Leiva, Luis Suárez. |
1 – Manchester City: Joe Hart, Gaël Clichy, Joleon Lescott, Micah Richards, Vincent Kompany, Yaya Touré, David Silva (Kolo Touré, 90), James Milner, Gareth Barry, Samir Nasri (Mario Balotelli, 65), Sergio Agüero (Edin Dzeko, 82). |
Goles: 0-1, m.31: Kompany. 1-1, m.33: Lescott (p.p.). |
El Liverpool llegaba al partido con una sensación diferente. La victoria en Stamford Bridge extendió la sensación real de poder competir con los gigantes del fútbol inglés. Muchos coincidían: los «reds» necesitaban dar un golpe encima de la mesa y, sin duda, vencer en The Bridge lo era. Dalglish declaró antes del partido que era importante, pero que no había que quedarse con la victoria o la derrota, ya que estaban tratando de construir algo sólido y duradero. Y, sinceramente, la victoria ante el Chelsea y la forma de conseguirlo eran argumentos para pensar que así estaba sucediendo.
El partido empezó con un City decidido a «ensancharse» más de lo habitual sin balón, ocupando zonas exteriores con Nasri y Milner anclados en banda, sobre todo al iniciar la presión que, por cierto, fue muy adelantada de inicio. Esta estrategia fue suficiente para contrarrestar el peligro generado por Kuyt y Downing, pero además, las ayudas para cerrar pasillos interiores estaban aseguradas tras la decisión de Dalglish de incluir dos interiores por delante de Leiva (Henderson y Adam), como sucedió durante la segunda mitad en Stamford Bridge. Un movimiento a priori inteligente de Mancini, pero que dejaba a Sergio Agüero muy aislado y le obligaba a recibir a menudo de espaldas. Algo de lo que se suele ocupar (y fantásticamente) el bosnio Edin Dzeko, que fue suplente.
En cuanto a los «reds», Dalglish apostó por dar continuidad al sistema que le permitió ganar al Chelsea en Londres, con una solidaridad y un nivel táctico propios de un equipo grande. Las continuas ayudas y una tela de araña meticulosamente tejida concedieron pocos espacios para el talento de los «citizens». Esto propició un inicio de partido poco «británico», muy táctico y con transiciones excesivamente lentas. En definitiva: mucho respeto.
Así las cosas, el desequilibrio solo podía llegar en una jugada a balón parado. El central belga Kompany remató un córner lanzado por Silva prácticamente con la espalda y puso el 0-1. Anfield enmudeció, pero tan solo medio minuto después, un disparo del escocés Charlie Adam fue desviado por el otro central «citizen», Joleon Lescott y despistó a Hart. El gol espoleó al Liverpool. Adam y Henderson dieron un paso adelante y todo el equipo les acompañó. Los «reds» replicaron la misma excelente manera de ocupar espacios en campo propio en campo rival y el equipo de Dalglish tuvo ocasiones a través del propio Adam y de alguna diagonal de Kuyt. Las sensaciones al descanso eran de un colectivo ligeramente mejor en el Liverpool con, lógicamente, la incertidumbre que crean los casi inigualables argumentos ofensivos del binomio Agüero – Silva en favor del Manchester City.
En el inicio de la segunda parte, Mancini hizo algunas modificaciones. Yaya Touré se acercó al «Kun» (lugar donde le vimos en muchas ocasiones la pasada temporada) y Milner se colocó en el interior para acompañar a Barry. En fase ofensiva, el lateral derecho Micah Richards dispuso de todo el carril derecho. El problema es que este retoque obligó a Silva a ayudar al propio Richards en la fase defensiva, así que el canario tenía que recorrer luego muchos metros para tener protagonismo con balón.
El partido avanzaba y el Liverpool seguía sintiéndose cómodo, así que Mancini siguió moviendo piezas. A falta de 25 minutos, dio entrada a Balotelli por Nasri, intentando probablemente combatir la inexistencia de espacios, obteniendo respuesta en el cuerpo a cuerpo. Balotelli es un jugador con unas condiciones naturales extraordinarias. Es capaz de chocar y ganar, y de realizar gestos técnicos al alcance de muy pocos. Su problema está en la cabeza. Y no nos referimos al espantoso peinado que lució esta tarde, sino a las dos amarillas absurdas que le valieron la expulsión. Algunos dirán que el árbitro fue especialmente riguroso por ser quién es, pero lo cierto es que el italiano no tenía necesidad alguna de sacar el codo teniendo ya una amarilla.
En el momento de la expulsión de Balotelli, el Liverpool ya llevaba varios minutos con el dominio del encuentro y exhibiendo una intensidad que les acercó al segundo gol en varias ocasiones. Pero entonces emergió la figura del portero titular de la selección inglesa, Joe Hart, que sacó algunas buenas manos ante Luis Suárez o Stewart Downing, culminando su actuación con una doble parada espectacular en el descuento.
El empate deja la sensación de que el Liverpool está creciendo tácticamente. Es cierto que los «reds» suelen competir bien contra equipos grandes. Esto es, ser solidario, no dejarse vencer. El cambio para bien es que, además, ahora da la sensación de poder ganar. La semana pasada lo logró y esta, casi. El Manchester City cierra una semana complicada tras su derrota en San Paolo y su delicada situación en Champions, pero mantiene intacta su ventaja de cinco puntos en la cabeza de la Premier League.